miércoles, 1 de marzo de 2017

I Domingo de Cuaresma. Ciclo A. 5/3/2017. Mateo 4, 1-11

   El pasado miércoles, con la ceniza, empezó el ciclo litúrgico de la Cuaresma. El Señor, que no se cansa nunca de tener misericordia de todos nosotros, nos invita siempre pero especialmente en este tiempo de Cuaresma, al arrepentimiento, a la limosna y a la oración.

   Memoricemos el final del evangelio de hoy, que dice: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto". Pero, que sea un culto completo, de oración y acción.

   La primera lectura de hoy, tomada de Génesis 2,7-9;3,1-7, nos relata el conocido episodio de la serpiente tentando a nuestros primeros padres. No podemos tomarlo al pie de la letra, pues es un relato puramente mítico, aunque no puramente mitológico. Es decir, aunque no haya sucedido realmente así, contiene una enseñanza religiosa. El pecado entró en el mundo por pura voluntad humana y, realmente, todos somos pecadores. Reconozcámonos y echémonos en brazos del Dios misericordioso.

   La segunda lectura (Romanos 5,12-19) nos habla de la superioridad de la gracia que nos vino por Jesús, con relación a las consecuencias ocasionadas por el pecado. La justificación que nos viene por Jesús es mucho más que el simple perdón de los pecados. Es poner en nosotros una semilla divina. Es llenarnos de esplendor divino. Es como tener semejanzas, en algún modo con Dios. Estamos en esta situación cuando nos ponemos en gracia de Dios, es decir, cuando somos justificados por los méritos de Jesús. Demos, por ello, gracias inmensas a Dios de manera continuada.

   Nos dice el evangelio que Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu Santo para ser tentado por el diablo. Se trata de un desierto de piedra, de roca, no de arena. Este relato, como el de la primera lectura, tampoco debemos tomarlo al pie de la letra. Se trata de una especie de resumen o ejemplarización de todas las tentaciones que Jesús pudo tener en su vida. ¿Por qué iba a tener tentaciones al comienzo  de su vida pública, sólamente, y no en el resto de toda ella? ¿Por qué no iba a servirnos en todo momento de ejemplo?

   Las tentaciones de este evangelio son las comunes de muchos seres humanos. Y se sucumbe a ellas con gran facilidad. La tentación de acumular, y acumular y acumular riquezas, parece incomprensible pero es una triste realidad. En nuestra vida hacemos más daño del que creemos a los demás. Unas veces con nuestra ostentación de superioridad, sea en nuestra forma de vestir, o en nuestro comportamiento. ¡Cuántas veces se usa el comportamiento religioso como ostentación! ¡Cuántas veces damos más importancia al vivir bien que a las enseñanzas de la palabra de Dios! ¡Somos muy comodones, no somos Iglesia en salida, como desea el Papa Francisco!

   Compromiso:
   ¿Qué te falta para ser Iglesia en salida?

 
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