lunes, 21 de abril de 2014

II Domingo de Pascua. Ciclo A. 27/04/2014. Juan 20, 19-31

   Se continúa con el espíritu de la Pascua de Resurrección. La primera lectura no se toma del Antiguo Testamento, como es costumbre, sino de los Hechos de los Apostóles (2, 42-47) y nos ambienta en la vida de los primeros cristianos. Ellos estaban pendientes de la enseñanza de los Apóstoles, oraban, celebraban la eucaristía y se preocupaban mucho los unos de los otros. Seguían yendo para sus oraciones al templo de Jerusalén, como habían hecho siempre. También nosotros podemos seguir la enseñanza de los Apóstoles, si leemos y releemos el Nuevo Testamento. Y no olvidemos que la eucaristía tiene un efecto sanador. Es acercarse a Jesús que nos acoge con nuestras miserias y pecados.

   La segunda lectura es de la primera carta de Pedro (1, 3-9). Recuerda lo esencial de las vivencias del cristiano: la fuerza de Dios que experimentamos en nosotros, el sufrimiento aunque breve, y la alegría y gozo inefable. Todo para fortalecimiento de nuestra fe. A los cristianos tienen que vernos alegres. Es más, no es la primera vez que un agnóstico sincero afirma que envidia la tranquilidad, la paz, la serenidad de las personas creyentes.

   El evangelio nos dice que estaban en una casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos. La liturgía pone "cerradas", pero la palabra griega deba traducirse por "atrancadas" con buenos cerrojos o un hierro atravesado de un lado al otro. Los discípulos tenían verdadero miedo. Este evangelio tiene un gran significado eucarístico. En efecto, la aparición de Jesús tiene lugar el primer día de la semana, es decir, el día en que se celebra la eucaristía, al anochecer. Jesús se hace presente en medio del banquete eucarístico. Es lógico.

   En este evangelio no se habla de los apóstoles, se habla de todos los discípulos y discípulos somos todos nosotros. Luego, a todos los discípulos es decir, a todos nosotros, se nos da el poder de perdonar los pecados. Nos dice Jesús: "A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados".

   Al ser admintido alguien en el grupo cristiano, rompe con el orden injusto, sus pecados ya no pesan sobre él. La comunidad así lo declara. La importancia de la comunidad es grande.

   Tomás es uno de los Doce. Los Doce en Juan designa a la comunidad cristiana, como heredera de las doce tribus de Israel. Tomás, totalmente remiso a creer, termina diciendo a Jesús resucitado: "Señor mío y Dios mío". Es una maravillosa confesión de fe. ¿Cómo vivimos nosotros nuestras experiencias de fe? ¿O las hemos olvidado? Es una pena, pero Dios sigue esperándote. No escapes.

   Compromiso:
   Piensa en las experiencias religiosas que has tenido, y piénsalas como experiencias básicas de la fe.

 
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