lunes, 5 de agosto de 2013

XIX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 11/08/2013. Lucas 12,32-48

   La primera lectura de este domingo (Sabiduría, 18,6-9) es muy apropiada para tiempos de persecución y de promesas divinas. El final es maravilloso. Los que eran de Dios ofrecían sacrificios a escondidas y eran solidarios en los peligros y en los bienes y entonaban cánticos espirituales.

   La fe exige mucho corage. El corage de confiar siempre en Dios, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, es decir, todos los días de nuestra vida. Como dijo el Papa Francisco en Copacabana durante la inauguración de los actos centrales de la JMJ de Río Janeiro: "La fe es revolucionaria. ¿Estás dispuesto a una revolución de la fe?"

   La segunda lectura continúa con el tema de la fe. Está cogida de la carta a los Hebreos (cap. 11, vers. 1-2.8-13.16-19). Comienza afirmando que la fe es seguridad de lo que se espera y prueba de lo que no se ve. Por su fe son recordados los antiguos, dice, y pone de modelo a Abrahán.

   Pocos capítulos de la Biblia provocan tan amplios estudios como Hebreos 11. Lo llaman el capítulo de la fe, y cada ejemplo de fe contiene un verbo o una palabra de acción. Así, vemos que fe es algo más que creer, es creer lo que nos impulsa a la acción. La fe no es pasiva, nos mueve a hacer, a obrar. La fe, en la Biblia, nos mueve a la acción. Por esta razón, no es de extrañar que el Papa Francisco nos diga que la fe es revolucionaria, pues la fe obliga a hacer cosas y, si es una fe sincera y consecuente, nos lleva a acciones muy comprometidas. El evangelio, la fe del cristiano, nos lleva a veces a denuncias muy comprometidas. En el fondo, está siempre una fe que no duda de Dios y su revelación.

   En cuanto al evangelio, vemos un claro reflejo de la teología de la liberación acusada por los organismos vaticanos de tener visos marxistas o comunistas y condenada por lo mismo. Dice Lucas: "Vended vuestros bienes y dad limosna". Es una forma de afirmar que los bienes de la tierra, en principio, están para servicio de todos. Esta doctrina se recoge en la doctrina social propia de la Iglesia católica. Y la mejor forma de realizar el bien de todos es con una moderada propiedad privada. Quien obra teniendo en cuenta el verdadero amor cristiano al prójimo y da el sentido debido a sus bienes, se hace un tesoro en el cielo.

   A continuación, nos presenta el evangelio la parábola de los criados que esperan la llegada de su señor. Como cuando llega éste los encuentra velando y le abren la puerta, el señor les manda que se sienten y él mismo se pone a servirles. ¡Un señor sirviendo a sus criados! ¡Esto sólamente es propio de Dios, el Señor del universo!

   Pero, una cosa debe quedar clara. La fe nos pide realizar obras buenas pero, por muchas cosas buenas que hagamos, jamás podremos merecer que Dios nos dé tanto. ¡Qué Dios mismo se ponga a servirnos es inaudito! El cielo que Dios mismo nos va a dar, jamás podremos merecerlo. Y, sin embargo, debemos realizar obras buenas y así Dios nos dará el cielo, aunque jamás esas obras nos capacitarán para poder exigírselo a Dios.

   En este evangelio, se llama a Jesús el Señor. Y, por lo tanto, no se está refiriendo a la época de Jesús sino a la época de los primeros cristianos. Algún problema sobre la venida del Hijo del hombre tienen esos cristianos y, para solucionarlo, el evangelista presenta lo que  diría Jesús si aún estuviera en este mundo.

   Compromiso:
   Te pregunto: ¿cómo pdrían los cristianos o grupos de cristianos realizar su revolución de la fe, en la Iglesia y en la sociedad?

 
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