miércoles, 28 de septiembre de 2016

XXVII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 2/10/2010. Lucas 17,5-10

   En este día, la primera y tercera lecturas se dan como un fuerte abrazo en la segunda. El tema dominante es la fe, como fuente de vida y de acción. Por esta razón, aconsejamos interiorizar y hacer propia una de estas dos frases bíblicas: "El justo vivirá por su fe" (Habacuc, 2,4) o "Señor, auméntanos la fe" (Lucas 17,5). Memoriza lo que más te guste.

   La primera lectura refleja, aunque con muchos siglos de anticipación, la misma situación que existía en algunos países y regiones por los años 1960. En ellos, abundaban la explotación de los pobres por acaudalados y otras causas que provocaban mucho sufrimiento humano. Fue entonces, cuando nació la Teología de la Liberación inspirada en los documentos producidos por el Concilio Ecuménico Vaticano II y con verdadera base evangélica. Sin embargo, dicha teología fue postergada por la propia Iglesia. Ahora, con el Papa Francisco, vuelve a resucitar, pues es fiel reflejo de la doctrina de Cristo, haciendo realidad el final de esta lectura: El Señor "no fallará; si tarda, espera, porque ha de llegar... el justo vivirá por su fe".

   La 2 Timoteo 1,8-14, nos anima a dar la cara por nuestro Señor y a participar en los trabajos del Evangelio. Ello es, sin lugar a duda, hacer productiva nuestra fe.

   El evangelio continúa en la misma línea de la fe. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la fe se remite a Dios. Empieza esta lectura recordando que los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". Es algo que debíamos repetir a menudo. "Señor, creo pero aumenta mi fe". Estupenda oración. La fe tiene una importancia fundamental en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. La fe significa afianzarme, obtener una posición segura. Donde hay fe, hay confianza. El que cree y confía así en Dios, sabe refugiarse en él, persevera y espera en él. No espera que se le resuelvan todas las cosas a su gusto. Tiene confianza en Dios, se echa en sus manos y que sea lo que Dios quiera, sabiendo que estamos en buenas manos.

   La expresión que leíamos en la primera lectura: "El justo vivirá por la fe", acuñada por el profeta Habacuc, fue asumida tanto por el judaísmo como por el cristianismo. En las lecturas de hoy, la fe significa no tanto verdades que se necesita creer, sino fidelidad a Dios. Fe incondicional e ilimitada en él. Por eso, la expresión anterior puede expresarse de esta otra forma: "El justo por su fidelidad vivirá".

   Jesús mismo exigió y vivió esta fe radical y total en Dios Padre. Jesús mismo inició y consumó con su vida, su pasión y su muerte, esta misma fe.

   Y, echándonos así, podemos terminar con las palabras del evangelio: "Hemos hecho lo que teníamos que hacer".

   Compromiso:
   En este comentario hay muchas ideas para meditar y orar. Aprovéchalas para ello.

 
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