miércoles, 24 de mayo de 2017

Solemnidad de la Ascensión del Señor. Ciclo A. 28/05/2017. Mateo 28, 16-20

   Podemos decir que hoy es el día en que termina la vida terrena de Jesús, que pasa a vivir una nueva vida en el Espíritu, junto al Padre. En realidad, su vida fue siempre vivida en el Espíritu, siempre estuvo en conexión con él. El N.T. nos afirma más de una vez, que Jesús, movido por el Espíritu Santo, obró de determinada manera. El Espíritu y Jesús siempre van unidos.

   Como frase para memorizar y rezar a diario puede ser tomada de Efesios 1,17: "Que Dios os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo".

   La primera lectura (Hechos 1,1-11), como vemos, se toma del libro de los "Hechos de los Apóstoles" y es la historia de la primera Iglesia, contada sea literalmente o valiéndose de géneros literarios de la época. Jesús promete a los apóstoles que recibirán la fuerza del Espíritu Santo y serán sus testigos. Es necesario que nosotros sintamos el Espíritu Santo en nosotros, hay que vivir la fe, hay que sentir a Cristo cuando lo recibimos en la comunión, en nuestra vida de fe, en nuestra meditación de amor par con Dios. No olvidemos que la fe está basada en un contacto con Cristo, con Dios.

   La segunda lectura, de donde se ha tomado la frase para memorizar, se encadena maravillosamente con lo dicho al final de la primera. Volvamos a leerlo, así como también la misma lectura.

   En el evangelio de hoy, se nos ordena hacer discípulos de Jesús, bautizar y enseñarles el evangelio, sabiendo que él estará siempre con nosotros.

   Si nuestro deber es hacer discípulos de Jesús, ¿cómo hacerlos? Como dice la primera lectura, con la fuerza del Espíritu Santo. No se trata de que se conviertan de inmediato, sino de sembrar en ellos. Si sembramos, algo queda. Hay que salir de la iglesia, en ella y en nuestra vida interior cogemos fuerzas, la fuerza del Espíritu, pero los discípulos se hacen hablando de Dios a los demás, manifestando nuestra fe abiertamente aunque con respeto. Si tratamos de hacerlo, nos perfeccionaremos en ello cada vez más y cumplimos el encargo.


Hoy, se va Jesús de este mundo, pero aunque se va, se queda con nosotros. Sigue siendo nuestro amigo y descansamos en él. Debemos contar cada día con su presencia en nuestra vida. Vivamos la presencia de Dios en nosotros. ¡Qué la vivencia de la promesa de Jesús de enviarnos el Espíritu Santo en el día de Pentecostés, se continúe en nosotros sintiendo el contacto personal con Dios. Estas vivencias son muy importantes para que vuelva a crecer el sentido religioso y sea Dios quien reine en cada uno de nuestros corazones.

   Compromiso:
   Experimentar el sentir a Dios, sobre todo en la comunión y en la oración mental.

 
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