lunes, 18 de octubre de 2021

XXX Domingo del Tiempo Ordinario. 24/10/2021. Marcos 10, 46-52

En el evangelio de hoy, o mejor en todas las lecturas, se aprecia la presencia del Señor que nos trae alegría. Hay que aprender a disfrutar con la alegría que viene de Dios y que, a menudo, inunda lo más hondo de nuestra alma. Jeremías 31, 7-9 presenta la primera lectura. A los caminantes asturianos puede hacérseles presente en aquellos requeros que se encuentran, a menudo, a través del camino portando un agua transparente, limpia y muy fresca que nos hace ansiarla de verdad. Cuando, alguna vez, lleguemos a uno de esos remansos de paz que nos brinda la naturaleza, recordemos la presencia de Dios, démosle gracias por todo, por lo bueno y por lo no tan bueno, echémonos en sus brazos y sepamos que Dios siempre será para nosotros un padre bueno. Tendremos el agua fresca, a él mismo, muy cerca de nosotros. El salmo 125 nos dice: "El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres". Repitámoslo varias veces durante el día. La segunda lectura se toma de la carta a los Hebreos 5, 1-6. Nos dice que los sacerdotes son hombres como los demás, llamados por Dios para celebrar el culto y ofrecer dones y sacrificios por los pecados propios y por los de los demás. El sacerdote también está sujeto a la debilidad y peca. El único que no pecó fue Jesús de Nazaret. Y es sacerdote para siempre. Un sacerdote que siempre nos perdona porque es el mismo Dios que nos ama. La lectura del evangelio, Marcos 10, 46-52 es la del ciego Bartineo. Es un hombre que está solo, al borde del camino. No sabemos por qué está solo. Pero, alguna vez habrá oído hablar de Jesús y nada más enterarse de su presencia empieza a llamarlo. Sin duda que tú, alguna vez, has sentido la presencia de Dios en tí o muy cerca de tí. Cuando lo sientas cerca o cuando oigas su voz interior, llámalo como hizo Bartimeo. Aprende a hablar interiormente con Dios. Es una forma de hacer oración. Sin pronunciar palabras. Con el pensamiento, con el corazón. Es muy útil aprender a orar así porque puedes ponerte en la presencia de Dios en cualquier momento. El ciego Bartimeo, como le dijeron que Jesús lo llamaba, soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Así de rápido. !Cualquiera no! El Señor le dice: "Qué quieres que te haga?" Y el ciego contesta: "Que recobre la vista". Y, Jesús, sin pérdida de tiempo le dice: "Anda, tu fe te ha salvado". Al momento, recobró la vista y seguía a Jesús por el camino. Esto es lo que espera a los que viven con fe en Dios. Pero no olvidemos que Dios pondrá nuestra fe a prueba para ver si es auténtica o no. No perder la fe en Dios, confiar en Dios de verdad, es permanecerle siempre fiel, en las verdes y en las maduras. En todo momento. Y dure lo que dure cada situación. Iremos descubriendo a Dios poco a poco y le seremos siempre fieles. Lee esto las veces que necesites. Pero, haz un compromiso.

 
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