viernes, 7 de junio de 2013

XI Domingo del Tiempo Ordinario. 16/06/2013. Ciclo C. Lucas, 7,36-83

   La primera lectura del domingo de hoy tiene un referente sexual, a la vez que una llamada a no despreciar los mandatos de Dios y al arrepentimiento nuestro ante el Dios del amor. 

   El profeta Natán dice al rey David que Dios puso, en sus brazos, las mujeres de Saúl, junto a otros favores. Pero, David despreció la palabra del Señor e hizo lo que a Dios le parece muy mal, como fue un homicidio a espada, quedándose con la viuda. David se arrepiente sinceramente del pecado cometido y pide de verdad perdón a Dios. El Señor lo perdona.

   El pecado de David no puede ser más horrible pero, ante un sincero arrepentimiento, Dios es amor.
   Por grandes que sean tus pecados, recapacita y vuelve al camino del Señor con una verdadera rectificación de tu vida y Dios te perdona para siempre. Confía en él.
   Por otra parte, vemos que en la época de David, y también posteriormente, el problema no era tanto el sexo, sino la poca dignidad que se concedía a las mujeres. En cuanto a esto, hemos progresado mucho pero aún nos faltan derechos por conquistar. También dentro de la Iglesia.
   La lectura de la carta a los Gálatas (2, 16.19-21) es fundamental para la vida de un cristiano. Justificarse es ponerse a bien con Dios. Si creemos sinceramente en Cristo Jesús, nos justificamos. Si creemos sinceramente, cumplimos el mandamiento del amor que Jesús nos dió, porque creemos en él. Así se reconoce el verdadero creer en Cristo. El creer profundamente en Cristo, es vida profunda de amor y de confianza. Esta vida íntima en Cristo es la que nos justifica de verdad. Ella nos lleva a vivir del fuego del amor que el Cristo de la fe produce en nosotros. De esta forma, podemos entender lo que nos enseña esta carta de los Gálatas: "No soy yo, es Cristo quien vive en mi".

   Cumplir las leyes religiosas no nos justifica ante Dios si no estamos ya justificados por la entrega en la fe a Cristo Jesús. Y si somos de Cristo, lo manifestamos.

   El evangelio o tercera lectura va en la misma línea de la anterior carta a los Gálatas. La mujer pecadora prostituta tiene un comportamiento muy provocativo: el llanto, el beso y el secar los pies de Jesús con su melena. Parece que Jesús falla ante los demás al no repudiar sus acciones.

   Debemos tener en cuenta que este capítulo del evangelio (el 7) se dedica a presentar a Jesús como uno más grande que un profeta. Jesús conoce los pecados secretos de Simón, su anfitrión, fariseo, el religioso de verdad. Esto bastaría para presentar a Jesús como un profeta. Pero, Jesús, además, perdona los pecados lo cual le hace mucho más grande que un profeta.

   Jesús es invitado por Simón a cenar. Cenas de este tipo, en que se invita a una persona de cierta importancia, son eventos abiertos con los invitados alrededor de la mesa y los transeúntes observando las conversaciones interesantes. Así, pudo entrar la mujer de este evangelio.

   Los invitados se ponen sobre almohadas, con la cabeza junto a la mesa y los pies echados hacia atrás. Por esta razón, la mujer pudo acercarse a los pies de Jesús. Con toda seguridad, Jesús ya había cambiado la vida pecadora de la mujer. Por esta razón, le dice Jesús "tus pecados han sido perdonados", que en el original griego significa ya estaba completamente perdonada antes.

   La gran emoción agradecida de la mujer provoca en ella acciones que parecen provocativas. El llanto provoca acciones incontrolables. Lo mismo se puede afirmar del besar los pies de Jesús y ungirlos con aceites.

   Como Jesús tolera todo esto es la mejor señal de que no es un profeta. Pero, Jesús le pregunta a Simón: ante dos deudores ¿cuál de ellos amará más? Contesta Simón: aquel a quien se le perdone más.

   La mujer ha sido perdonada primero y por eso ama después.

   Al final del evangelio de hoy aparecen varias mujeres acompañando a Jesús y ayudándole con sus dineros.

   Lucas en Hechos 1,21-22 exige para ser apóstol, haber acompañado a Jesús desde los comienzos y ser testigo de la resurrección. Por lo cual, estas mujeres cumplen los requisitos para ser apóstoles.

   Compromiso:
   Cambiar de mentalidad y ver a la mujer como posible ministro del altar.

  

 
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