martes, 28 de diciembre de 2021

Domingo II después de Navidad. 02/01/2021. Juan 1, 1-18

Hoy es un día de mucha alegría, pero de una alegría celestial. La alegría que sale de ser fiel a Dios, de estar junto a Dios. Es la alegría que produce la verdadera sabiduría. Todo lo que viene de Dios es verdadera alegría. Es la gran bendición de Dios. Bendición que Dios da a su pueblo: el creador estableció mi morada: habita en Jacob. Y Jacob nos representa a todos nosotros. Dios, el Señor, nos creó y no cesará jamás de estar junto a nosotros. Y nosotros, amándole de verdad, formamos su pueblo, el pueblo de Dios. Al estar junto a Dios, estamos en su presencia, lo amamos, lo alabamos, incluso sin darnos cuenta. Estamos en una verdadera liturgia celestial. En la santa morada, en la presencia de Dios, del mismo Dios, le ofrecemos culto. Dios echa en nosotros verdaderas raíces. Somos la porción del Señor en su heredad. ¡Qué primera lectura de la misa de hoy! ¡Es toda una maravilla! Gocemos de verdad. Demos gracias a Dios por todas las experiencias que nos da. Digamos a Dios con el salmo 147: "El Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros". Digámoslo varias veces durante el día. Y ya entramos en la segunda lectura, que es de la carta de San Pablo a los cristianos de Efeso, 1, 3-6. 15-18. Ya lo decíamos en el comentario de la primera lectura de otra forma. Dios nos eligió en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Somos humanos, pero estamos llenos de Dios. Estamos destinados a estar junto a Cristo. El nos eligió en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Somos humanos, pero estamos llenos de Dios. Estamos destinados a estar junto a Cristo. El nos eligió en la persona de Cristo, ya antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables por el amor. Pablo, el apóstol, nos recuerda en su oración, para que Dios nos dé espíritu de sabiduría para conocerlo. El evangelio de este domingo se toma de Juan 1, 1-18. Consta de dos partes. La primera, se refiere al Verbo de Dios. La segunda nos habla de lo que ese Verbo de Dios ha venido a realizar en este mundo. Se deja traslucir. Nos dice este evangelio que en el principio existía el Verbo y el Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios. ¡Es la maravilla de Dios! Estamos ante la maravilla del Dios Trino y nos referimos a la segunda persona de la Santísima Trinidad: el Verbo. Por eso decimos: el Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios. Más arriba, se hablaba del pueblo cristiano, dell pueblo de Dios, del pueblo creyente. Ahora, se nos hace ver la cruda realidad que a menudo existe: que unos creen y otros no creen por las causas que sean. Pero, también los hay que no creen porque no quieren creer. Si no creen, que jamás sea porque no han visto en nosotros el debido ejemplo. Al contrario que, aunque no sean creyentes, al menos que admiren nuestra fe y nuestra sinceridad y nuestro buen ejemplo de personas que ayudan a los demás cuando nos necesitan. Examinemos cómo son nuestras vivencias y conducta en este sentido.

 
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