lunes, 28 de diciembre de 2009

Domingo II de Navidad. 03/01/2010. Juan 1,1-18

El evangelio de hoy comienza con la expresión: "En el principio", y así comienza también el primer libro de la Biblia, el Génesis, donde se relata la obra de la creación. Esta es una de las claves para interpretar el evangelio de Juan. Jesucristo vino a culminar la creación derramando sobre nosotros la vida del Espíritu. La sabiduría de Dios estaba desde el principio junto a Dios, es más, siendo el pensamiento, o proyectos de Dios, era Dios mismo. La sabiduría, en el evangelio, es lo que llamamos "Palabra". Así que "Palabra", como dice este evangelio, es la sabiduría o proyectos que Dios tiene, en este caso, sus proyectos sobre el hombre. Es, según la correspondiente palabra hebrea, Dios actuando en la historia.

Otro principio para entender a Juan es que, desde el principio, opone la "Palabra" o proyecto de Dios a las palabras de la Ley promulgada por Moisés. Así, el versículo 4 dice: "..., y la vida era la luz de los hombres". Para los judíos, la Ley de Moisés era la luz de los hombres. Ahora, en el proyecto de Dios, la vida del hombre que él produjo es la propia luz del hombre. La verdad es la vida misma en cuanto es fuente de experiencias y formulaciones. Juan pretende mostrar a sus lectores la experiencia de vida suya y de toda su comunidad. Las personas llevamos dentro de nosotros un deseo tal de plenitud que nos invita a realizarnos y a querer ser felices para siempre. Lo que se conoce es la vida misma con sus experiencias y, en concreto, las experiencias de una vida cristiana de adhesión a Jesús de Nazaret nos iluminan con un resplandor muy peculiar. No nos iluminan las leyes del código eclesiástico, como no lo hacen las leyes de Moisés. Nos ilumina nuestra pertenencia a Jesús que nos da las experiencias del Espíritu que habita en nosotros. Si somos del Espíritu viviremos conforme al orden divino de amor a Dios y a las personas. No viviremos sometidos a la ley, sino al Espíritu de Jesús que nos da una gran libertad.

En resumen, el proyecto creador de Dios es que la persona humana alcance la plenitud de vida, la vida divina.

El versículo 12 afirma que a cuantos reciben la luz de que hablamos "los hace capaces de ser hijos de Dios", "si mantienen" la adhesión a su persona. Si realizamos sus propias acciones. Por ello, el único mandamiento definitivo de Jesús es que nos amemos unos a otros como Dios nos ama.

En el mismo versículo 12, no pide Juan la adhesión a una ideología ni a una verdad revelada, sino a una persona, Jesús, en cuanto es modelo y dador de la vida que Dios ofrece a la humanidad.

Se termina afirmando que "hemos contemplado su gloria". Ya no hay distancia entre Dios y el hombre. En el contexto bíblico del Exodo, la gloria de Dios es su propia luz que nos guía durante la vida. Es la experiencia cristiana y da sentido a nuestra vida.

Compromiso práctico:
Examinar mi propia vida y analizar: ¿tengo deseos de vivir para siempre?, ¿mi corazón desea una felicidad sin límites y plenamente vivida?, ¿reconozco que con mis propias fuerzas nunca podré hacer realidad tales deseos?, ¿tengo experiencia de Dios en lo íntimo de mi ser?, ¿sé lo que es la adhesión a Jesús de Nazaret y experimentar su presencia?.

 
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