martes, 27 de noviembre de 2012

I Domingo de Adviento. 02/12/2012. Ciclo C. Lucas 21,25-36

   Como ya decía en un domingo anterior, los pueblos paganos adoraban al sol, la luna, las estrellas y todos los demás astros. El mar majestuoso también representa las fuerzas diabólicas. Todos ellos, como dice este evangelio, temblarán.

   Todo ello representa un cambio decisivo de rumbo en la historia, pero no es el final de la misma como, a menudo, se dice. Se trata de un lenguaje mitológico que no compromete para nada la concepción de la Biblia, y en concreto el Nuevo Testamento. Hemos de saber captar el significado de dicho lenguaje, sin tomarlo al pie de la letra. Cometeríamos un grave error si pensáramos que, de verdad, los astros temblarán, se pararán o danzarán como se ha dicho sobre alguna aparición de la Virgen.

   Si sabemos captar el mensaje de este lenguaje mitológico, tendremos uno personal que eliminará falsas concepciones, recibiendo una luz mucho más intensa.

   Dice el evangelio de hoy: "Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación".

   A lo largo de la historia irán cayendo todos los dioses falsos y todas las fuerzas del mal. Cada vez que uno de ellos se derrumba es una nueva venida del reino de Dios: viene el Hijo del hombre. Pero, no siempre es fácil que las fuerzas del mal se derrumben. A veces, costó mucha sangre inocente. Por algo dice el refrán que "sangre de mártires es semilla de cristianos". ¡Cuántos mártires de Cristo alumbraron después de unas florecientes comunidades cristianas! Por ello, "debemos estar siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y mantenernos de pie ante el Hijo del hombre (Jesús)". Jesús nos pone en alerta para todas las calamidades y persecuciones que la historia y la fidelidad a Dios nos depare.

   Con este evangelio no celebramos el fin del mundo, ni, por supuesto, la venida del Hijo del hombre al final de los tiempos. Hoy, celebramos que la Navidad está cerca. En ella, Dios asume la naturaleza humana y nace para enseñarnos que Dios nos ama de verdad. Dios se hace el Hijo del hombre.

   Y seguirá viniendo de forma misteriosa cada vez que celebramos la cena del Señor, la Eucaristía; cada vez que las fuerzas del mal se derrumban y cuando de verdad ayudamos a nuestros semejantes y sabemos perdonar.

   Compromiso:
   Lo dice el evangelio de hoy: que no se embote nuestra mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida. Dedica algún tiempo a decirle a Dios que lo amas.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 25/11/2012. Juan, 18, 33-37

   Celebramos hoy la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo. En este evangelio, Jesús afirma su realeza, pero deja bien claro que ella no tiene ninguna semejanza con la realeza del mundo. En Jesús, ser Rey es ser el Mesías, el Salvador de todos. Es la forma de hablar que usaban los judíos.

   Israel era un nombre teológico, es decir, recordaba que Israel había sido escogido por Dios. Ahora, como han rechazado a Jesús, ya no son algo escogido por Dios (Israel) sino que, simplemente, son el pueblo judío. "¿Eres tú el rey de los judíos?", pregunta Pilato a Jesús.

   No cabe duda que los judíos y los sumos sacerdotes odian a Jesús más que a los invasores romanos y a ellos lo entregan.¡Cuántas veces nos avergonzamos de defender a Jesús, su evangelio, su doctrina, su enseñanza! ¡O de hacerle una reverencia! No nos damos cuenta que, de esa forma, estamos ayudando al enemigo a ir contra nuestro propio amor que es Jesucristo. Pero, debemos tener claro que defender a Jesús no siempre es defende a la jerarquía. Esta no siempre tiene un recto proceder, como se ve a través de la historia y, a veces, a cada poco. Además, no siempre tenemos obligación de estar de acuerdo con todo lo que dice. Así ha de ser, como se deduce de la encíclica "Fides et ratio", cuando dice las condiciones en que se considera que una persona ha llegado a la edad madura. El mismo concilio Vaticano II afirma que la Iglesia, antes que jerárquica, es misterio y pueblo de Dios. Lo primero es Jesús y después todo lo que ayude a estar a su lado. Jesús es el Rey. Esta es la fiesta que celebramos hoy.

   Jesús descarta la realeza que se apoya en la fuerza. No quiere la realeza de los reyes, que se apoya en las armas. Renuncia a ellas. La teología de la liberación ha tenido el gran acierto de dar al pueblo de Dios toda la categoría que se merece, pero debería tener muy claro que en el evangelio de Jesús nunca se recurre a las armas. La violencia engendra violencia. Son necesarios otros caminos.

   Termina el evangelio de este domingo afirmando Jesús que, en efecto, es rey. Para eso ha venido al mundo. Pero, su realeza consiste en ser testigo de la verdad, en dar testimonio de ella. Y añade, "todo el que es de la verdad, escucha mi voz".

   La verdad de la que Jesús da testimonio es su propia experiencia, la de su Espíritu que es vida y amor. Es la misma experiencia maravillosa que hemos recibido de Jesús, cuando buscamos su amor.

   Como vemos, las dos características de Jesús, como rey, son la renuncia al uso de la fuerza y su misión de dar testimonio de la verdad, que en nosotros se convierte en la propia experiencia de Jesús. Experiencia real y no sensiblería.

   Compromiso:
   Recuerda las experiencias íntimas que tú has tenido sobre Jesús o sobre Dios Padre.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 18/11/2012. Marcos 13, 24-32

   Querer leer el evangelio sin unas notas explicativas, es no saborearlo de verdad. Es un libro de hace 2000 años y, además, inmerso en una cultura muy anterior. Con lo que, a menudo, la misma traducción por acertada que sea, puede llevarnos por derroteros no acertados.

   Comienza este evangelio de Marcos con una referencia a los cuerpos celestes: "el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor". Nos equivocaríamos si pensáramos que esto va a suceder al pie de la letra. Para comprenderlo, debemos saber que Marcos hace numerosas alusiones al Antiguo Testamento y se aprovecha de su lenguaje figurado, que no podemos tomar al pie de la letra. No se trata, pues, de un cataclismo universal, como podrían pensar algunos.

   En el A.T. los astros reciben culto idolátrico. Por este motivo, en Roma, circulaban monedas que llevaban las imágenes del dios Sol y de la diosa Luna. Mientras los judíos sólo adoran a Yahvé, el Dios único, los paganos practican la idolatría. Y, en concreto, adoran los astros. Por esta razón, el sol y la luna representan al mundo pagano. Si el sol y la luna se oscurecen, si las estrellas caen y los astros se tambalean, no es que esto suceda en la realidad; significa que la religión pagana pierde su brillo, como se dice del sol y la luna. El paganismo entra en crisis.

   Lo que se consideraba verdadero aparece como falso y sus valores son inaceptables. Pero, esto no sucederá de pronto. Las estrellas van cayendo, no caen todas a la vez.

   Pero, el paganismo, los paganos idólatras, con sus poderes opresores, caerán. Cada caída de un poder pagano opresor, será un triunfo del Hombre, del Hijo del Hombre, de Jesús. Y, si, como dice el texto evangélico, las estrellas no caen todas a la vez, así también, la llegada del Hijo del hombre tampoco será única, sino iterada. Cada triunfo del bien sobre la idolatría, en cualquier sentido, es una nueva venida del Hijo.

   El texto evangélico de este domingo no habla, pues, de una sóla llegada final, sino de llegadas sucesivas a lo largo del período histórico. Y, en cada llegada, viene con gran poder y majestad. Ese poder representa la potencia de vida, la vida que Jesús da en grado sumo, como se ve en diversos pasajes de Marcos. La experiencia de Jesús que los cristianos del Nuevo Testamento ponían sumo cuidado en transmitir.

   En Marcos, se ve a los hombres identificados con los ángeles. Así, se equiparan a ángeles los que han obtenido la resurrección. Reunir a los elegidos es la última misión de los seguidores de Jesús. Los que ayudaron a realizar la obra, ayudan también a recoger el fruto. Y esto una y otra vez según van cayendo las estrellas. En definitiva, se trata de recibir el evangelio y ser fieles al mensaje de Jesús.

   Los exégetas afirman que, al final del evangelio de hoy, se da un cambio y se habla de la destrucción de Jerusalén. No tenemos espacio para explicar las razones, pero es así. El verano que llega expresa la cosecha de hombres que comenzarán a aceptar en gran número el mensaje de Jesús, después de la destrucción.

   Compromiso:
   Hablar con otros en sentido positivo de Jesús o de Dios.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

XXXII Domingo del Tiempo Ordinario. 11/11/2012. Ciclo B. Mc. 12,38-44

   El evangelio de este domingo es un evangelio que si no se queda en una predicación piadosa y si no se apoya en una exégesis auténtica, pierde su real significado de crítica al Templo del pueblo de Dios, es decir, de Israel, y por tanto, de crítica aplicable a la jerarquía de nuestra Iglesia Católica. Obsérvese que digo "la nuestra" porque, a pesar de todo, es la mía y no renuncio a ella. En ella conocí la fe en Jesús y eso me basta.

   Los escribas gustaban de los mejores asientos. ¿Y no hacen algo parecido algunos de nuestros celebrantes, cuando en vez de poner la sede a un lado del altar, la ponen dando la espalda al Sagrario y restándole a este su explendor? ¿No podrían poner la sede a un lado, como se hace en muchas iglesias?

   Los escribas, con sus formas externas lograban que el pueblo no pudiera prescindir de ellos, con lo que no llegaba a ser adulto, las personas no se desarrollaban debidamente, no siendo capaces de pensar rectamente por cuenta propia.

   Jesús, en este evangelio, nos invita a darnos cuenta de lo que, a veces, tenemos ante los ojos y no nos enteramos. Hoy, Jesús no nos propone teorías ni conclusiones propias, simplemente enuncia hechos comprobables. Es necesario ser objetivos, saber juzgar y evaluar por uno mismo, para ser libres. En la propia religión, no todo es cosa de Dios, hay también cosas de hombres, y estas, a menudo, nos restan libertad sin darnos cuenta. Jesús quiere liberar al pueblo de la trampa religiosa que lo mantiene esclavo.

   En la segunda parte de este evangelio, Jesús se sitúa frente al cepillo del templo. Esa preposición "frente a" tiene en Marcos un sentido hostil. En verdad, Jesús es hostil al gran tesoro del templo que después no se emplea debidamente. Jesús no se detiene a observar la gente que está rezando u ofrecimiento sacrificios, pero sí observa como la gente echa dinero para el tesoro del templo. Y llegó una viuda pobre que echa dos monedas de ínfimo valor. La mujer ofrece su propia vida porque ha echado todo lo que tenía para vivir. Aquí, los donativos son figura de la entrega personal a Dios. Pero, tengamos en cuenta que Jesús no invita a los discípulos a seguir el ejemplo de la viuda.

   Esta mujer es digna de lástima, es víctima del sistema y se queda sin lo necesario para vivir. Dios no quiere eso. Y, además, los discípulos no reaccionan de ninguna manera a las palabras de Jesús. Con ello, se da a entender que o no las comprenden o no las aceptan. Y nada sugiere que Jesús ponga a la viuda como ejemplo.

   Motivo de meditación ante tanto mercadeo en centros marianos como Lourdes o de santos como Asís. La oración, el amor a Dios y al prójimo van en otra dirección.

   Compromiso:
   Leer el evangelio del domingo antes de este comentario

 
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