jueves, 11 de octubre de 2018

Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 14/10/2018. Marcos 10,17-30

   Hoy, en las tres lecturas, estamos continuamente bajo el espíritu de sabiduría que nos viene de que la palabra de Dios es viva y eficaz, para llevarnos a proclamar que lo que no es posible para los hombres sí lo es para Dios.

   Repetiremos o recordaremos durante la semana que "en la edad futura recibiremos vida eterna".

   La primera lectura gira entorno al espíritu de sabiduría. Es la sabiduría de Dios que vale más que el oro y la plata. Es la luz que Dios nos da, si lo invocamos. Es la experiencia de Dios y su luz es una riqueza incontable. La fe está basada en un contacto personal con Dios o Cristo y es nuestra experiencia mística fundamental.

   La carta a los Hebreos (4,12-13) nos dice en esta lectura, que "la palabra de Dios es viva y eficaz... y penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu". Las dos lecturas están íntimamente relacionadas. Se complementan mutuamente. Nuestra unión con Dios debe ir en esa línea. Pidámosla a Dios humildemente, con confianza, y esperemos lo que sea. El no nos defrauda.

   Ya en el evangelio, hemos de tener en cuenta un problema de traducción: en vez de "maestro bueno" es "maestro insigne". Insigne como Dios ninguno. Un hombre rico busca la solución de un problema crucial: ¿cómo lograr que la muerte no sea el final de todo? ¿Cómo se obtiene la vida futura? En el judaísmo no estaba claro. Había tal cúmulo de observancias y mandamientos, que según los letrados había que cumplir, que la cuestión de cómo salvarse quedaba en la más completa oscuridad. Jesús responde a la pregunta afirmando que el que lo sabe de verdad es Dios, pues sólo él es insigne. Pues sólo él nos dio los mandamientos. En el decálogo nos propuso Dios el modo de obtener la vida eterna. Los judíos han tenido el mejor de los maestros, el insigne. Pero, Jesús hace unos cambios importantes: no menciona los tres primeros mandamientos, los que se refieren a Dios. No hay un sólo elemento religioso y no se menciona el nombre de Dios. El código que expone Jesús vale para todos, creyentes o no. Es válido para la humanidad entera. Lo que da la vida eterna a cualquier ser humano es portarse bien con el prójimo. Jesús iguala a los creyentes judíos cono todos los demás hombres. Es la única preocupación de Dios. El busca los principios básicos que garanticen la convivencia básica entre todos los seres humanos. A todos nos quiere Dios, creamos o no en él.

   Además, en la enumeración de los mandamientos, Jesús inserta una que no estaba en el listado: no defraudes. Es decir, no prives a otro de lo que se le debe. El joven que habla a Jesús es un rico, y como tal, a él se lo dice.

   Otra cosa es no sólo salvarse sino alcanzar una gran perfección, una gran sensibilidad ante las injusticias de este mundo. Es el enfoque del resto del evangelio de hoy. Pero, hoy no da lugar para más.

   Compromiso:
   Nosotros amamos de verdad a Dios, pero conviene también que hagamos ver a los no creyentes, que también a ellos les interesa portarse bien.

 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.