lunes, 26 de mayo de 2014

VII Domingo de Pascua. Ciclo A. 01/06/2014. Mateo 28, 16-20

   Jesucristo sigue vivo es la gran lección de las tres lecturas de este domingo pascual. Por el comienzo de la primera lectura, Hechos1, 1-11, podemos afirmar que Lucas, escribe para los que aman, a Dios, pues esto significa el nombre de Teófilo. Jesús lo hizo todo movido por el Espíritu Santo según se deduce de la misma lectura. Después de la Pasión se aparece durante cuarenta días a los apóstoles, es decir durante un período largo cuya duración no se conoce. Este es el significado del número 40. Dice también la lectura que una vez que comían juntos les recomendó no alejarse de Jerusalén. Hay datos que nos hacen reconocer que las apariciones de Cristo Resucitado suceden en una comida, es decir, en la celebración de la Eucaristía. Según los Hechos (2,16), un caracter especial de esta comida era la alegría desbordante que allí reinaba. Esta alegría, sin duda, se basa en la captación del Jesús resucitado. La Eucaristía así vivida de la fuerza del Espíritu Santo, para ser testigos de Cristo en la nueva evangelización. ¿Cuándo volveremos a vivir la eucaristía con alegría desbordante?¡Cuánto tendrá que cambiar la liturgia!

   La segunda lectura (Efesios 1, 17-23) nos habla de la fuerza poderosa que Dios desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos. Pablo reza para que conozcamos mejor a Dios, la maravillosa esperanza a la que nos llama, y cómo puso a Cristo por encima de todo nombre. Lo dio a la Iglesia como cabeza, siendo ella el cuerpo. Como se ve, esta lectura nos habla de lo que Dios obró en Cristo y obrará en cada uno de nosotros.

   Dos ideas principales son las del evangelio de este domingo. La primera es la de que los Once han ido a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo algunos todavía dudaban. Esto llama poderosamente la atención. Llega la Ascensión y todavía están así las cosas. Sin embargo, Jesús parece no darle excesiva importancia. Y viene la segunda idea: les manda bautizar a todos los pueblos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Deben enseñarles a guardar todo lo que Jesús les ha mandado, y él estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.

   Como se ve, las tres lecturas de este domingo nos recuerdan el gran convencimiento de que a Cristo, que ha muerto, Dios lo ha resucitado. Es el convencimiento general de todo el Nuevo Testamento, sin excepción. Y no es un puro sentimentalismo. No es una sugestión. Es una realidad que afecta a lo más íntimo de la persona, a lo más íntimo del ser, pero no desequilibra la persona. Es una posesión tranquila de la nueva realidad, de la nueva experiencia. ¡Cristo ha resucitado y vive!

   Compromiso:
   ¡Vive la Eucaristía, viendo a Cristo resucitado!

 
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