jueves, 7 de octubre de 2010

Domingo XXVIII del tiempo ordinario. 10/10/2010. Luc. 17,11-19

   Presenta el evangelio de Lucas la curación de los diez leprosos. Veremos hoy, la situación de la medicina en tiempos de Jesús, el concepto de lepra, el significado de los milagros y la aplicación espiritual.

   Con frecuencia, no se habla demasiado bien de los médicos en la época de Jesús, tanto en las fuentes paganas como en las judías. En la obra Mishnah, citando a un rabbi, se dice que el mejor de entre los médicos está destinado a la Gehenna o infierno de aquella época. Es muy conocido el tratado "De medicina" de Celso, médico de la época de Jesús. La medicina griega se había extendido por la cuenca del Mediterráneo, pero no había entrado en las aldeas de Galilea.Los israelitas recelaban de la medicina que no invocaba a Dios para lograr la curación, aunque ya en tiempos de Jesús las cosas habían cambiado. Sin embargo, para los de Galilea, los médicos vivían lejos de las aldeas y resultaban excesivamente caros, por lo cual no estaban al alcance de sus posibilidades.

   En esta situación, los curadores populares adquieren un gran prestigio. Eran hombres santos famosos por el poder de su oración, por su estrecha relación con Dios. Es un hecho históricamente innegable que Jesús fue considerado por sus contemporáneos como curador y exorcista de gran prestigio, pero diferenciándose de los demás. Jesús no examina a los enfermos, no emplea técnicas ni receta remedios. Las curaciones forman parte de su proclamación del reino de Dios. Jesús cura siempre de manera gratuita y con gran amor compasivo. No cura para despertar la fe sino que pide la fe para que sea posible la curación. Esta fe no es fácil. Jesús ayuda a que los enfermos acojan a Dios en medio de su experiencia de dolor, por la enfermedad. Jesús cura haciendo que el enfermo sienta el perdón, la paz y la bendición de Dios.

   La lepra no era la enfermedad de hoy. Más bien se trataba de diversas enfermedades de la piel.

   En el relato evangélico de hoy, Jesús ordena a los diez leprosos que vayan y se presenten a los sacerdotes, antes de que estén curados. Era un ritual que debía realizarse después de sanar de la lepra. Pero Jesús parece invertir el orden. Los leprosos eran impuros y estaban excluídos de los actos religiosos. Debían vivir apartados de las demás personas, avisar en voz alta para que nadie se acerque a ellos. Pero Jesús los considera, para todo, miembros del pueblo de Dios. Cuando los diez leprosos se dirigen al Templo, se ven curados. Sólo uno se vuelve para agradecérselo a Jesús. Este era un samaritano. Estos frecuentaban muy poco el templo. El samaritano vuelve a Jesús alabando a Dios y se echa por tierra ante él, dándole gracias.

   A menudo, en la vida, tenemos ocasiones de un encuentro con Dios. Aprovechémoslos. No busquemos el dolor, pero, cuando debemos soportarlo, sigamos estando cerca de Dios. Mantengamos siempre el amor a Dios.

   Propósito:
   Reflexionar sobre el último punto y aparte del comentario de este evangelio.

 
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