miércoles, 28 de diciembre de 2011

Domingo Solemnidad de Santa María. Ciclo B. 01/01/2012. Lucas, 2,16-21

   En las biografías, según el género literario de la época, la infancia podía abarcar muchos años, es decir, hasta el momento en que empezaba la actuación pública del personaje. Además, en la infancia no se trataba de transmitir todos los datos con precisión y ordenados cronológicamente. Lo importante era poner de manifiesto su honor o fama, ya fuese un honor recibido por herencia o adquirido por la propia actuación del biografiado.

   Precisamente, en el evangelio de hoy, los pastores van a Belén y son portadores de la maravillosa fama que el niño Jesús, recién nacido, ya tiene por toda la comarca. Diríamos hoy: "Acaba de nacer y ya lo conoce todo el mundo". Sin que debamos tomarlo todo al pie de la letra pues se trata del género literario biografía, de aquella época, sin embargo, sí expresa el profundo significado que debe tener para todos nosotros el hecho de que todo un Dios haya tomado carne humana y se haya hecho uno como nosotros. No cabe duda de que se trata de una inmensa alegría y esta alegría que todavía no ha podido percibir la gente, es la que el escritor del evangelio pone anticipadamente en labios de los paisanos del pueblo. ¡Dejémonos también nosotros embriagar de esa alegría tan fina y delicada!

   Los pastores acuden a ver al niño y cuentan todo lo bueno que de él se habla. Y dice el evangelio María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Esta es una magnífica lección que debemos aprender. Aprender y no olvidar. ¡Cuántos recuerdos de nuestros contactos con Dios! ¡Aquellos momentos de tan grata oración! ¡Y los de aridez en los que permanecimos fieles y hoy nos congratulamos de ello! ¡Y cuándo abrazamos al hermano! ¡Y cuándo nos fundimos con Cristo en la comunión! ... ¡Qué momentos tan maravillos que debemos conservar en nuestro corazón como hacía la virgen María!

   Al cumplirse los ocho días van a circuncidar al niño y le ponen por nombre Jesús. Hacen una abertura en la piel que recubre el prepucio del órgano sexual del niño. Era la señal que tenían los judíos como pertenencia al pueblo de Dios. Era también la ceremonia en la que imponían el nombre. Para Dios, no hay partes honestas ni deshonestas. Todo lo hizo Él y, por lo tanto, todo es bueno si el uso es correcto.

   Como dice la segunda lectura de hoy, nosotros, gracias a Jesús, somos hijos de Dios por adopción - sin necesidad de circuncisión ya pertenecemos a su pueblo -. Y como somos hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu que nos hace llamarle "¡Padre!" Dios no sólo nos llenó de alegría enviándonos a Jesús, sino que nos hizo sus herederos proclamándonos hijos.

   Compromiso:
   Vuelve a leer este comentario y haz tu compromiso personal.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Natividad del Señor. Ciclo B. 25/12/2011. Juan, 1,1-18.

   Nos fijamos hoy en tres palabras fundamentales del evangelio de este domingo: la palabra, la vida y la luz. La palabra de Dios hace todo lo que dice. Dice el Génesis en el relato de la creación "Hágase..." y fue hecho. La palabra divina trae a la existencia todo lo que hay en el mundo. Gracias a la actividad de Dios en el mundo los seres humanos pueden experimentar algo de la realidad inaccesible de Dios. En lo limitado de las cosas saboreamos la infinitud de Dios. Ante un paisaje bello nos sumergimos en la presencia y belleza divinas. Lo creado nos conduce al que con su palabra lo creó.

   Dice el evangelio de hoy: "En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres". Este pasaje parece que no dice gran cosa y, sin embargo, es muy significativo. Afirma que la vida era la luz de los hombres, contrariamente a lo que afirmaban los judíos. Para estos, la verdadera luz era la Ley de Dios. Para el evangelio de hoy la verdadera luz es la vida. Y es que en la vida está el hombre de carne y hueso. Está el hambriento, el necesitado. Está el hombre que necesita ayuda, está el prójimo a quien debo amar, al menos como a mí mismo. Y sé que amando al prójimo ya he cumplido toda la ley de Dios y amo de verdad a Dios. Ahora, sí puedo hacer oración, ahora estoy en disposición de crecer en amor a Dios. Encuentro a Dios en el mundo y el mundo, entonces, me lleva a Dios y me hace amarlo. Y el mundo, me hace también encontrarme con Dios y descubrir su misterio como veíamos antes. La vida y el mundo me llevan a Dios. La luz de la vida procede de Dios creador, no de Dios legislador. La Ley, que como la luz para los judíos, pretendía guiar la conducta del hombre, no le comunicaba vida. Era luz sólo en apariencia.

   Ahora, la Palabra como compendio de la vida y de la luz, vino a su casa, al mundo, y a cuantos la aceptaron los hizo capaces de hacerse hijos de Dios. Hijos de Dios si tenemos las mismas obras que Él, es decir, que Dios. Por eso, insistíamos arriba en la necesidad de amar a los demás, es decir, tener las obras de Dios y, de esta forma, ser hijos de Dios. Lo seremos realmente si mantenemos la adhesión a su persona.

   Terminamos reconociendo que la Palabra creadora se hizo carne y habitó entre nosotros. Y que a Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo único es quien lo ha dado a conocer.

   Compromiso:
   Reflexionar, como creyentes, que Jesús nos hace presente a Dios en la tierra.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Domingo IV de Adviento. Ciclo B. 18/12/2011. Lucas 1,26-38.

   El relato del evangelio de hoy, el anuncio del arcángel Gabriel a la virgen María, es bien conocido por todos. Sólo dos evangelios relatan la concepción de Jesús: el de Mateo y el de Lucas. El resto del Nuevo Testamento nunca se refieren a ello, al contrario de lo que sucede con la resurrección. La concepción virginal de Jesús, lógicamente, se habrá considerado en principio, como un necesario secreto de  sus padres. Pero, lo cierto es que, ya por el año 112 d.C., el obispo Ignacio de Antioquía aceptaba incuestionablemente la concepción virginal de Jesús.

   Este relato de la concepción virginal de Jesús y su nacimiento, según Lucas, es un conmovedor texto de gran belleza y que siempre atrajo a escritores y artistas posteriores. Baste recorrer la historia del arte.

   Los evangelios de la infancia pueden dar lugar a diferentes puntos de vista, pero no adminten ninguna semejanza con textos paganos de seres engendrados por un Dios. Se habla en los evangelios del "descenso del Espíritu Santo" sobre la virgen María, y se afirma que el mismo Altísimo, Dios, la cubrirá, haciendo sombra. Este lenguaje, estas expresiones, son una reminiscencia del propio lenguaje bíblico. Esta forma de hablar refleja la idea judía de la Shekinah o presencia divina en la tierra. La Shekinah es un término rabínico para expresar esa presencia de Dios en la tierra, pero diferenciando la experiencia judía de Dios, ordinaria, de la realidad inefable de esa misma presencia en sí misma.

   Originalmente, la Shekinah o presencia divina se sentía vivamente en el Santo de los Santos del templo de Jerusalén, pero después de su destrucción la experimentaban cuando dos o tres se juntaban para leer o estudiar la Biblia. Los cristianos, judíos o no, experimentaban y experimentamos la presencia de Dios en la lectura bíblica y en el trato con la Eucaristía. Cuanto más vivimos de la Eucaristía, más experimentamos la presencia divina.

   Ya vemos qué enseñanza tan preciosa y real nos viene de expresiones bíblicas como "descenso del Espíritu Santo" y de la afirmación de que "el Altísimo la cubrió con su sombra", señal de la presencia maravillosa y experimentada de Dios. Las experiencias de María deben servirnos para animarnos a vivir en la presencia de Dios y saborear serenamente los amores divinos, inseparables del amor al prójimo.

   Compromiso:
   Si Dios está en todas las partes, aprendamos a vivir en la presencia de Dios. Por lo menos, de vez en cuando.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Domingo III de Adviento. 11/12/2011. Ciclo B. Juan, 1,6-8 y 19-28.

   El que viene a dar testimonio de la luz, Juan el Bautista, es enviado de parte de Dios. Es importante el hecho de que la misión del Bautista le viene dada directamente por Dios, no viene de las instituciones religiosas. Dios está por encima de todo, hasta de las propias instituciones religiosas y aún cuando las haya creado él. Dios es libre y obra donde quiere y como quiere.

   La persona de Juan se da por conocida. En el versículo 4 de Juan, 1, se dice que la vida era la luz del hombre. Esto es muy importante porque para los judíos, la ley de Moisés es la luz. Sin embargo, para Juan evangelista, la vida es la luz del hombre. Se invierten los conceptos. Y el Bautista viene para dar testimonio de esa luz.

   Juan es conocido por todos los alrededores y su fama se extiende. Esta es la razón por la que las autoridades judías envían, desde Jerusalén, sacerdotes y clérigos para preguntarle: "Tú, ¿Quién eres?" El no es la luz, sino testigo de la luz, teniendo en cuenta que la vida es la luz y no la ley de Moisés. Se ve que el bautista, dentro de su religiosidad, aprende de la vida, sabe captar las profundas de sus enseñanzas y no se queda en lo puramente superficial de la misma vida.

   Por medio de la predicación de Juan, muchos llegan a creer. Porque él no es la luz, pero es testigo de la luz. Si nosotros hablásemos más de las cosas de Dios, si fuésemos testigos de la luz como Juan, ¡cuántos más se acercarían a Dios y lo amarían!

   Juan niega que sea el Mesías, ni Elías, ni el profeta. Simplemente es testigo de la luz. Pero insisten en preguntarle, porque deben llevar alguna explicación. Y Juan termina contestando: "Yo soy la voz que grita en el desierto: allanad el camino del Señor".

   Esta respuesta es una cita del libro de Isaías, pero modificada. Tendrían que ser los propios dirigentes judíos los que enderezasen el camino, pero Juan sólo se lo aplica a él. Los que han torcido el camino son las autoridades judías de Jerusalén. Desde este momento, el evangelio presenta a las autoridades como opuestas al Señor. Se oponen a la luz de la vida de la que Juan da testimonio. Son tiniebla.

   Finalmente, considerando el gran movimiento de bautizados que se está formando a su alrededor, le preguntan: "¿Por qué bautizas?"

   El bautismo de Juan aviva el descontento con relación a las instituciones. La gente reflexiona y empieza a optar por la vida y encontrar la luz. Y eso que Juan sólo bautiz con agua. Llegará quien dará también el Espíritu. A ese, Juan no es digno de desatarle las sandalias.

   Compromiso:
   Reflexiona sobre la vida y acércate a Dios, verdadera luz.

  

martes, 29 de noviembre de 2011

Domingo II de Advieno. Ciclo B. 04/12/2011. Marcos 1,1-8

   Orígenes de la buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios. Una buena traducción hace empezar así el evangelio de Marcos, es decir, el evangelio de este domingo. Sin lugar a duda, dice mucho más esta traducción que la del misal. La del misal parece hablar del comienzo de un libro llamado evangelio. Nada más lejos de la realidad. Para comprenderlo, debemos partir de nuestra experiencia como creyentes. Es de capital importancia. La fe en Jesús, nuestra aceptación y acogimiento personal, produce en nosotros unas vivencias expirituales a las que el evangelista llama buena noticia. Al decirnos que es una buena noticia, nos hace comprender que no queda en el pasado, sino que repercute en el presente y es objeto de experiencia eufórica. Para los lectores de Marcos, la buena noticia es, pues, una realidad presente, favorable y gozosa. Puede experimentarse, sentirse, vivirse: su nacimiento, vida, pasión, resurrección, no pueden repetirse, pero sí su influencia en nosotros, las vivencias, la acción de Jesús en nuestras vidas. Acción real y verdadera en cada uno de los que aceptamos a Jesús.

   El escrito de Marcos se tiende a fechar muy tempranamente, incluso antes del año 50. Con ello, este escrito es una verdadera primicia. Por otra parte, sólo a partir del siglo II se llama "evangelios" a los escritos de Marcos, Mateo, Lucas y Juan. Siendo así, se comprende la errónea traducción del comienzo de este evangelio, según nos lo expone la liturgia. No se trata de ningún libro que se llame evangelio, sino de las experiencias de fe que tiene el cristiano que acepta a Jesús. Esas son las buenas nuevas según el lenguaje de la época.

   Es muy importante que Marcos llame a Jesús, Mesías, Hijo de Dios. Mesías e Hijo de Dios son, en Marcos, las profesiones de fe de judíos y paganos, respectivamente. El título compuesto que aquí se expone: "Mesías Hijo de Dios" se opone al de "Mesías Hijo de David" y será una de las claves de la interpretación de Marcos.

   Es de tal importancia el primer versículo del evangelio de hoy que se prefiere no comentar el resto.

   Al poner Mesías sin artículo, Jesús no es el mesías esperado por los judíos. Si Jesús es "el mesías" tal como se esperaba por los judíos, será un mesías guerrero, objeto de la expectación popular. Pero, Jesús no es "el Mesías" sino, simplemente, "mesías", como dice Marcos. Los demás, que fuimos bautizados en el Espíritu Santo también participamos de la misión de Jesús.

   "Hijo de Dios" era el que ejercía una autoridad en nombre de Dios (salmo 82,6). Si Mesías es un título judío exclusivamente, "Hijo de Dios" se usaba también por los no judíos, era común a judíos y paganos. "Hijo de Dios" no va determinado por artículo, por lo que no es un título exclusivo de Jesús. Todos sus seguidores somos hijos de Dios.

   Compromiso:
   Recordar y actualizar mis experiencias religiosas, como creyente.

  

martes, 22 de noviembre de 2011

Domingo I de Adviento. Ciclo A. 27/11/2011. Marcos 13,33-37

   Comenzamos el Adviento con un corto evangelio, en el que las palabras "vigilad" y "velad" lo marcan totalmente. Pero, si queremos entenderlo bien debemos contrastarlo con la segunda lectura de la primera carta de Pablo a los Corintios. Mientras que el evangelio insiste fuertemente en la necesidad de permanecer vigilantes porque el dueño de la casa puede llegar inesperadamente y puede encontrarnos dormidos, Pablo, en dicha carta, manifiesta a los cristianos de Corinto que Jesús los mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué ser acusados. Porque Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro.  "¡Y él es fiel!" Este final es una afirmación rotunda.

   Repito, "nos llamó Dios a participar en la vida de su Hijo porque nos mantendrá firmes hasta el final" ¡Y él es fiel!

   Mientras el evangelio insiste en la gran necesidad de estar vigilantes, la segunda lectura afirma que Dios nos mantendrá firmes hasta el final. Es como la cara y la cruz de una moneda o el haz y el envés de la hoja del árbol. Es la salvación que Jesús nos trae gratuitamente, sin merecerla, por muchas obras buenas que realicemos, como se decía en el comentario del evangelio del domingo anterior. Contábamos la diferencia que existía entre mérito "de condigno" y mérito "de congruo". Pero, a esta salvación que se nos ofrece gratuitamente, nosotros podemos rechazarla.

   Ese es el peligro. Que nos vayamos enfriando en el amor a Dios - inseparable del amor al prójimo - y lleguemos a afirmar que no nos importa la salvación que nos trae Dios. Se puede caer muy profundo, y todo es posible. En este sentido, debemos estar vigilantes.

   Manteniéndonos en el amor a Dios y al hermano, ya estamos vigilantes, ya velamos. Y nuestra salvación está gratuítamente asegurada a pesar de nuestras debilidades. Esta es doctrina evangélica, cristiana y católica segura.

   ¡Qúe bien está puesta la segunda lectura de esta misa del primer domingo de Adviento, para perfilar y esclarecer la comprensión del evangelio!

   Si Dios nos salva, nosotros somos, como dicen la primera lechera (Isaías, 64) un paño manchado por la sangre de la regla.

   Compromiso:
   Tratar de comprender el ejemplo de la cara y cruz de la moneda. Como ayuda, recordar el evangelio de la semana anterior.

martes, 15 de noviembre de 2011

Solemnidad de Jesucristo Rey. Ciclo A. 20/11/2011. Mateo, 25,31-46

   En el evangelio de hoy, que suele llamarse del juicio final, es necesario afirmar que las parábolas y lecturas evangélicas como la  de la misa de este evangelio, nos animan a trabajar. A trabajar, sí, pero para que las ideas queden claras es necesario tener en cuenta determinados conceptos teológicos. Son los conceptos de la justificación y el mérito.

   La lectura de hoy nos presenta el Rey celestial y del universo reuniendo a todo el mundo, y poniendo las ovejas a su derecha mientras que las cabras estarán a su izquierda. A las ovejas las premia con la herencia del reino. Las premia porque "tuve hambre y me disteis de comer..." Ya que, cuando lo hicieron con el necesitado, con el mismo Dios lo hicieron.

   Por el contrario, a las cabras las envía al fuego eterno por haber hecho todo lo contrario. "Tuve hambre y no me disteis de comer...".

   Resumido el evangelio o habiéndolo leído previamente, como he aconsejado muchas veces, paso a hablar del mérito, asunto que puede conducir a equívocos. Debe quedar claro que ningún ser humano puede merecer nada ante Dios. No podemos merecer nada en el sentido de exigir. Es el mérito que se llama "de condigno". A Dios no podemos exigirle nada por muchas obras buenas que realicemos.

   Sucede, no obstante como hace un padre con su hijo. El hijo, no puede "exigir" al padre la compra de una bicicleta por haber aprobado. Pero, el padre porque está contento, sí puede regalársela. Es el mérito llamado "de congruo".

   En el evangelio de hoy, las ovejas, que fueron muy buenas y se portaron muy bien, no pueden, aún así, exigir nada de condigno. A Dios, jamás podemos exigirle nada. Pero, Dios, que es todo amor y misericordia, él, sí nos da un premio. Un premio sin poder exigírselo, un premio "de congruo".

   Cuando los católicos hablamos de la necesidad de "crecer en gracia", no hablamos de acumular gracia para poder obtener un mayor premio en el cielo. Los católicos usamos esa expresión, pero puede conducir a equívocos entre los fieles. Crecer en gracia significa hacernos más fuertes en la fe y en el amor a Dios y al hermano, por amor a Cristo.

   Compromiso:
   Ten claros los conceptos que aparecen en este comentario evangélico.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario. 13/11/2011. Ciclo A. Mateo,25,14-30.

   El evangelio de este domingo se refiere a la conocida parábola de los talentos. Eran estos una moneda de altísimo valor, variable según las regiones. Tan alto valor que algunos comentaristas hacen equivaler el talento a un millón.

   Así, en este evangelio, el dueño daría cinco millones a un empleado para que se los administrase bien; a otro le dejaría dos millones y, a un tercero, un millón para lo mismo.

   Los dos primeros administraron tan bien, que doblaron el capital, recibiendo en recompensa una buena subida de categoría en el empleo y pasando a celebrar, en una fiesta, el regreso del señor dueño. Sin embargo, el tercer empleado no entregó ningún beneficio por no haber puesto a producir el millón que se le había encomendado. Este recibe el castigo correspondiente.

   Este evangelio es una llamada a la responsabilidad. Todos hemos recibido dones que no deben quedar ociosos. Debemos ponerlos a producir. No debemos limitarnos a la simple misa de los domingos. Es necesario acompañarla con algo más. Sin entrometernos en sus casas o en su vida privada; sin herirles, en muchas cosas o en muchas ocasiones podemos ayudar a los demás. Ayudar sin buscar agradecimiento, para animarnos más y no desfallecer. Quizás estás preparado para ayudar a que se formen en conocimientos teológico-bíblicos a la vez que tú te formas también. Todos caminando juntos. Cuando arrecian las fuerzas que luchan contra la religión, nosotros no podemos dormirnos en los laureles.

   Pero, es necesario tener clalra una idea: que nuestro Dios el evangelio no es como el señor de la parábola de hoy. Un señor que quiere segar cosecha donde no sembró y recogerla donde no esparció la semilla. El Dios del evangelio nos trae la salvación segura si nosotros no queremos rechazarla. No está esperando a que tengamos pecado para condenarnos. Todos tenemos pecados y todos esperamos la salvación que viene de Dios por la gracia de Jesucristo. La tenemos conseguida y prometida. Precisamente por eso, nuestra obligación de trabajar por el reino de Dios es de agradecidos, no para merecer. Nunca tendremos méritos suficientes para poder exigir el premio. El premio nos viene dado de gracia. Las parábolas son un impulso para trabajar, pero no expresan la teología de la justificación y el mérito.

   Trabajemos como cristianos de fe, si queremos ser agradecidos.

   Compromiso:
   Como dice la juventud: "La imaginación al poder". Pues, ¡Ten imaginación!

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Domingo XXXII del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 06/11/2011. Mateo 25,1-13

   En buena traducción, el evangelio de hoy comienza con la palabra "Entonces", que nos pone en relación con el momento anterior, es decir con el tema del que se empieza a hablar en el capítulo 24 del evangelio. Se trata de que Jesús expuso a los discípulos las dificultades que tendrán que superar en la época que precede y que sigue a la destrucción del templo de Jerusalén. En esta línea, en la parábola de hoy insiste Jesús en que la muerte del discípulo es el fruto de su vida. Para comprender esta enseñanza de la parábola de las diez muchachas que cogieron sus candiles y salieron a recibir al novio, no podemos perder de vista la situación en que Jesús la cuenta. Es un momento de fuerte prueba y de gran persecución que lleva a la muerte. Esta es la ambientación del evangelio de hoy.

   Dicho lo anterior, adquiere una gran luz la interpretación de la parábola de las diez muchachas de hoy. La figura del novio o esposo es Jesús mismo (Mateo 9,15). Las muchachas se preparan para recibir a su novio cuando llegue, es decir, a Jesús. Todas ellas escuchan el mensaje, pero unas lo traducen a la vida y las otras no. Cuando arrecian las persecuciones, no se puede dejar para el último momento el disponerse a dar la vida, si es necesario, para ser fieles a Dios hasta el final. El novio llega en el momento de la persecución y de la muerte con su brazo salvador. Es el abrazo místico del Salvador. Es la maravillosa experiencia de mártires dados por muertos y que han tenido tiempo después de relatárnosla. Es la muerte que nos trae la salvación de Jesús, del novio.

   Nos dice Jesús: "Estad en vela, que no sabéis el día ni la hora". Y nos lo dice refiriéndose a un tiempo de fuerte persecución religiosa. Es aquí donde hay que encuadrar el evangelio de este domingo. Con cierta frecuencia conviene que nos pongamos en una situaciación similar. ¿Estaríamos dispuestos a perder la vida antes que renegar de Dios, de Cristo? Esta es la piedra de toque para examinar la seriedad y profundidad de nuestra fe. Debemos fortalecer continuamente nuestra fe para que, estando consolidada, sea capaz de resistir los embates duros que un día puedan llegarle. Debemos estar llenos del aceite, del bálsamo de nuestra fe.

   Nosotros, que pertenecemos a la comunidad cristiana, ojalá que no tengamos que oir aquellas palabras de "Os aseguro que no sé quiénes sois" como respuesta a nuestra llamada: "Señor, señor, ábrenos".

   Compromiso:
   Pídele al Señor que fortalezca tu fe y que seas capaz de serle fiel aún en los momentos más duros de una persecución religiosa.

lunes, 24 de octubre de 2011

Domingo XXXI del Tiempo Ordinario. 30/10/2011. Ciclo A. Mateo, 23,1-12

   Hoy, Jesús no se dirige ni a las autoridades ni a los escribas y fariseos como en domingos anteriores. En este domingo, habla a la gente y a los discípulos. Comienza Jesús afirmando que en la cátedra de Moisés han tomado asiento los escribas y los fariseos. Pero, según el libro bíblico, Deuteronomio 18,15-18, se anunciaban los profetas como sucesores de Moisés y, sin embargo, aquellos, es decir, los escribas y fariseos ocupan el puesto que corresponde a estos, o sea, a los profetas. Se ha sustituído el predicar a Dios, propio de los profetas, por la enseñanza de un cúmulo de obligaciones. Los cristianos debemos examinarnos, con frecuencia, sobre si sabemos mantener con los demás una conversación sobre Dios. Debemos ser profetas más que escribas y fariseos.

   Están en la cátedra de Moisés los que cargan a los demás con fardos pesados, con cargas y obligaciones insoportables, dice Jesús. Desean que los demás estén dominados por medio de tales cargas e incluso por medio de la doctrina.

   A continuación da Jesús una serie de consejos que pueden parecer pequeñeces pero tienen un significado profundo. La gran enseñanza es que todos somos hermanos y como tales debemos comportarnos. A nadie debemos llamar maestro o señor mío, porque sólo tenemos un maestro, el Señor, y todos nosotros somos hermanos.

   Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. Debe recordarse que los judíos usaban mucho la hipérbole o exageración para expresar verdades. Pero, además, debe saberse que el padre lo dominaba todo, su autoridad era absoluta, todos tenían que obedecerle, negociaba los matrimonios y decidía el destino de los hijos. Toda la casa, aunque no fueran hijos, le estaban sometidos. Era todo un ordeno y mando, no existía propiamente el diálogo. Este tipo de padre no representa lo que Dios es: Padre de verdad.

   Por otro lado, el título de "padre" se daba a los que enseñaban la ley y a los miembros del Gran Consejo clerical. Padre significaba, en este caso, transmisor de la tradición. Jesús prohíbe a los suyos tener padre doctrinal. El modelo a seguir es el Padre del cielo.

   Finalmente, nos dice Jesús que nadie de nosotros se llame consejero. Los hombres, a veces, necesitamos el consejo de otros, es verdad. Pero no debemos olvidar que el verdadero consejero es Cristo. Estamos muy poco acostumbrados a saber calar en el Espíritu de Cristo. No tenemos vida de unión con Dios, vida de oración. No sabemos hablar con los demás cristianos de las cosas de Dios. Así las cosas, necesitamos un director espiritual que también puede equivocarse al dirigirnos. Por eso nos dice el evangelio de hoy que uno sólo es vuestro consejero, Cristo, el Mesías.

   Compromiso:
   Reflexiona sobre algo del Nuevo Testamento para que Cristo pueda ser tu consejero.
  
  

miércoles, 19 de octubre de 2011

Domingo XXX del Tiempo Ordinario. 23/10/2011. Ciclo A. Mateo, 22,34-40

   El domingo anterior, como en este, los fariseos hacen una pregunta a Jesús con ánimo de hacerle caer en una trampa. La formulan preguntándole cuál es el mandamiento principal de la Ley. Era esta una cuestion muy discutida entre los doctores de la Ley y, aunque no faltaban quienes reclamaban al primer lugar para el amor a Dios y al prójimo, la opinión más extendida era que el precepto más importante consistía en guardar el día festivo, es decir, el sábado. En la Ley de Moisés había 613 mandamientos y más de la mitad eran negativos, prohibiciones. En medio de tanto precepto, no existía una versión de conjunto que hiciera a los fieles judíos el punto de unión de tantas obligaciones. A Jesús le preguntan cual es el mandamiento que da sentido a todos los demás.

   Para Jesús sobra tanto precepto. Todo se reduce a dos cosas: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser". Más, para cumplir este precepto es necesario que "ames a tu prójimo como a tí mismo". Debe tomarse muy en serio que no podemos cumplir lo primero sin lo segundo. Pero muy en serio.

   No obstante, como es imposible tocar hoy todos los aspectos, permítasenos hacer referencia a la búsqueda de Dios. Cuando nos encontramos con Dios cara a cara, también nos abrimos maravillosamente al hermano, al prójimo.

   Dice un proverbio judío que lo último que ve el pez es el agua. Nosotros somos, a menudo, como los pájaros que no ven el aire en el que vuelan o como el pez que no se da cuenta que nada en el agua. Nos movemos y existimos en Dios, pero no lo vemos.

   Dios está siempre muy cerca de cada uno de nosotros, y casi siempre nos lo imaginamos muy lejano y en un mundo inasequible. No sabemos saborear la presencia de Dios en nosotros. Mientras no cambiemos y desarrollemos en nosotros la sensibilidad interior que todos llevamos dentro, no seremos capaces de percibir más allá de lo visible y audible. Y, en consecuencia, no seremos capaces, como dice el evangelio de hoy, de amar al Señor, nuestro Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser. Y esto es necesario para amar de verdad y profundamente al prójimo. Los dos amores se interrelacionan.

   Simplifiquemos los mandamientos en los dos principales del evangelio de hoy y no nos rompamos más la cabeza. El creyente conoce de sobra cómo amar a Dios y cómo amar al prójimo.

   Compromiso:
   Aprende a juntar los dos amores: amar a Dios y amar al prójimo.

lunes, 10 de octubre de 2011

Domingo XXIX del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 16/10/2011. Mateo 22,15-21

   El evangelio de hoy es mucho más profundo de lo que a primera vista parece. En la predicación de Jesús, la gente percibe que este pone en cuestión el poder absoluto del emperador. Por esta razón, los herodianos y los fariseos tratan de aprovechar este parecer del pueblo para enfrentar a Jesús con las autoridades romanas. Para ello, le preguntan si es lícito pagar tributo al César o no. Si Jesús afirma que sí, entonces se enfrenta al pueblo y si afirma que no, se pone en contra de las autoridades romanas que mandaban sobre los judíos. La contestación no es fácil, pero Jesús reacciona rápidamente con un reflejo que desconcierta a sus enemigos. Les pide moneda y, enseñándoles la efigie, pregunta de quien es. Como le contestan que del César, les dice inmediatamente: "Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios". Así, los adversarios trataban de poner una trampa a Jesús, pero fueron cogidos por ella.

   En tiempo de Jesús, el pueblo judío se encontraba en una encrucijada. Estaba dominado por los romanos y no puede realizarse como pueblo de Dios. Todos querían liberarse del sometimiento a la nación extranjera, pero resultaba difícil el cómo. Los monjes del Qumrán pensaban que era necesario huir al desierto, como monjes. No tener alianza alguna con el César y no pagarle tributo. Los fariseos opinaban de manera distinta. Debían sobrevivir entre los ocupantes romanos, practicando la pureza ritual como pueblo de Dios. Esto, de por sí, ya los separaba de los romanos. Ante esta situación, no es de extrañar el relato evangélico de hoy.

   También hoy tenemos una situación comprometida. Por toda Europa y gran parte del mundo el desmantelamiento religioso es cada vez más aterrador. Ante tal situación unos piensan que hay que volver a lo antiguo; es necesario restaurar todas las prácticas de antes. Son los conservadores. Se basan en movimientos muy fuertes y no cabe duda que son sinceros.

   Por otro lado, están los que ven la necesidad de un cambio significativo, aunque en base al evangelio. También aman profundamente a Dios. Su espiritualidad es sincera también, pero distinta.

   El Papa nos habla de la nueva evangelización, pero nadie dice en que consiste. Así la cuestión, nos quedamos perplejos, como los creyentes de la época de Jesús. Los judíos pensaban cómo podría ser posible la vivencia de la alianza con Dios, en medio de tantas dificultades ocasionadas por la dominación extranjera. Hoy, los creyentes cada vez contemplamos con más asombro la vaciedad de nuestras iglesias. ¿Es que no sabemos lo que pertenece a Dios para dárselo? Las prácticas cristianas no siempre fueron las de hoy, que tanto nos preocupamos de instaurar. Debemos aprender del evangelio y de la historia de la Iglesia.

   Compromiso:
   Pensar en qué cosas debíamos evolucionar los cristianos, permaneciendo fieles a Cristo. Toma conciencia de ello y hazlo tuyo.

lunes, 3 de octubre de 2011

Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario. 09/10/2011. Ciclo A. Mateo 22,1-14

   Todas las fuentes apuntan a un hecho del que es difícil dudar y es que Jesús se siente portador de una buena noticia. Ciertamente, su mensaje produce una gran alegría entre aquellos campesinos que viven sin seguridad material, pobres, humildes y humillados, a los que tampoco desde el templo se les ofrecía ninguna esperanza. Jesús habla de Dios con gran amor pero, a la vez, le preocupa liberar a la gente de todo lo que les deshumaniza y les hace sufrir. Esto se refleja, a menudo, en el evangelio, sobre todo en liberar a las gentes del sometimiento que producen determinadas ideologías, incluso religiosas.

   Estas reflexiones deben tenerse en cuenta para una interpretación correcta del evangelio de este domingo. En él, Jesús, como en domingos anteriores, sigue dirigiéndose exclusivamente a las autoridades religiosas. Y les dice que el reinado de Dios se parece a un rey que celebra la boda de un hijo. Por dos veces, el rey manda a sus criados para que avisen a los invitados, recordándoles que todo está preparado. Pero, ellos se niegan a ir dando mil disculpas e, incluso, maltratando a los criados y matándolos. El rey monta en cólera y mandando sus tropas los liquida y prende fuego a la ciudad.

   A continuación, manda a los criados a que vayan por todos los sitios invitando a la boda a todos los que encuentren. La sala del banquete se llenó de gente. Entra el rey para ver a los comensales y le dice a uno que no estaba vestido de fiesta: "¿Por qué estás sin traje de fiesta?" Y manda echarlo a las tinieblas, donde será el llanto y el crujir de dientes. Jesús termina con una afirmación que el evangelio de la misa traduce muy erróneamente. Dice la lectura de la misa: "muchos son los llamados y poco los escogidos". Esto se opone, frontalmente a la buena noticia de la que se hablaba al comienzo de este comentario. Si son pocos los escogidos, ¿dónde está esa buena noticia? El mismo texto evangélico nos lo aclara. Sólo uno no es escogido ya que no está vestido correctamente. Todos los demás siguen en la boda. El evangelio leído en la misa no cae en la cuenta de que existe entre los hebreos y arameos un modismo para establecer la comparación de superioridad, por una oposición de contrarios. La traducción correcta sería: hay muchos llamados y casi tantos escogidos. Esto sí que es una buena noticia, pero entre los llamados por los cruces de caminos, que llenaron la sala de bodas. Porque los primeros invitados reaccionaron incluso con violencia y matando.

   Compromiso:
   Revísate sobre el cumplimiento de los compromisos de domingos anteriores y toma medidas.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Domingo XVII del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 02/10/2011. Mat. 21,33-43

   Para entender mejor el comentario, siempre es aconsejable leer previamente el evangelio del domingo. El de hoy nos habla de un propietario que planta una viña, la cierra, prepara un lagar y construye una torre para que el guarda la vigile cuando llegue el tiempo de la cosecha. Una vez preparada la viña, la arrienda a unos labradores y se marcha de viaje. Cuando llega el tiempo de la vendimia, el dueño manda a sus criados a cobrar la renta. Pero, los labradores agarran a los criados, apalean a unos, matan a otros y apedrean a los demás. Lo mismo sucede por segunda vez. Por último, envía a su propio hijo pensando que lo respetarán. Pero, no sucede así. Lo matan con la intención de quedarse con todo.

   Este evangelio se dirige, como el del domingo anterior, a las autoridades religiosas y a los llamados ancianos, que también detectaban poder. Es un toque fuerte de atención a los que son algo en la iglesia de hoy. No se dirige a los simples creyentes sino a los que tienen mando. Las autoridades religiosas judías mataron y eliminaron a profetas y terminaron matando a Jesús de Nazaret que resultó ser la piedra angular.

   Las autoridades religiosas pueden cometer muchos abusos, por lo que los cristianos debemos tener una conciencia lo mejor formada posible, pero gozando siempre de una gran libertad. Conciencia formada y, a la vez, saber disfrutar de la gran libertad que Jesús nos da. Esto sólamente es capaz de hacerlo quien sabe echarse en los brazos de Jesús y confiar en él, aún cuando la jerarquía pueda decir otra cosa. No se trata de una rebeldía contra quien tiene la responsabilidad del mando, sino de una resistencia respetuosa, pero libre, cuando llega el caso.

   Los que en la JMJ de Madrid gritaban: "¡Esta es la juventud del Papa!", no actuarían mejor gritando: "¡Esta es la juventud de Cristo!" Cristo es la piedra angular y debe llevarse el total reconocimiento, sin mezcolanzas ni posturas híbridas. No olvidemos que la marcha por Cristo en Brasil concentró a cinco millones de protestantes. Hay que aprender a reclamar una concentración en nombre de Cristo más que en nombre de un Papa. El culto a una jerarquia religiosa jamás debe eclipsar el debido a Cristo.

   Compromiso:
   Saber ser creyente de verdad en Cristo y respetuoso con la jerarquía; pero sabiendo disfrutar de la libertad que Cristo nos da.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Domingo XXVI del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 25/09/2011. Mateo, 21, 28-32.

   Jesús, en este evangelio se dirige a los sumos sacerdotes y senadores del pueblo, como se dice en versículos anteriores. Las autoridades religiosas legítimas aparecen en primer lugar. Una pregunta fluye inmediatamente: ¿Qué tendría que decir Jesús a las autoridades religiosas legítimas de hoy día? Queda la pregunta en el aire para que cada uno la conteste según su forma de pensar, pero es muy necesario que los cristianos nos acostumbremos a ser reflexivos, sin miedo, como creyentes que somos.

   En el evangelio de hoy, Jesús propone un ejemplo que le servirá para hacer una pregunta y sacar una conclusión. Dice que un hombre tenía dos hijos a los que llama para trabajar en su viña. El primero se niega, pero, aunque no parece arrepentirse propiamente, le entra remordimiento y va a trabajar. El segundo afirma que irá, pero no fue.

   ¿Quién cumple la voluntad del padre?, pregunta Jesús. Todos contestan que el primero. Y Jesús concluye que los recaudadores de impuestos y las prostitutas aventajarán a esas autoridades religiosas a la hora de entrar en el reino de Dios. Porque cuando predicó Juan los recaudadores y las prostitutas empezaron a ser justos, a practicar la justicia. Pero vosotros, o sea las autoridades religiosas, dice Jesús, "ni siquiera tuvísteis remordimiento".

   Los recaudadores y las prostitutas eran las dos categorías sociales más despreciadas en Israel y, según la doctrina del judaísmo, no tenían parte en el mundo futuro.

   Este evangelio es muy fuerte para las autoridades en las que, bajo respetuosa actitud hacia Dios, se esconde una absoluta infidelidad hacia él. No obstante, la parábola es una llamada a la conversión.

   Pero, a la vez, evangelios como este, pueden crear una confusión si no se contemplan desde la perspectiva de todo el Nuevo Testamento. Se deben tener muy claros dos aspectos: la justificación y la santificación. La justicia de la que habla Juan el Bautista es la que produce frutos de santificación por los que vamos a ser juzgados al final de nuestra vida. Pero nosotros somos justificados sin las obras, sólo por la fe; aunque seremos juzgados según las obras de santificación. Cuando nosotros nos reconocemos de verdad pecadores y nos echamos plenamente confiados en los brazos de Jesús, que nos amó hasta morir en la cruz, en ese momento somos justificados, somos transformados interiormente, llenos del amor de Dios y radiantes de la gracia divina. Todo eso debe producir sus frutos, los frutos del Espíritu. Son las obras buenas que nos santifican y por las que seremos juzgados.

   Compromiso:
   Vuelve a leer este comentario y realiza, seriamente, lo que debes hacer para ser justificado, echándote en brazos de Jesús, reconociéndote pecador, confiando sólamente en él y sintiéndote perdonado de verdad.
  

lunes, 12 de septiembre de 2011

Domingo XXV del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 18/09/2011. Mateo 20,1-16

   El evangelio de hoy es un evangelio desafiante porque se sale fuera de nuestra forma de pensamiento ordinario. En efecto, un propietario sale al amanecer a contratar jornaleros para su viña. Vuelve a salir para contratar a más, a media mañana, a mediodía, a media tarde y a última hora. Cuando termina el día, empieza a pagar comenzando por los últimos contratados que cobran el jornal entero, es decir, su denario. Viendo esto, los que habían trabajado el día entero se frotaban las manos pensando que iban a cobrar bastante más. Pero, no fue así, todos cobraron lo mismo. Hay protestas, pero la última respuesta del dueño de la viña es que ha pagado a cada uno el denario ajustado y, además, ¿es que no tiene libertad para hacer lo que quiera con lo que es suyo?

   La conclusión de este relato, según el evangelista, es que los últimos serán los primeros y los primeros últimos. Como se ve, es una conclusión desafiante que no nos convence. Por ello, necesita una explicación. Los exégetas, habiendo analizado los idiomas arameo, hebreo y griego, coinciden en que la verdadera traducción de este giro idiomático es: "todos serán aunque primeros, últimos, y aunque últimos, primeros". Así, la frase adquiere sentido y cuadra perfectamente con la parábola. Se expresa de esta forma la perfecta igualdad que debe existir en la comunidad cristiana.

   En la Biblia, la viña es símbolo de pueblo de Dios. Todos somos llamados, gratuitamente, a trabajar en dicha viña. Y no hay situaciones de privilegio ante Dios. Según la parábola de hoy, en la viña del Señor no hay situaciones de mayor o menor mérito. El servicio en la viña del Señor es la respuesta a un llamamiento gratuito, que, como tal, espera una respuesta desinteresada. No merece más el Papa por ser Papa ni el Obispo por ser Obispo. El trabajo en dicha viña no nace del deseo de recompensa, sino de la voluntad de servicio a los demás y de la llamada de Dios especialmente.

   Volviendo a la perfecta igualdad que debe existir en la comunidad cristiana, como se dijo más arriba, y recordando algunos evangelios pasados, el pensamiento de los cristianos debe ser tenido muy en cuenta a la hora de tomar decisiones parroquiales y de la iglesia universal. No se incide más en este tema, sólo se indica, pues fácilmente nos saldríamos de la temática de hoy.

   Compromiso:
   Trabaja algo en la viña del Señor, pero sin exigir recompensa. Con lo que Dios nos dé nadaremos en abundancia y seremos felices para siempre.

martes, 6 de septiembre de 2011

Domingo XXIV del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 11/09/2011. Mateo 18, 21-35

   Hoy Jesús contesta a una pregunta de Pedro sobre el perdón de las ofensas pero, a continuación, plantea con un ejemplo la radicalidad evangélica del perdón.

   Pedro pregunta a Jesús: "Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarle?" Jesús responde que se debe perdonar hasta setenta veces siempre. El problema de saber perdonar ya era muy difícil en la primera comunidad cristiana. Como se dijo tantas veces, cuando a Jesús se le llama Señor, se refiere a Jesús ya resucitado y, por lo mismo, nos sitúa en las primitivas comunidades de los cristianos. Siempre fue muy difícil perdonar las ofensas y se nos hace muy necesario recordar, a menudo, las enseñanzas del evangelio.

   Pero Jesús no se contenta con la respuesta dada a Pedro. Para hacernos comprender cómo es necesario que perdonemos para que el Padre Dios nos perdone, reafirmando así lo que rezamos en el Padre Nuestro, relata el ejemplo de un rey que desea aclarar las cuentas con sus siervos.

   En las cortes orientales, todos los empleados de la corte, por alta que fuese su categoría, se consideraban siervos del rey. Por supuesto, en el caso desarrollado por Jesús, un siervo que debía diez mil talentos, es decir, sobre veintitantos kilos de oro, debía una cantidad enorme, casi imposible de pagar, aunque tuviese un cargo de cierta categoría. El rey, para cobrar, ordena que vendan al empleado, a su mujer, y a sus hijos y todas sus posesiones. El empleado se arrodilla a los pies del rey y le suplica con la promesa de que se lo pagará. El rey tiene compasión y se lo perdona todo, pero no sabe que su empleado tiene un corazón más duro que las piedras. En efecto, al poco, ese hombre se encuentra con un compañero que le debía cien denarios, es decir, el equivalente a cien días de jornal de un obrero. Ridícula cantidad en comparación con los veintitantos kilos de oro que le habían perdonado al primero. Pero, aquel empleado no perdonó a su compañero y lo metió en la cárcel hasta que le pagase todo. El rey se entera y lo manda llamar.

   Le echa una fuerte reprimenda, lo llama malvado y lo mete en la cárcel hasta que pague todo. Termina afirmando: "Lo mismo hará con vosotros mi padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano".

   Como dice la primera lectura, no tienes compasión de tu semejante ¿y pides perdón de tus pecados? Y, yendo a lo positivo, como afirma la segunda lectura de la carta a los romanos, en la vida y en la muerte somos del Señor resucitado. Debemos vivir como tales.

   Compromiso:
   Si ves que hay alguien en tu vida con quien te has enemistado, aunque digas que no le guardas rencor, haz un esfuerzo y, por lo menos, háblale.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Domingo XXIII del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 04/09/2011. Mateo 18,15-20

   Podemos considerar tres partes en el evangelio de hoy: la corrección fraterna, el poder de atar y desatar y el valor de la comunidad.

   Sobre la corrección fraterna, consta en este evangelio la obligación del ofensor de reconocer su culpa y aceptar la reconciliación. Las ofensas producen divisiones en la comunidad, lo cual debe repararse lo antes posible. El que se considera ofendido debe mostrar su perdón y facilitar la reconciliación. El ofensor debe reconocer su  falta y ambos mostrar buena voluntad. Si esto no sucede deberá hablarse ante testigos y, si aún no es posible el acuerdo, hablarlo con los demás, es decir, con la comunidad de creyentes. Así es como se debe obrar entre creyentes. Por esta razón, entre creyentes cristianos se debe dar gran importancia a la fe para que la reconciliación tenga un fuerte sentido de unidad cristiana, ya que siempre tiene un mayor alcance que la pura fraternización humana, sin quitarle a esta la gran importancia que tiene.

   Pasando a la segunda parte de este evangelio, las palabras de Jesús nos refuerzan y esclarecen totalmente la interpretación que se hacía del evangelio del domingo XXI de este Tiempo Ordinario, con relación a Pedro.

   Jesús, como se desprende del capítulo 18, versículo 1, está acompañado de discípulos y a ellos se dirige cuando habla. No se trata pues de los apóstoles, sino de los discípulos en general. Y a esos discípulos, es decir, a los creyentes como comunidad, les dice: "Todo lo que atéis en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo". La comunidad es la que detenta el poder de atar y desatar, no ninguna persona en concreto.

   A este respecto, si queremos permanecer fieles a los orígenes evangélicos mirando hacia atrás, y a los signos de los tiempos revalorizados por el Concilio Vaticano II, mirando hacia adelante, se debería educar a los fieles en el desarrollo histórico del perdón de los pecados hasta llegar a la costumbre de la confesión actual. Gracias a Dios, hoy se a abriendo paso la absolución colectiva sin confesión, aunque sí con la preparación para el arrepentimiento. En este sentido, se vuelve aunque tímidamente y con una fuerte oposición, pero sin condenas, a la revalorización del aspecto comunitario.

   Hemos entrado así en la tercera parte del evangelio de hoy: el valor de la comunidad entre los creyentes. En este sentido, con lo dicho es suficiente. Sólo recordar las palabras de Jesús con las que termina el evangelio de hoy: "Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos".

   Compromiso:
   1) Manifiéstate como creyente cristiano, sin avergonzarte, aunque no estés de acuerdo con algunas cosas de la institución eclesial.
   2) Trata de que otros cristianos se manifiesten también así, sin ocultarlo.

jueves, 25 de agosto de 2011

Domingo XXII del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 28-8-2011. Mateo, 16, 21-27

Con el evangelio de hoy comienza una nueva sección, y en ella Jesús empieza a mostrar la inevitabilidad de su muerte. Ella será consecuencia de su toma de posición contra la ideología injusta del poder.

Jesús tiene que padecer de mano de los senadores, sumos sacerdotes y letrados y será ejecutado. Al tercer día resucitará. Los senadores o ancianos eran los miembros del Gran Consejo o Sanedrín y eran los grandes terratenientes. Los sumos sacerdotes ocupaban los altos cargos de la jerarquía sacerdotal. Los letrados, en su mayoría miembros del partido fariseo, formaban el tercer grupo del Gran Consejo del Sanedrín. Este Gran consejo, representante de todas las clases dirigentes, va a pasar a la acción contra Jesús. Pronunciará la sentencia de muerte, no en nombre de Dios, sino de “su dios”, aunque ellos digan lo contrario. Dios no quiere la muerte de Jesús, pero esta se ha hecho inevitable por la oposición de los dirigentes al buen mensaje de Jesús, cuya misión consistía en liberar de la opresión religioso-política que se ejercía por las instituciones y sus representantes religiosos o civiles.

Jesús sufrirá la oposición implacable de las autoridades que lo condenarán a muerte, pero Dios Padre lo resucitará al tercer día, es decir, en un breve espacio de tiempo, según la fórmula literaria consagrada entre los judíos.

Pedro, que el domingo pasado expresaba la fe auténtica, ahora no acepta lo que se deriva de ella. Coge aparte a Jesús y lo increpa duramente. El verbo que usa el evangelio es fortísimo e indica que Jesús, como destinatario de la increpación, se opone al plan de Dios. Una cosa es aceptar la fe y otra defenderla hasta el final, incluso con peligro de perder la vida. Es lo que Pedro no acepta, y Jesús se ve obligado a rechazarlo con la fuerza con que rechazaba a satanás. Pedro desconoce aquello de que “sangre de mártires es semilla de cristianos”. Nunca hay que renegar de la fe; hay que defenderla hasta el final, aunque suponga la vida. A dios hay que defenderlo siempre, cueste lo que cueste. Como dice el mismo Jesús, “si uno quiere salvar su vida, la perderá, pero si la pierde por mí, la encontrará”. El Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta”.

Pero, volviendo a la reacción de Pedro, “un Dios crucificado” nos obliga a cuestionar todas las imágenes que nosotros nos hacemos de Dios. ¿Qué hace Dios en una cruz? Con Dios en la cruz o se termina nuestra fe en él, o empezamos a creer en él de otra manera.

Compromiso: ¡¡Ábrete al misterio increíble de un Dios que te ama de manera insospechada!!

lunes, 15 de agosto de 2011

Domingo XXI del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 21/08/2011. Mateo 16,13-20.

   El evangelio de hoy gira alrededor de dos ideas principales: la mesianidad y divinidad de Jesús y las llaves del reino de los cielos.

   Debemos empezar por la ambientación de este evangelio. Jesús continúa por la Galilea del Norte y se interna en los dominios de la tetrarquía de Filipo. La capital de ésta era Cesárea y había sido construída en honor de Augusto. Sobre una gran rocosidad de Cesárea, Herodes el Grande había levantado un espléndido templo de mármol blanco para honrar a Augusto, dominando sobre la ciudad y la campiña, desde lo alto de la roca. Si estaban en la proximidad de la ciudad, es muy probable que Jesús haya utilizado la vista de ese templo sobre la roca para referir la nueva roca sobre la que edificaría su Iglesia.

   Empieza este evangelio preguntando Jesús: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?". Los discípulos refieren las diversas opiniones que circulan entre la gente y, a continuación, Jesús les interroga sobre su propia opinión: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?". Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Jesús le contesta afirmando que lo sabe porque el mismo Padre del cielo se lo ha hecho ver. Y continúa diciendo a Pedro: "Tu eres Piedra, y sobre esta roca voy a edificar mi Iglesia, y el poder de la muerte no la derrotará. Te daré las llaves del reino de Dios; así, lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo".

   La traducción que se propone aquí es seria y expuesta por buenos exégetas católicos. Pedro es piedra y la roca es la confesión de fe. Es la diferencia en griego entre "petros", piedra que puede moverse y lanzarse, y "petra", roca y símbolo de la firmeza inconmovible de la fe. Para comprender mejor que no se trata simplemente de poderes dados exclusivamente a Pedro es suficiente examinar Mateo, 18,18-19, donde el poder de atar y desatar se confiere, no sólo a los apóstoles sino a todos los discípulos y, por lo tanto, a todos los cristianos. Estos, tienen autoridad para cancelar pecados en la tierra, es decir, para desatar. Lo comentaremos en el evangelio del domingo primero de septiembre.

   Compromiso:
   Conserva siempre la firmeza de la fe. Para ello, es necesario practicarla. Dicha firmeza debe ser tan firme como una verdadera roca, que no se viene abajo.

martes, 9 de agosto de 2011

Domingo XX del Tiempo Ordinario. 14/08/2011. Ciclo A. Mateo 15,21-28.

   Por tres veces, este evangelio llama Señor a Jesús. Como ya se dijo repetidamente, el nombre de "Señor" proyecta a Jesús como ya resucitado. Es así como lo ve la primera comunidad cristiana, que acude al resucitado cuando necesita solucionar sus problemas. En este caso, unos son partidarios de llevar el evangelio a los no judíos y gentiles y, por el contrario, otros no lo ven así. Para defender la universalidad del evangelio fue necesario recrear un relato que reflejase el verdadero pensamiento de Jesús. Además, en el pensamiento judío, la enfermedad no siempre es física o psíquica. Puede ser una forma de conducta ideológica, a la que se puede llamar posesión del demonio.

   En este evangelio una madre pagana pide al Señor la curación de su hija que tiene un demonio muy malo. Jesús aparenta no hacerle caso pero, ante la insistencia, le da una contestación que refleja la forma de pensar de algunos: "No está bien quitarle el pan a los hijos para echárselo a los perrillos".

   La mujer replica: "Cierto, Señor, pero también los perrillos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos".

   La aparente repulsa de Jesús estimula la fe de la mujer pagana. Y, Jesús le dice: "¡Qué grande es tu fe, mujer! Que se cumpla lo que deseas". En aquel momento quedó curada su hija.

   El evangelio de hoy nos muestra la fuerza de la fe frente al dominio que las ideologías tratan, a menudo, de imponer a las personas. Aquellos judíos, ya cristianos, que trataban de impedir que los valores divinos se pusieran también en manos paganas, aún siendo cristianos, estaban dominados por una ideología. Y, viceversa, los paganos fácilmente están poseídos de una ideología contraria a Dios. Es, posiblemente, la posesión diabólica de la joven. La petición de la madre representa el anhelo de encontrar salvación en Jesús.

   La bondad de Jesús supera los límites que, a veces, imponen las ideologías. Y, algunos movimientos católicos de actualidad deben tener un exquisito cuidado, para no confundir lo específicamente cristiano con posibles ideologías que fácilmente se adentran. Aún así, la bondad de Jesús se adentra en los corazones, pero las ideologías, a menudo, impiden que la luz de la fe se manifieste debidamente.

   Los evangelios son unas obras de alto valor teológico que reflejan el pensamiento de la Iglesia primitiva. El evangelio de hoy podría dar lugar a una serie de reuniones de estudio muy interesantes. Temas como la ideología y la fe son temas candentes.

   Compromiso:
   Recuerda que la fe hay que cultivarla y esto se hace por la práctica y la oración. ¡Decídete!
  

lunes, 1 de agosto de 2011

Domingo XIX del Tiempo Ordinario. 07/08/2011. Ciclo A. Mateo, 14, 22-33.

   Como otras veces, en este evangelio se le llama a Jesús, por dos veces "Señor". Como se recordará "Señor" se lo aplica la primera comunidad cristiana, porque Jesús ya ha resucitado. Y, al Señor resucitado acude esa primera comunidad cuando tiene algún difícil problema. Consciente de que Jesús ha resucitado, vivendo esa fe en profundidad, acude a él en momentos difíciles y cuando tiene que fortalecerse para salir airosa, porque los vientos de la persecución u otras dificultades arrecian. Por esta razón, podemos afirmar que este pasaje evangélico es creado o recreado como una alegoría por aquellos primeros cristianos.

   Jesús sube al monte solo a orar. Jesús ama el rezar en plena naturaleza. Es muy necesario que los cristianos aprendamos a cultivar un silencio atento a la escucha. Está bien que la oración sea una conversación con Dios, pero, en ella debemos cultivar también un silencio atento a la escucha. A esto ayuda mucho el orar en plena naturaleza. Dejar que Dios nos hable estando atento a la escucha. Es necesario lograr una aprehensión intuitiva de Dios, algo muy diferente de lo que se logra con un razonar discursivo o contemplando una imagen. Aprovechemos pues, cuando salgamos al campo o estemos en plena naturaleza para hacer oración de verdad. No recitemos de memoria oraciones que ya sabemos. Aprovechemos para que nuestro interior se refresque con la presencia divina y demos gracias a Dios amándole intensamente. Esta es la enseñanza de Jesús orando, como hoy, en el monte, en plena naturaleza. No la olvidemos  y practiquémosla.

   Mientras tanto, los discípulos se encuentran lejos de tierra, maltratados por el oleaje porque llevan el viento en contra. De madrugada, Jesús ha terminado su oración y se les acerca andando por el lago. Los discípulos, sean o no apóstoles, se asustan pensando que es un fantasma y daban gritos de miedo. Por dos veces llaman a Jesús, Señor. Ahora, empieza claramente la redacción de la primera comunidad. La barca de los discípulos es figura de la comunidad. El viento en contra representa los problemas de los discípulos que no desean marchar a evangelizar en país pagano, es decir, a la otra orilla y que deben hacerlo para extender el reino de Dios.

   Andar sobre el agua, en la Biblia, aparece como un atributo de Dios (Job 9,8 y 38,16). Pedro quiere andar también sobre el agua, desea participar de la condición divina de Jesús. Se trata de ser Hijo de Dios. No sólo lo es Jesús, los demás también podemos ser Hijos de Dios, como Pedro.

   Este evangelio presenta verdades muy profundas y se presta a verdadera meditación.

   Compromiso:
   Aprendamos a hacer oración en plena naturaleza, para después poder hacerla en cualquier lugar.

miércoles, 27 de julio de 2011

Domingo XVIII del Tiempo Ordinario. 31/07/2011. Ciclo A. Mateo 14,13-21

   El pasaje evangélico de este domingo nos relata la, ya por todos concida, multiplicación de los panes y los peces. A través de los años, hemos corrido el riesgo de enaltecer un posible milagro cuando lo importante es la lección eucarística y de fe que la primitiva comunidad cristiana intenta darnos. Este es un relato de tal significado y de tal fuerza que está lleno de simbolismos de la época y los propiamente cristianos. Es una invitación fuerte, muy fuerte, a saber compartir y a dejarnos alimentar por Jesús en la fe y en la comunión eucarística. Estas son las grandes lecciones de este domingo.

   Ya en la primera lectura, del libro bíblico de Isaías (55,1-3), juega el autor con el alimento humano para expresar el valor inimaginable del alimento divino. Si escuchamos a Dios viviremos y saborearemos platos sustanciosos, dice. Por ello, merece la pena no alejarse jamás de Dios.

   El evangelio de hoy está lleno de simbolismos. En las tentaciones de Jesús, el demonio le propone convertir las piedras en pan, pero la solución al hambre del mundo no pasa por la realización  de un milagro. La solución está en lo sencillo, al alcance de todos, en el compartir los bienes de la creación.

   El número de cinco mil comensales es un múltiplo de cincuenta (50x100). Significa la repetición ilimitada y hace referencia a las comunidades proféticas del Antiguo Testamento como se ve en el primero de Reyes, capítulo 18. El número cinco mil es, por tanto, simbólico; significa que compartiendo el pan se comunica el Espíritu, el hombre se hace maduro espiritualmente y de esta forma se construye una comunidad cristiana. Recostarse para comer el pan era propio de los hombres libres y era la costumbre adoptada para la comidad de Pascua, en recuerdo de la liberación de la esclavitud en Egipto. Jesús pronuncia la bendición sobre el alimento. Repartir el pan y los peces significa prolongar la generosidad de Dios. Cuando se libera la creación del egoísmo de los hombres sobra para cubrir las necesidades de todos. El número doce representa a Israel, en concreto, a la Israel del reino de Dios que somos todos. Por esta razón, los doce cestos que se llenan con las sobras nos incican que, compartiendo, puede solucionarse el hambre del mundo.

   El Papa ha llamado, con fuerza, la atención sobre el hambre, o mucho peor, la hambruna en Africa y parece que las naciones han empezado a moverse. ¡Ojalá sea efectivo!

   Pero, como ya se dijo, todo este compartio tiene un fuerte reflejo eucarístico. Comulguemos con mucha frecuencia, sin respetos humanos, sin vergüenza, pero siempre con el deseo de compartir, de ayudar a los demás si nos necesitan. Si así obramos, nos inundará el Espíritu, y con ello el gozo.

   Compromiso:
   Lee este comentario del evangelio y, tu mismo, exígete uno.

lunes, 18 de julio de 2011

Domingo XVII del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 24/07/2011. Mateo 13,44-52.

 Seguimos con el capítulo 13 del evangelio de Mateo. Como ya se dijo, es el capítulo donde este evangelista reune todas las parábolas. No quiere decir esto que Jesús las haya pronunciado todas de una vez. Hoy se leen las del tesoro escondido, la de la perla preciosa y la de la red.

   Las dos primeras contienen una misma enseñanza. Es la inmensa alegría de encontrar el tesoro o la perla. Cuando hablamos del reino de Dios, debe destacarse la gran importancia de la alegría que produce el gozo divino. El compromiso total que exige el reino de los cielos no se realiza simplemente por un esfuerzo de voluntad, sino llevados por la alegría de haber descubierto un valor insospechado e incomparable.

   Para no abandonar la misa de los domingos es necesario valorar la palabra (lecturas y predicación), la oración y la experiencia gozosa de recibir a Jesús en la comunión. Cuando esta alegría entra de verdad en nuestro corazón ya no nos separamos de Jesús. Es la gran alegría de haber encontrado un tesoro de inmenso valor. Encontrarse de verdad con Jesús relativiza todo lo demás. Las dos parábolas, la del tesoro y la de la perla se inspiran en el lenguaje de la sabiduría. Es importante la sabiduría humana, pero la divina realiza definitivamente a la persona. Dice el libro de los Proverbios, en la Biblia: "Si como a la plata la buscares (a la sabiduría que viene de Dios) y la escudriñases como a tesoros, entonces entenderás el amor a Dios y encontrarás su conocimiento" (2,4-5).

   La parábola de la red coincide en su enseñanza con la de la cizaña del domingo pasado. La frustación definitiva para el hombre es perder la vida para siempre. Aunque contamos con el inmenso amor que Dios nos tiene, pues en Dios domina el amor, sin embargo nunca debemos correr el riesgo de perdernos para siempre.

   Jesús termina dando la explicación a los discípulos en privado. Hay una oposición entre los escribas o letrados judíos y los cristianos. Los primeros tienen muchas tradiciones tras de sí y no pueden salirse de los límites de lo antiguo. Para ellos no hay nada nuevo. Sin embargo, un verdadero padre de familia va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo, según conviene. El maestro o predicador cristiano debe estar en esa línea, obediente a Jesús y al Vaticano II. Debe saber encontrar o vislumbrar en cada momento los signos de los tiempos, sabiendo llegar a los valores esenciales del evangelio. Así, daremos el valor correspondiente a lo nuevo y a lo viejo.

    Compromiso:
   Saber encontrar la alegría de ser fieles al evangelio de Jesús y a la comunión frecuente.

jueves, 14 de julio de 2011

Domingo XVI del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 17/07/2011. Mateo, 13,24-43.

   Como se decía el domingo pasado, el capítulo 13 del evangelio de Mateo contiene muchas parábolas. No es que Jesús las haya dicho todas el mismo día, sino que el redactor de dicho evangelio las reunió en un capítulo. No cabe duda que Jesús tiene una gran habilidad literaria para la creación de preciosas parábolas que proceden de una fina observación de la vida y la naturaleza. Algunas manifiestan, además, la intervención y remodelación de los primeros cristianos que las adaptan a problemas que surgen en la propia comunidad. Así, los exégetas coinciden en que la parábola de la cizaña manifiesta que fue adaptada o explicada para uso de misioneros y catequistas cristianos. Lo mismo podríamos decir de la parábola del sembrador, Por lo tanto, una cosa será la enseñanza directa de Jesús y otra lo que la primitiva comunidad cristiana supo captar y aplicar a sus problemas y necesidades. Para la interpretación del evangelio conviene tenerlo en cuenta y saber separar lo que proviene de Jesús de lo que interpretó la primitiva comunidad.

   En las lecturas de la misa de hoy, aparece una enseñanza a primera vista contradictoria. El evangelio termina con la explicación de la parábola de la cizaña. Dice el evangelio por boca de la primitiva comunidad cristiana: "El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados (ciñada) y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes".

   Sin embargo, en la primera lectura del Antiguo Testamento, del libro de la Sabiduría (12,13-19) se dice hablando de Dios: "Tu soberanía universal te hace perdonar a todos".

   Como se ve, en el texto evangélico, algunos -la cizaña- se condenan y van al fuego.

   Parecen dos textos contradictorios dentro de la misa de este domingo. Siguiendo al teólogo Karl Barth, hay un doble aspecto en el hablar y en el actuar de Dios. Es innegable el hecho de que el "no" de Dios está incluido dentro de un "sí" creativo, reconciliador y redentor pronunciado por Dios al hombre. Al ir contra la ley de Dios estamos pronunciando la sentencia de una condenación pero, en ese mismo momento, se despliega la gracia reconciliadora de la muerte de Cristo en la cruz. El sí de Dios está por encima de su no. Sea cual sea la infinita misericordia de Dios, ¡Qué es infinita!, no debemos correr el riesgo de desear con nuestra conducta una condenación.

   ¡Es necesario cumplir el mandamiento evangélico del amor con todas las consecuencias!

   Propósito:
   Que el fijarte en la infinita misericordia de Dios no te haga ser pasota.

martes, 5 de julio de 2011

Domingo XV del Tiempo Ordinario. 10/07/2011. Ciclo A. Mateo 13,1-23

   En este domingo, se trata de la parábola del sembrador. El evangelio de Mateo dedica todo el capitulo 13 al relato de parábolas. La primera de ellas es precisamente la de hoy. Se trata de una estampa maravillosa. Los que amáis la naturaleza podéis imaginarla. Una multitud de gente obliga a Jesús a subirse en una barca para poder predicar. La gente se encuentra a la orilla del lago, en la playa. Jesús, en medio del agua, en la frontera entre Israel y los pueblos paganos.

   En esta parábola, la semilla del reino de Dios cae en diversos terrenos: en el camino, entre rocas o zarzas y por fin, en tierra buena. El fruto es muy distinto según los casos.

   Entre los discípulos que siguen a Jesús, algunos pertenecen al grupo de los apóstoles, pero no todos. La semilla que se siembra es la del reino de Dios contenido en las bienaventuranzas. Ellas constituyen el núcleo de los secretos del reino y la fidelidad a él puede llevar a ser perseguidos.

   Jesús, en el evangelio de Mateo nos habla de actitudes importantes. No sólo hay que oir el mensaje, también hay que entenderlo y ponerlo en práctica. Si no se toma el mensaje como norma de conducta personal, el tentador nos lo arrebatará. En este evangelio subyace la ideología proveniente del judaísmo. La institución judía espera, equivocadamente, un Mesías poderoso. Jesús, por lo tanto, no vale, no es indicativo del poder humano avasallador. La ideología del poder es la que anula el mensaje de Jesús. Este siembra en el corazón, es decir, en el interior del hombre. Es de ahí de donde debe emanar la conducta del cristiano.

   Es necesario que el mensaje de Jesús caiga en buena tierra, donde dé mucho fruto. En tiempos de Jesús, la ideología dominante hacía que muchos no fuesen capaces de penetrar en el mensaje de Jesús. También hoy día, la ideología se introduce, incluso, en la propia Iglesia del Señor. Aceptamos cosas que no vienen de su predicación y no nos paramos a analizar los signos de los tiempos. Ambas cosas nos alejan del propio mensaje de Jesús. En este sentido, es muy importante que los creyentes, siguiendo en la fidelidad íntima al Señor, sepamos tomar en conciencia algunas decisiones que nos parezcan congruentes. No siempre será posible una formación adecuada pero, en la misma doctrina impartida por la jerarquía, aparece que la conciencia es capaz, de por sí, de tomar decisiones importantes dentro de un convencimiento, para ella muy razonable (puede verse Fides et ratio).

   Mantengamos pues, nuestro corazón como tierra abierta y abonada, para que el Señor pueda sembrar en su interior y daremos mucho fruto.

   Actuación:
   Si puedes, acude a grupos de reflexión cristiana.

lunes, 27 de junio de 2011

Domingo XIV del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 03/07/2011. Mateo, 11,25-30

   En este evangelio, Jesús empieza rezando y dando gracias al Padre. Dice así, "Yo te bendigo Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla". Jesús aprendió a rezar desde niño. Los judíos piadosos levantaban su corazón a Dios, en cualquier momento del día, para alabarlo con una oración típicamente judía, llamada "bendición". Esta comienza diciendo: "¡Bendito eres, Señor!" o algo parecido. A continuación se relatan las cosas por las que se dan gracias. Para un israelita todo puede ser causa de bendición a Dios para darle gracias por diversos motivos: el despertar, el acostarse, las lluvias, el sol, un hijo en las diferentes etapas de la vida, un nieto... Jesús respiró desde niño esta fe llena de acción de gracias y alabanza a Dios. Agradecemos al evangelista de hoy que, además del Padre nuestro, nos recuerde este tipo de oración que Jesús hacía, como buen israelita, varias veces al día.

   Viene a continuación un eco de la fiesta de la Santísima Trinidad. Jesús nos habla de la relación mutua entre el Padre y El. Si a los hombres nos enriquece la vida de relación con los demás, no podemos negar a Dios una vida íntima y misteriosa e infinita de relación. Relación íntima porque Dios se basta a sí mismo y relación infinita, indefinible y misteriosa porque, aunque digamos Padre, Hijo y Espíritu Santo, el resultado de esa relación es el infinito e indescifrable misterio de ese Dios infinito.

   Los sabios y entendidos no captan el sentido de las obras de Jesús como Mesías. La insinceridad de aquellos los incapacita para captar el sentido de la predicación y de las obras de Jesús. Es el fruto de las ideologías, que en Jesús no existen. Jesús rompe con todas las de su tiempo. Su predicación es sencilla y con pocas obligaciones. Estas nacen del amor. Por esta razón termina Jesús diciendo: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados". Por las enseñanzas de esos sabios y entendidos que os complican la vida. El yugo de Jesús es llevadero y su carga ligera. ¡Cuántas almas de corazón sencillo han sabido llegar a Dios y vivir realmente una vida de bendición continua! No hacen falta muchas cosas. La oración sencilla varias veces al día, el amor al prójimo, recibir con frecuencia a Dios en la comunión y saber pedir a Dios, de verdad, perdón de nuestros pecados. Todos tenemos pecados, hasta los más santos.

   Compromiso:
   No avergonzarse nunca de dar testimonio de Cristo, como creyentes que somos.

miércoles, 22 de junio de 2011

Solemnidad del Cu6/06erpo y Sangre de Cristo. 26/06/2011. Juan, 6, 51-58. Ciclo A.

   Hoy se celebra la fiesta del Corpus Christi. El evangelio de Juan no habla de la institución de la Eucaristía. Por esa razón, hoy la liturgia se ve obligada a escoger un trozo de la lectura de la multiplicación de los panes, en vez de la parte correspondiente en el relato de la última cena, como puede hacerse con los otros evangelios.

   Comienza Jesús diciendo: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo". Jesús entra en la vida del hombre por la comunión. Dios entra en el campo de la experiencia humana. Los dones divinos tienen su expresión humana.

   Sin embargo, los judíos, al oir a Jesús, se peleaban entre sí diciendo: "¿Cómo puede este darnos a comer su carne?". Las palabras de Jesús, en este caso, no provocan una crítica, sino una pelea entre los mismos judíos. Mientras Jesús se mantuvo en la metáfora del pan no hubo reacciones en contra. Lo que él decía podía interpretarse como que se presentaba como un maestro de sabiduría enviado por Dios. Pero, ahora, cuando habla de comer su carne, las cosas cambian.

   Juan, en este evangelio, habla desde la perspectiva de su comunidad cristiana, es decir, desde la perspectiva de los primeros cristianos que ya celebran la eucaristía. Juan escribe con conocimiento de causa.

   El mismo escándalo de los judíos se manifiesta entre algunos de los escritores paganos de la época. Afirman que los cristianos, cuando se reunen, celebran una comida y se alimentan de la carne de un niño. ¡Es toda una expresión de la presencia de Jesús en la eucaristía! Nos alimentamos del cuerpo espiritual de Jesús resucitado.

   "Quien come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él", dice el evangelio de hoy. La adhesión a Jesús no es un modelo exterior que imitar, sino una realidad interiorizada. Con la comunión, cambia nuestro medio interior, se produce una sintonía con Jesús que nos hace vivir identificados con él.

  Jesús sigue con la afirmación de comer su carne, pero no vuelve a registrarse reacción alguna entre los judíos que lo habían criticado. No hay nuevo alboroto. Todo el relato va dirigido al círculo de creyentes, que viven la eucaristía.

  Compromiso:
  No te avergüences de levantarte del lugar donde te encuentres durante la misa, para ir a comulgar. Con el pensamiento, pide de verdad perdón a Dios de todos tus pecados, échate en los brazos de Dios y vete a comulgar. Habiendo comulgado, aprovecha para hacer oración. Dile lo que sepas decir.

lunes, 13 de junio de 2011

Solemnidad de la Sma. Trinidad. 19/06/2011. Ciclo A. Juan, 3,16-18

   Aunque con otras palabras, el evangelio de hoy comienza afirmando que Jesús Hijo es un regalo de Dios Padre, para que todo aquel que le preste su adhesión tenga vida definitiva. Jesús es el don del amor de Dios a todos nosotros. Es la mejor manifestación del amor que nos viene de lo alto.

   En el evangelio de Juan, hasta este momento, se le había llamado a Jesús de dos formas: "El Hijo del hombre" que equivale a "el Hombre", y "el único Dios engendrado". En Jesús se une la vida humana y la procedencia divina. La denominación que aparece hoy resume las dos formas. Jesús es el máximo exponente del hombre que hace presente la plenitud de Dios.

   Antes de Jesús, el contacto con Dios dependía de intermediarios, de maestros y jerarquía. Ahora, basta con ser fiel al amor de Dios manifestado en la adhesión a Jesús, con todo lo que ello significa. Ese Jesús que nos envió el Espíritu Santo y que, como recordó el Concilio Vaticano II, habita verdaderamente en todo el pueblo de Dios. Y, según el mismo concilio, el pueblo de Dios es anterior a la jerarquía aunque esta sea necesaria, pero sólo en parte. Sin olvidar que el Espíritu Santo sopla en todo el pueblo de Dios.

   Así es la manifestación de la Santísima Trinidad, misterio cuya fiesta celebramos hoy. Por ello, es necesario ofrecer unos retazos de comprensión, o mejor, de situación ante el inefable misterio. La Trinidad no es un absurdo lógico o numérico, pues Dios no puede reducirse a categorías humanas como es el número. Cuando hablamos de que el Padre, el Hijo y el Espíritu son Un Sólo Dios, no estamos diciendo 1+1+1=3; esto sería hablar de un Dios con límites numéricos. Dios es el infinito desconocido más el infinito desconocido más el infinito desconocido, que es igual al infinito desconocido. Dios, ese misterio infinito, no es un conjunto de elementos. Dios es un misterio inefable y esta es la clave de la Trinidad. La Trinidad no es un misterio que tenga que ser creído, sino una imagen de lo inaccesible de Dios, una imagen de Dios que se supone que los cristianos contemplan de una manera especial. Como piensa Gregorio Nazianzeno, en su Oratio, 29,6-20, los cristianos, al meditar sobre la Trinidad, son conscientes de que Dios no guarda ninguna relación con ningún ser de nuestra experiencia.

   La Trinidad ha sido fundamental en la espiritualidad ortodoxa oriental. Sin embargo, para los cristianos occidentales, ha resultado muy desconcertante.

   Compromiso:
   Profundizar en el misterio de Dios a través de la Trinidad y que ello redunde para nosotros en una nueva visión del misterio inefable.

martes, 7 de junio de 2011

Solemnidad de Pentecostés. 12/06/2011. Juan 20,19-23.

   Este relato del envío del Espíritu Santo a todos los discípulos tiene muchos puntos de contacto con la celebración de la eucaristía. El texto original griego mejora notablemente la traducción de la lectura que se hace en la misa. El evangelio de Juan, al que me refiero por ser el de este domingo, dice que los discípulos estaban cerrados, donde se encontraban reunidos, no sólo con llave sino también con una barra, cerrojo o tranca. En efecto, tenían miedo a los dirigentes judíos y se sienten desamparados en medio de un ambiente hostil. Recuerda esto la cita de Isaías, capítulo 26, vv.20s.: "Anda, pueblo mío, entra en los aposentos y cierra la puerta por dentro; escóndete un breve instante mientras pasa la cólera. Porque el Señor va a salir de su morada".

   Y así es. Jesús se hace presente en el centro y como algo distinto del mundo. Jesús no entra por la puerta o por un extremo. Jesús está en el centro de la comunidad reunida y es la fuente del Espíritu que reciben los discípulos.

   Otro dato eucarístico es la hora en que se sitúa la escena. Ya anochecido, y el día primero de la semana, es el momento que las primeras comunidades cristianas adoptaron para celebrar su reunión de la eucaristía.

   En dicha celebración eucarística y, por tanto, con Jesús como centro, sucede lo principal del evangelio de hoy. Jesús sopla sobre los discípulos, no sólo sobre los apóstoles que allí estuvieran, y les dice: "Recibid Espíritu Santo. A quienes dejéis libres de los pecados, quedarán libres de ellos; a quienes se los imputéis, les quedarán imputados". Como se ve, estas palabras se dicen a todos los discípulos, sean o no apóstoles. Sin embargo, tristemente, habrá predicadores que, en este domingo, atribuirán el derecho de perdonar los pecados sólo a los apóstoles y no a todos los discípulos, como dice el evangelio de hoy y como consta en otros textos del Nuevo Testamento. He podido comprobarlo y es una tentación facil.

   Se impone decir algo sobre el Espíritu Santo. Es lo más importante. Nunca podemos olvidar que Jesús es plenamente judío. Y también entre los judíos se dan casos de descender el Espíritu Santo sobre ellos en la forma de un fuego y un viento impetuoso, cuando aman la Presencia Divina o cuando leen y estudian reunidos la palabra de la Biblia. Es una experiencia religiosa maravillosa. Es un precioso regalo de Dios. Es una acción objetiva de Dios en las almas. Y ello va acompañado de un envío a la misión, pues ninguna exégesis bíblica estaba completa mientras no se encontrara una norma práctica nueva, que respondiera a las necesidades inmediatas de la comunidad. ¡Qué buena exégesis del evangelio de hoy, si se abriesen nuevas formas del perdón de los pecados! Los signos de los tiempos lo piden, la comunidad lo necesita y, con ella, el Espíritu clama con gemidos inenarrables (1ª Corintios).

   Propósito:
   Aprende a arrepentirte sinceramente de tus pecados ante Dios, dedicando para ello un momento de oración. Y, si es necesario, pide perdón a quien ofendiste.
  

lunes, 30 de mayo de 2011

Ascensión del Señor. 05/06/2011. Ciclo A. Mateo 28,16-20.

   De todos los libros del Nuevo Testamento, sólo en los Hechos de los Apóstoles se describe la Ascensión de Jesús a los cielos como un fenómeno visible (Hechos, 1,2-12). Con frecuencia, en el Nuevo Testamento se habla de exaltación de Jesús, en vez de ascensión. Así se destaca en la antigua canción que se cita en la carta a los filipenses (Filip. 2,6-11).

   En la carta a los Hebreos (1,3-4), tampoco se habla de ascensión, pero se afirma que está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas. La carta a los Efesios (Ef. 1, 20-22) dice que Jesús, el Hijo, fue investido por Dios con una autoridad suprema sobre el mundo. Según Efesios 2, 4-6 a sus seguidores, Dios nos hace sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús. El evangelio de Marcos 16, 19 dice que el Señor fue recibido arriba en el cielo y se sentó a la derecha de Dios.

   Como se ve, el momento de la ascensión de Jesús a los cielos está poco relatado, y su objetivo es dejar claro que las apariciones posteriores a la resurrección ya se han terminado. Como vemos, lo esencial de la fiesta que hoy celebramos es que Jesús resucitado se encuentra exaltado y glorioso, con gran poder, junto a la majestad divina, donde nos espera a cada uno de nosotros. Cómo fue el tránsito glorioso de este mundo al otro jamás lo sabremos. Lo cierto es que Jesús fue exaltado a la diestra de Dios Padre y a esto lo llamamos la Ascensión.

   El relato de la Ascensión de Jesús tal como lo describe Lucas, se inspira, según los exégetas de la Biblia, en la ascensión del profeta Elías tal como se nos describe en el libro segundo de Reyes, 2, 9-12.

   La Ascensión de Jesús simboliza el final de un viejo orden mundial y el comienzo de una nueva etapa. En Jesús todos hemos sido salvados. Salvados por gracia y no como mérito de nuestras obras, por buenas que sean. Nuestro futuro nos lleva a la existencia de un cielo completamente nuevo y una tierra también completamente nueva, como dice el Apocalipsis, cap. 21,1. Y, en ese cielo nuevo, nos encontraremos con Jesús exaltado a la derecha de Dios Padre.

   Jesús nos ordena que hagamos discípulos por todo el mundo y que bauticemos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar el mandamiento del amor. Así, hasta el fin del mundo.

   Compromiso:
   Piensa cómo podrías hacer discípulos de Jesús o mejorar tú como tal discípulo. Es un compromiso duro sin lugar a dudas.

martes, 24 de mayo de 2011

Domingo VI de Pascua. 29/05/2011. Ciclo A. Juan 14, 15-21.

   En el siglo XXI, y cuando se pide la nueva evangelización de Europa, se impone la necesidad de profundizar a nivel inteligible para los fieles, la doctrina sobre el Espíritu (con mayúscula).

   En el evangelio de hoy, comienza Jesús afirmando que "si me amáis cumpliréis mis mandamientos". En efecto, para cumplir lo que Jesús nos manda sólo podemos hacerlo si lo amamos a él. Los mandamientos de Jesús no se nos imponen, son sólo exigencias del amor a él. Jesús habla de sus mandamientos para contraponerlos a los mandamientos de la antigua ley de Israel, también llamados de la ley de Dios. Jesús no dice "mis mandamientos" sino los mandamientos "míos". Los mandamientos de Jesús no sabemos cuantos son. Son la respuesta del amor a las necesidades del hombre en cada circunstancia. Y, para cumplir con tanto es necesario amar mucho a Jesús.

   Relacionado con el mandamiento del amor está la permanencia del Espíritu de la verdad en nosotros. Sólo a través de Jesús recibe la comunidad el Espíritu de la verdad. Según el griego, en cuyo idioma están escritos los evangelios, la misma palabra significa verdad y lealtad. El Espíritu de la verdad que nos da Jesús es el Espíritu de la verdad y la lealtad a la vez. Es el amor leal con que nos ama el Padre Dios. Esa es la verdadera realidad divina donde todo el amor que nos tiene es toda la verdad.

   Dice Jesús que el mundo no puede recibir el Espíritu de la verdad, del amor. El "mundo" está usado aquí en sentido peroyativo. Es el orden injusto que existe en la sociedad, donde abunda la mentira, la injusticia, la ideología. Es la interpretación propia del evangelio de Juan. Y los que pertenecen a ese mundo no son capaces de captar y entender la vida del Espíritu. Ni la quieren.

   Jesús sabe que pronto morirá. Por esa razón, afirma que dentro de poco el mundo ya no lo verá. Pero, discípulos de Jesús sentirán su presencia por el Espíritu. Jesús prepara a sus discípulos para el momento en que se queden solos.

   Jesús dice que sus discípulos experimentaremos que él está con el Padre Dios y nosotros con él, así como él con nosotros. Se trata de un conocimiento por experiencia interior. Es innegable para el creyente.

   Aunque no se toque en esta explicación, no podemos olvidar que el Espíritu de verdad que Jesús nos prometió se comunica tanto a los discípulos que podíamos llamar progresistas, como a los más conservadores. Lo fundamental es el mandamiento del amor que Jesús nos da. Ojalá encontremos ocasión para tratar dicha temática.

   Práctica:
   Este evangelio se presta mucho para la reflexión.

 
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