martes, 26 de septiembre de 2017

XXVI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 1/10/2017. Mateo 21, 28-32

   En este domingo, aparecen dos ideas principales: la conversión, es decir, volvernos hacia Dios practicando la justicia y, nuestras relaciones los unos con los otros. Estas dos ideas pueden reducirse a una. En efecto, para llegar a nuestro conocimiento de Dios a través de las Sagradas Escrituras nada mejor que reunirse en grupos de dos o tres y así descifrar sus significados.

   Como texto a memorizar, recordando el evangelio de hoy, se propone "En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios (Mateo 21,31)".

   La primera lectura, tomada del libro bíblico de Ezequiel, (18,25-28), comienza afirmando que algunos comentan que no es justo el proceder del Señor. No hace mucho, tropecé con una mujer que había dejado de creer porque, a pesar de sus oraciones, su esposo había muerto y soportado muchos dolores antes de morir. Para ella no era justo el proceder del Señor. ¿Qué se puede responder? Es necesario aprender a echarse en los brazos de Dios, un día y otro día. Desde temprana edad. Hacer de ello una oración. Hablar con Dios. Abandonarse en su regazo, en vez de pedirle cosas. Confiar en que esto es lo mejor, pero debe estar impregnado de un verdadero espíritu de oración. Así, comprenderemos mucho mejor a Dios si, además, hemos aprendido a hablar de Dios a los demás.

   La segunda lectura de la carta a los Filipenses (2,1-11), resume su enseñanza en: "manteneos unánimes y concordes en el amor y en el sentir del Señor. Mantenerse sin envidias. Tengamos entre nosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús, nos ha servido de ejemplo.

   Ya en el evangelio, el meollo de esta lectura está en la aclaración de Jesús: "En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el Reino de Dios. Porque Juan os enseñó el camino de la justicia y no lo practicáis; sin embargo, los publicanos y prostitutas sí lo practicaron. (El creer de la Biblia tiene el sentido de practicar)".

   Hoy, por primera vez en la historia, muchísimas personas no quieren saber gran cosa de Dios. No alcanzan a experimentar gran cosa de Dios, no saben lo que es vivir cerca de Dios, no saben lo que es relacionarse con Él. Aunque alguna vez hayan rezado, no han  hecho realmente oración. Y lo que es grave, no han practicado la justicia con los demás. La justicia abarca muchos campos y a la justicia da una importancia muy grande Jesús de Nazaret. En los tiempos actuales es necesario que nuestra fe hable directamente a las necesidades de este mundo y que salga directamente de la fuente de Dios. Por esta razón, nuestra oración ha de ser, como afirma el teólogo Rahner, oración mística, es decir, de unión con Dios. No de un simple recitado de oraciones.

   Compromiso:
   En muchas de las veces que uses la palabra fe, prueba a cambiarla por el verbo creer.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Domingo XXV del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 24/09/2017. Mateo 20,1-16

   El tema central de este domingo es la libertad que debemos conceder a Dios, ya que sus caminos son más altos que los nuestros y él ve y dispone desde una visión mucho más elevada que la nuestra. Esta disposición de respetar la plena libertad de Dios y echarse en sus brazos, es fundamental para nuestra vida de fe y de santidad.

   Como texto bíblico para memorizar, meditar y reflexionar proponemos "mis caminos son más altos que los vuestros (Isaías 55,9)" o también : "¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis planes? (Mat. 20,15)".

   La primera lectura (Isaías 55,6-9) nos anima a buscar al Señor, a abandonar nuestro pernicioso camino y volvernos hacia Él, sin olvidar que Dios es rico en perdón. Echémonos en sus brazos pues sus caminos son más altos que los nuestros.

   En la segunda lectura (Filipenses 1,20c-24.27a), se enfoca la vida evangelizadora de Pablo. Vive tan unido a Cristo, que suspira por morir, para estar siempre con El. Sin embargo, mientras esté en esta vida, puede trabajar lo indecible para que las personas vivan cada vez más cerca de Dios. Esta es su meditación. Pablo ve que es necesario predicar el reino de Dios y que los nuevos cristianos lleven una vida digna del Evangelio de Cristo. ¿En las conversaciones que a lo largo de la semana hablamos con los demás, sabemos introducir alguna vez algún tema sobre las cosas de Dios? Pues esto lo hacía Pablo.

   En el evangelio, se nos presenta el tema de la libertad de  Dios. Después de referirse a los obreros contratados para la viña en diversas horas del día, incluso prácticamente al final de la jornada, el dueño comienza a pagar a cada uno, y lo hace comenzando por los últimos, que reciben un denario cada uno. Esto hace que los primeros que empezaron a trabajar se hagan la ilusión de que recibirán un salario mayor, pero no sucede así. Y protestan. El dueño se reafirma y contesta: "¿No os ajusté en un denario? ¿No os he dado lo suficiente para vivir? ¿Es que os hago alguna injusticia? Si yo quiero dar a los últimos igual que a los primeros, ¿hago alguna injusticia con ello? ¿Es que yo no tengo derecho a libertad en mis asuntos, no cometiendo injusticias? ¿O me vais a tener envidia porque soy bueno y ayudo a los demás como creo oportuno?"

   Dios mira, a menudo, nuestras necesidades, no las horas de trabajo, como hacen muchos padres con sus hijos. ¿Es que merecemos tantas gracias como recibimos de la mano de Dios? ¿Es que Dios nunca puede tener libertad para que pueda ser publicado un documento como "Amoris letitia" que puede traer tanta paz a personas que, en una situación anómala, tratan de ser fieles a Dios? ¿A quién damos la razón a Francisco, Papa, o a los cuatro cardenales que se oponen? ¿Con quién está Dios? Si está con el Papa como custodio de una recta doctrina, por qué tratamos de buscar cinco pies al gato. Seamos humanos -que es la verdadera caridad- y demos plena libertad a Dios, que será nuestro bien.

   Compromiso:
   Medita sobre la libertad de Dios, que siempre será para nuestro bien.

martes, 12 de septiembre de 2017

XXIV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 17/09/2017. Mateo 18,21-35

   Las lecturas de este domingo se resumen en el Padre Nuestro, cuando rezamos: "Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden". Concentrémonos, pues, en la enseñanza de dichas lecturas, empapémonos en ellas, para llenar de ese espíritu la oración que Jesús nos enseñó.

   Recordemos y memoricemos la frase del libro bíblico el Eclesiástico 28,2 "Perdona a tu prójimo la ofensa que te ha hecho y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas".

   La primera lectura se toma de un libro que no está en la Biblia judía, sino sólo en la católica. Es el Eclesiástico o Siracida, pues tiene los dos nombres (27,33-28,9). No debe confundirse con el Eclesiastés. Para sacar buen provecho de esta lectura basta recordar y meditar sobre algún texto de la misma. El mismo que se ha propuesto para memorizar y, por ejemplo, "No tiene compasión de su semejante, ¿y pide perdón de sus pecados?". Con estos pensamientos recemos el Padre Nuestro.

   La segunda lectura (Romanos 14,7-9) es muy apropiada para copiarla toda entera o parte, en un recordatorio de fallecimiento. Por ejemplo, "si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos (14,8)". Preciosa y puede servirnos para echarnos en brazos de Dios y decirle a Dios que lo amamos. Magnífica oración.

   Ya en el evangelio, se continúa en la línea del perdón. En las lecturas de hoy, tenemos un verdadero proyecto de vida basado en la misericordia. Todo lo que sea perdón es como un paliativo espiritual, es como aceite que suaviza y nos hace cada vez más buenos. Como un proyecto de vida se nos presenta el perdón en el evangelio de hoy, pues nos dice Jesús que debemos perdonar hasta setenta veces siete. Esta cantidad quiere decir plenitud, siempre. Eso significa en la Biblia el número siete. Así que es todo un proyecto de vida.

   El evangelio de hoy es algo largo porque lo acompaña todo un ejemplo sobre el perdón. O mejor, sobre las consecuencias de no perdonar. El que no ha perdonado es entregado a los verdugos hasta que pague toda la deuda. Y, lo mismo hará con nosotros el Padre celestial, si cada uno de nosotros no perdonamos de corazón a nuestro hermano. La enseñanza está bien clara.

   Como resumen de toda la enseñanza de este día puede servirnos la lectura del salmo 102 rezado en la misa de hoy. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en el perdón (Salmo 102).

   Compromiso:
   A menudo no sabemos perdonar de verdad. ¡Entrénate!

martes, 5 de septiembre de 2017

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 10/09/2017. Mateo 18,15-20

   La idea central de la liturgia de hoy es nuestra relación con los demás sea a modo individual, sea formando una comunidad. Los dos aspectos son de importancia capital para la misma marcha de la Iglesia.

   Como frase para memorizar proponemos: "Todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará atado en el cielo (Mateo 18,18).

   La primera lectura se toma del libro de Ezequiel 33,7-9. Expresa nuestra obligación de hablar a los demás sobre las cosas de Dios. Siempre que tengamos oportunidad, debemos hacerlo. Dice esta lectura que el Señor nos ha puesto de centinelas para hablar de su parte.

   La segunda, tomada de la carta de San Pablo a los Romanos (13,8-10), comienza con una maravillosa frase: "a nadie le debáis nada, a no ser amor". En efecto, el que ama ya cumplió toda la ley. Todos los mandamientos se resumen en "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Amar es cumplir toda la ley.

   La lectura evangélica continúa en la misma línea. Jesús no manda al defensor que vaya a pedir perdón al ofendido, sino, al contrario, es éste quien debe tomar la iniciativa y mostrarle que ha perdonado facilitando la reconciliación, y no dando publicidad de la ofensa. Puede ser que el ofensor no se avenga a un arreglo amistoso y no quiera reconocer su falta. Entonces, será necesario el arbitraje de la comunidad y si no hace caso a su dictamen, el ofensor será tenido como un pagano y recaudador. Pagano, en el sentido de que aunque se proclame seguidor de Jesús, no conoce al verdadero Dios, que es todo perdón. Y recaudador, porque, aún conociéndolo, no hace caso de su voluntad.

   A continuación dice Jesús, no sólo a Pedro sino a toda la comunidad, "todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos". Los que atan y desatan no son los dirigentes - hoy día sacerdotes -, sino toda la comunidad.

   Aquí Jesús se dirige a la comunidad y repite las palabras dichas a Pedro en el capítulo 16 de este evangelio de San Mateo. Se lo dice como primer creyente. Pedro era prototipo de la comunidad de creyentes. Pero el poder de decidir está sin duda, por deseo de Jesús, en la misma comunidad. Es evangelio puro.

   ¿Y por qué tiene fuerza lo acordado por la comunidad? Esta pregunta se contesta al final del evangelio de hoy. En efecto, donde están dos o tres reunidos en el nombre de Jesús allí está él, en medio de ellos. Como la decisión se toma todos juntos y habiendo orado profundamente y de verdad, lo acordado por los hombres queda confirmado por Dios. Si obrásemos siempre de esta forma no se habría introducido tanta ideología en la Iglesia, como de hecho ha sucedido. Ideologías que ahora cuesta mucho erradicar. ¡Qué se lo pregunten al Papa Francisco!

   Compromiso: 
   Reúnete con otros para hacer oración profunda y tener vivencia de la cercanía de Dios en nuestros corazones.

viernes, 1 de septiembre de 2017

XXII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 3-9-2017. Mateo 16,21-27

   El mensaje de la liturgia de este domingo es clarísimamente la fidelidad a Dios todos los días de nuestra vida. Si el domingo anterior se afirmaba que nuestra fe debe ser una fe firme y nuestra relación con Dios cada vez más profunda, hoy es el día de la fidelidad a Dios. Tengámoslo muy presente. Como frase para memorizar se propone la siguiente de la primera lectura: "La palabra del Señor era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huesos" (Jeremías 20,9).

   Dice el profeta Jeremías en esta lectura que se dejó seducir por el Señor. Él lo forzó y lo sedujo. Pero, por ser fiel a Dios lo despreciaron y lo pasó muy mal. Y aunque intentaba contener ese "fuego ardiente" mencionado, no podía. Ojalá sintamos en nosotros esa fuerza divina para cumplir los deseos de Dios. Y seamos valientes, por amor y fidelidad a Él.

   San Pablo, en su carta a los Romanos (12,1-2), nos pide que presentemos a Dios nuestros cuerpos como hostia viva, santa y agradable a Dios. Y un consejo muy fundamental: que sepamos discernir lo que es la voluntad de Dios. Y Dios es amor. Seamos fieles al Espíritu. Invoquémoslo con frecuencia, sinceramente, y no seremos víctimas de ninguna ideología. Ni siquiera de las que algún pastor trate de meternos por la cabeza.

   En el evangelio de hoy, Jesús habla a los discípulos de lo mucho que tenía que padecer y que sería ejecutado y resucitaría al tercer día. Al oírlo, Pedro se puso a reñirlo y le dijo: "No lo querrá Dios, señor". Jesús le contesta y le dice: "Tu piensas como los hombres, no como Dios".

   Es muy reconfortante echarse en los brazos de Dios, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, siempre. Así nos sentiremos cerca de Él.

   Después dice Jesús a sus discípulos: "El que quiera ser mi discípulo, que cargue con su cruz y me siga". Continúa afirmando que el que pierda su vida por él, la encontrará. Existe una forma implícita de realizar lo mismo, de ser mártir por cumplir el evangelio. Es el caso de dar la vida por librar a otro de perderla. Según estableció el actual Papa, Francisco, basta ese comportamiento para iniciar la causa de beatificación. Esto puede abrir en un futuro la posibilidad de que sean canonizables personas de otras religiones. Dar la vida por otro sería la máxima expresión de amor humano y evangélico.

   Termina este evangelio afirmando que el Hijo del Hombre pagará a cada uno según su conducta. Pero, ¿con qué moneda nos pagará? Dios siempre nos paga con demasiado exceso, es excesivamente misericordioso.


   Compromiso: ¿Has sentido alguna vez el fuego ardiente de Dios que te llama a trabajar por Él?


 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.