martes, 10 de enero de 2012

Domingo II del Tiempo Ordinario. 15/01/2012. Ciclo B. Juan, 1, 35-42

   Es curioso que a Juan el Bautista, Juan en su evangelio nunca le aplica verbos de moverse, de cambiar de sitio. El Bautista se presenta como una figura estática mientras dura su misión, que no terminará hasta que Jesús comience la suya. Dice el evangelio de hoy, que estaba Juan con dos de sus discípulos y fijándose en Jesús que pasaba, dijo: "Este es el cordero de Dios". Al oir esto, los dos discípulos siguieron a Jesús y le preguntan que dónde vive. Lo llaman "Maestro" indicando que lo toman por guía. Además, en aquel tiempo, la misión del maestro no se limitaba a la transmisión de una doctrina, sino que, además, se aprendía un modo de vivir. La vida del maestro era pauta para la del discípulo. Esta es la razón por la cual preguntan a Jesús dónde vive.

   Los dos discipulos han de experimentar lo que es la convivencia con Jesús. Además, Jesús, según el comienzo del evangelio de Juan, está en la zona de la vida. Está donde Dios se hace presente entre los hombres y todo ello conlleva una experiencia personal que no puede conocerse por mera información. De ahí la necesidad de convivir con Jesús, de estar cerca de él. Como dijo el teólogo Danielu, la fe está basada en un contacto personal con Cristo. Y se refería a nuestra propia fe. En esta dirección debe ir la nueva evangelización, de la que tanto se habla hoy. Lo importante es el contacto personal con Cristo, con unas prácticas religiosas o con otras, aunque no debemos aferrarnos a dichas prácticas sino que estamos obligados a ser fieles a las prácticas originales del Nuevo Testamento, que no siempre coinciden con las de hoy, pues siempre hay una evolucíon histórica. Si supiésemos volver una y otra vez al Nuevo Testamento, nos adaptaríamos mejor a la evolución de los tiempos, porque la sencillez es maestra de la vida.

   Cuando los dos discípulos deciden quedarse a vivir con Jesús es la hora décima, o las cuatro de la tarde en nuestro cómputo. Poco después, comienza para los judíos el nuevo día. El evangelista desea comunicar que termina una época, la anterior a Jesús, y va a comenzar una nueva etapa.

   Aparece en escena Simón Pedro, de quien dice Jesús que lo llamaron Cefas (que significa Piedra). En este evangelio, Jesús nunca lo llamará Pedro (Piedra). El escritor del evangelio sí. No es muy correcta la traducción del libro de lecturas de la misa.

   Jesús es el Ungido, como afirma Andrés, porque al salir de su bautismo fue lleno del Espíritu y permanece en Él.

   Compromiso:
   Reflexiona sobre este comentario evangélico.

 
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