miércoles, 19 de mayo de 2021

Solemnidad de Pentecostés. 23/05/2021. Juan 20, 19-23

    Empezamos un tiempo nuevo en la liturgia de la Iglesia: es la Solemnidad de Pentecostés. Ayer, fue el séptimo sábado después de Pascua y mañana, lunes 24, comienza el tiempo ordinario de la liturgia de la Iglesia. Hoy es como un cruce de caminos, en el que empieza una gran avenida. Es la gran avenida que nos abre el Espíritu Santo que habita en nuestras almas, en lo más íntimo de cada uno de nosotros. Es el que mueve, el que anima toda nuestra vida interior, nuestra vida mística, de la que debemos ser plenamente conscientes para crecer cada vez más en esa realidad divina.


   La primera lectura se toma de los Hechos de los Apóstoles 2, 1-11. Los apóstoles vieron aparecer unas lenguas que se posaban encima de cada uno de ellos y se llenarono todos del Espíritu Santo. Empezaron a hablar, sin duda, de la vida del Espíritu Santo en cada uno de nosotros. No cabe duda que Dios manifiesta su grandeza en cada uno de nosotros si se lo permitimos, si le abrimos nuestras almas, si lo dejamos actuar en nosotros.


   Repitamos varias veces durante el día: "Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra" (Salmo 103).


   Segunda lectura: 1 Cor. 12, 3b-7.12-13. Nadie puede decir: Jesús es el Señor, sino por el Espíritu Santo. Así es la vida interior en cada uno de nosotros. Toda ella es obra de Dios. Aunque parezca que es obra nuestra, no lo es. Es obra de Dios. No lo olvidemos jamás. Si no lo vemos así, si Dios no obra en nuestro interior, no será una obra con valos sobrenatural. Como dice San Pablo, todos hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo Espíritu.


   El evangelio se toma de Juan 20, 19-23. Los discípulos tienen miedo y se encuentran en una casa con las puertas cerradas. Tienen miedo pero Jesús los llenará de paz.  Es lo primero que les trae, que les da. En los países donde hay persecución, los cristianos mantienen la paz, la confianza en Dios, y están dispuestos a morir por no renunciar a Cristo y seguir siéndole siempre fieles. Jesús les da una alegría, una paz especial. Aún hoy en día, Jesús nos sigue diciendo: paz a vosotros. Y nosotros nos llenamos de alegría si vivimos junto a Él y le somos fieles de verdad. Es el regalo que Jesús tiene para todos los que somos sus discípulos: "Recibid el Espíritu Santo: a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos". Bonito regalo. Es algo que debemos aprender. Perdonarnos unos a otros. Sería bonito que te enteraras cómo era el perdón de los pecados al comienzo del cristianismo. No era igual que hoy día. A ver si eres capaz. ¡Antes de la penitencia pública! 


Hoy, sí podemos comprometernos a algo. Haz oración y pide a Dios perdón de tus pecados. Del pedir perdón de tus pecados haz una verdadera oración, conviértelo en oración. Y si consideras que debes pedir perdón a alguien, hazlo también. Has quedado perdonado de verdad.

 
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