miércoles, 18 de diciembre de 2019

IV Domingo de Adviento. Ciclo A. 22-12-2019. Mateo 1,18-24

     Hoy es el cuarto y último domingo de Adviento, caracterizado por la cercanía de Dios a todos nosotros. Ojalá sepamos vivir en profundidad el continuo roce con este Dios que nos fascina. Que nos haga vibrar hasta en las entrañas.

     Como frase a recordarse propone una del evangelio de hoy: "Dará a luz un hijo y tu (José) le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo, 1).

     Isaías 7,10-14 nos hace entrega de la primera lectura. Dice Isaías que el Señor, por su cuenta, nos dará un signo: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pone por nombre Enmanuel (que significa Dios con nosotros).

     Dios entra en nuestra esfera y no cabe duda que entrará dentro de nuestras experiencias vitales. Estará con nosotros cuando hacemos oración, sobre todo en la Iglesia. Sentiremos su presencia viva cuando comulgamos. Ciertamente, Dios se hace presente en nosotros de alguna manera. No cabe duda que hay una relación entre las verdades de nuestra fe y nuestras experiencias. Para nosotros, Jesús siempre se llamará Enmanuel, es decir, Dios con nosotros.

     En la segunda lectura (Romanos 1,1-7), se pasa del Enmanuel nacido de la virgen al Jesús resucitado de entre los muertos. Principio y final que no acaba de la maravillosa vida que Dios nos trajo.

     Hasta aquí, hay grandes motivos e ideas para meditar. Ojalá nos comprometamos durante el 2020 a quedarnos diez o quince minutos contemplando estas y otras ideas del Dios que se acerca a nosotros. Sería estupendo si somos perseverantes y lo hacemos cada día, cada domingo: ¡maravillosa oración!

     El evangelio de hoy podemos resumirlo en tres ideas. La primera es que María espera un hijo que es obra del Espíritu Santo. María, nuestra madre, es la primera agraciada. Ella nos abraza y nos da un fuerte apretón. Y, así, da gracias a Dios.

     Ante el misterio que representa el que Dios se haga hombre y venga a vivir entre nosotros para ser nuestro pastor, nuestra actitud debe ser la de acción de gracias, y permanecer siempre abiertos a Dios, Un antiguo refrán decía: "Creo para entender". Efectivamente, ella nos da una luz especial que nos hace ver las cosas de la fe con una meridiana claridad. Es la luz que viene del mismo Dios y que a los creyentes nos sigue en cada momento.

     Con estas reflexiones, vayamos preparándonos para la Navidad que se acerca. Ellas deben impregnar toda nuestra vida.


 
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