jueves, 27 de septiembre de 2018

Domingo XXVI del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 30/09/2018. Marcos 9,38-43.45.47-48

   Hay diversas formas de oponerse a que triunfe la causa de Dios o el mensaje de Jesús. Las lecturas de la misa de hoy nos presentan dos fundamentales: la prohibición de predicar la palabra de Dios y el afán de acumular riquezas. Los dos son de vigente actualidad.

   Como frase a recordar se propone el final de la primera lectura: "¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!". Es una frase del Antiguo Testamento y, sin embargo, tiene plena vigencia en los tiempos actuales. Ten esta frase muy presente durante la misa de hoy para hacer de ella un propósito muy firme de colaboración para extender las enseñanzas de Dios, es decir, de Jesús.

   La primera lectura se toma del libro bíblico llamado Números, 11,25-29. En ella, se ve que  muchos ancianos tenían, como Moisés, el espíritu de profetizar. Sin embargo, dos no estaban junto a los demás, por lo que se pensó que no tenían el espíritu profético. Pero, estos se pusieron a profetizar y se pidió a  Moisés que se les  prohibiese hacer tal cosa. Sin embargo, él contestó: "Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!" Es decir, todos tenemos la mismísima obligación que los sacerdotes de tomar decisiones para entender el evangelio.

   La segunda lectura encuadra perfectamente en la doctrina social de la iglesia expuesta en sus cimientos en las encíclicas Rerum novocriam y Quadragesimo anno. A su lado, esta segunda lectura cobra pleno sentido. Leámoslas para aumentar nuestra cultura religiosa.

   El evangelio nos muestra a uno que expulsaba demonios en nombre de Jesús, pero que no seguía a los Doce. Aquí no es Pedro el que se hace portavoz de los Doce, es Juan el autoritario, el hijo del Trueno. Expulsar demonios significa liberar de los fanatismos violentos y que van en contra de la convivencia humana. Juan identifica a Jesús con el grupo de los Doce, excluyendo todo seguimiento de Jesús que no conlleve el del grupo. No cae en la cuenta de que cada cristiano está vinculado a Jesús sin intermediarios. En este evangelio se reflejan, sin duda, conflictos pertenecientes a la época de Marcos contra los cristianos judaizantes. En el evangelio de hoy queda claro que acercarse a los demás con la actitud de Jesús es una ocasión para que la gente encuentre a Dios. Quien nos dé de beber un vaso de agua por el motivo de que somos del Mesías, no va a quedar sin recompensa. Dar un vaso de agua es una expresión de acogida y solidaridad.

   En este evangelio se habla del escándalo de los pequeños. Estos designan a los seguidores de Jesús que no proceden del judaísmo. Escandalizar, aquí, es lo mismo que hacer que vacile la fe en Jesús. La fe de los cristianos que anteriormente no habían sido judíos se veía despreciada por los Doce y compañía. A los que la desprecian mejor sería que les pusieran una piedra de molino y al mar... o cortarles las manos y a la "gehenna" y así sucesivamente. El que no favorezca a los que  evangelizan tendrán su castigo.

   Lo importante es ser de Jesús, provenga uno de donde provenga.

   Compromiso:
   Sentirse cerca de Jesús, aunque uno no opine como la jerarquía.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Domingo XXV del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 23/09/2018. Marcos 9,30-37

   Creo que una frase que compendia las tres lecturas de este domingo es la de la carta de Santiago o segunda lectura, que afirma que la sabiduría viene de lo alto.

   Repitamos de verdad y convencidos, con frecuencia, que la Sabiduría que viene de lo alto es comprensiva, conciliadora y llena de misericordia.

   La primera lectura es del libro de la Sabiduría (2,12.17-20). Se propone la prueba de sangre: Acechar al justo para comprobar si sus palabras son verdaderas. Pero, el justo sigue siendo fiel hasta el final, aunque le cueste la vida. Los malos condenarán al justo a una muerte ignominiosa para ver si Dios se ocupa de él. Pero, los malos no llegarán a ver que Dios lo recibe en sus brazos, con ellos bien abiertos.

   La carta de Santiago (3,16-4,3) nos presenta la segunda lectura. Afirmando que la sabiduría viene de lo alto, nos enseña como debe ser nuestra petición y nuestra mirada. Buscar la paz entre todos, pues el fruto de la justicia se siembra en la paz para quienes trabajan por la paz. La justicia y la paz van siempre muy unidas. Santiago nos dice cómo debe ser nuestra oración de petición: debemos pedir sin la intención de satisfacer nuestras pasiones. A veces, cuando pedimos a Dios, estamos buscando nuestros propios intereses más que los intereses del Altísimo. Esto sucede incluso dentro de los propios movimientos apostólicos.

   El evangelio de hoy comienza manifestando el interés de Jesús por estar a solas con sus discípulos. Jesús no desea ser interrumpido y, por tanto, viaja de incógnito. Ello demuestra la gran importancia que Jesús da a la formación de los que le siguen. Nos dice el evangelio que Jesús iba instruyendo a sus discípulos. Nosotros debemos preguntarnos como cristianos, seguidores de Jesús, ¿nos vamos formando cada vez más? ¿Buscamos una teología moderna sabiendo que Dios nos habla también a través de la historia y de la vida? ¿O no queremos evolucionar y saltando por encima de la evolución que se observa en la Biblia, seguimos anclados en el pasado? En nuestra Iglesia, por desgracia, se observa una gran cerrazón mientras las iglesias se vacían y acaban siendo vendidas. No nos importa el reino de Dios, sino conservar una teología totalmente desfasada que se opone a los estudios bíblicos científicos y actuales. Algunos movimientos católicos actuales están anclados en ese conservadurismo.

   Hoy, como en tiempos de Jesús, hay dos grupos de seguidores. Según los estudiosos del texto, por el hecho de coger a un niño unido a textos en relación, se representa a un grupo al que, intentan imponer la ideología del judaísmo con categorías de poder. Los discípulos querían saber quién sería el más grande, el primero jerárquicamente. Entre los discípulos de Jesús de la primera comunidad había dos grupos: los procedentes del judaísmo y los que no. Esto se refleja en los evangelios. Jesús avisa de no poner en peligro la fe de los otros, representados por el niño y que no saben nada de judaísmo.

   Compromiso:
   Saber ver el mensaje de Jesús en la sociedad moderna.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Domingo XXIV del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 16/09/2018. Marcos 8,29-35

   Si algo se destaca en este domingo es la fe como fidelidad a Dios personalmente a su doctrina, o mejor, a sus enseñanzas. Es un tema que, bien analizado y llevado a la intimidad con Dios, puede llevarnos a la experiencia mística de una profunda unión con El.

   Como frase a recordar se propone: "El Señor Dios me abrió el oído y no me resistí, ni me eché atrás", tomada del comienzo de la primera lectura del libro de Isaías 50,5-9. Narra la cantidad de ultrajes que recibe el profeta por ser fiel al mandato divino. Lo apalearon, le tiraron de la barba, le esculpieron... pero, al estar Dios con él, no quedó defraudado y su rostro se endureció como el pedernal. El Señor lo ayudaba. Esta experiencia por la que a veces hemos de pasar si deseamos ser fieles a Dios, puede hacer que lo sintamos tan cerca de nosotros, que realmente nos transforme y nos llene de su cercanía. Es una experiencia mística, una experiencia de Dios, un regalo suyo.

   La epístola o carta de Santiago (2,14-18) comienza, en el trozo de hoy se lee, afirmando que "¿De qué le sirve a uno afirmar que tiene fe, si no tiene obras?" Y es que la fe en el Nuevo Testamento significa fidelidad. Tener fe en Jesús no es solamente creer en una doctrina determinada sino, ante todo y sobre todo, ser fieles a una persona, a Jesús. Y ser fieles a Jesús es amarlo a él, obedecerlo, pero, para amarlo a él es necesario amar al prójimo, al hermano. Por eso, la lectura termina afirmando: "Muéstrame tu fe sin obras y yo por las obras te mostraré mi fe".

   El evangelio nos presenta a Jesús que sale con sus discípulos fuera del territorio judío, para que ellos no sufran la presión ideológica de los fariseos y demás políticos. Quiere que su persona sea bien comprendida e interpretada.

   Jesús pregunta a los discípulos ¿quién decís que soy yo? Pedro se hace representante del grupo entero y contesta: "Tú eres el Mesías". Tal como se expresa aquí, Mesías con artículo, representa a un Mesías nacionalista, donde falta el sentido universalista del mesianismo de Jesús. Y de ese nacionalismo se hace representante y portavoz el apóstol Pedro. Sin embargo, el Jesús de los evangelios no es un Mesías nacionalista. Aunque en la traducción de un idioma a otro no aparece claramente, el presente histórico sin embargo existe, insinuando que esa equivocada idea sigue existiendo cuando Marcos escribe su evangelio.

   Jesús les prohíbe que propaguen lo que Pedro acaba de afirmar sobre Jesús: que él es el Mesías. Jesús no acepta esa afirmación entendida en sentido judío. El verbo "conminó" está siempre en boca de Jesús referido a los espíritus inmundos. Y Jesús les "conminó" a los discípulos a no propagar lo dicho por Pedro, ya que su idea está en la línea de los espíritus inmundos.

   Ahora, es la primera vez que Jesús va a enseñar directamente a los discípulos, no precisamente a las masas, ante el fracaso manifiesto de la declaración de Pedro. Jesús desmiente el triunfalismo glorioso de su mesianismo y les pone ante los ojos, no una figura gloriosa y triunfalista del Mesías, sino el doloroso destino de su Pasión y Muerte. La oposición a Jesús no procede del pueblo, sino de los tres grupos sociales más influyentes de lo económico, político y religioso. Pero, Jesús a los tres días resucitará. A veces, la maldad de los hombres nos lleva al martirio si queremos ser fieles a Dios. Este deseo debemos renovarlo continuamente en nosotros. Sentiremos la fuerza y la presencia de Dios.

   Compromiso:
   Decídete a dejar que Dios te acerque más a El.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 09/09/2018. Marcos 7,31-37

En la primera y tercera lecturas de este domingo resuena con fuerza el lenguaje metafórico así como el caso del presente histórico. Es necesario tenerlo muy en cuenta para dar con una interpretación correcta.

   Para recordar durante la semana, si no encuentras otra que te vaya mejor o que la prefieras, te proponemos la siguiente: "Apartándolo de la gente, estando solos, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, le dijo: Effeta (as dicir, abríos)".

   En la primera lectura, tengamos presente el rico lenguaje metafórico. Es el trabajo de Dios que va trabajando en nuestros corazones. Vivamos con inmensa alegría las maravillas que Dios realiza en nosotros. Releamos y vivamos dicha lectura. Isaías 35,4-7a.

   La segunda lectura, Santiago 2,1-5, nos advierte ya en su comienzo, "que no mezclemos la fe con la acepción de personas". Ante Dios somos todos iguales: el hombre y la mujer, el rico y el pobre, el inteligente y el menos inteligente... Debemos apreciar a las personas bajo la mirada de Dios, con amor maternal. Ejercitémonos en ello.

   El evangelio de hoy nos introduce en las grandes dificultades con que tropezó Jesús, incluso la primitiva Iglesia, para que aceptasen el mensaje cristiano. Hoy se trata de un sordo tartamudo al que llevan a Jesús. Hay personas que colaboran con Jesús para llevarle a otros. Estos voluntarios sienten interés, en este caso, por el  sordo y tienen confianza en poder hacerle un bien. El verbo está en presente histórico, con lo cual reafirma que en tiempos del evangelista Marcos todavía existían dichos voluntarios. La sordera y la ceguera se usan en los profetas siempre como figura de la resistencia de Israel para escuchar a Dios. La palabra que usan dichos intermediarios no es "pedirle" a Jesús que imponga la mano, sino que se lo "suplican". Los intermediarios manifiestan así su gran interés por el sordo y la gravedad de la situación. Jesús ha echado abajo la distinción entre judíos y paganos, pero una gran parte de la comunidad de creyentes no lo comparte, están sordos a este mensaje. La sordera y la ceguera se usan continuamente, en el lenguaje de los profetas del Antiguo Testamento, para expresar la negación de Israel a escuchar lo que Dios le dice. Nunca en el A.T. aparece la curación de sordos o mudos. Siempre es figurado el sentido de dichos términos. En efecto, el sordo de este evangelio no tiene nombre ni se dice de donde es, es un personaje representativo. Los judíos no quieren admitir el mensaje universalista de Jesús. Comunican un mensaje deformado representado por la tartamudez. Para ello se fundan en una creencia teológica, base del nacionalismo judío: Dios pretende que Israel sobresalga por encima de todos los demás pueblos. Los discípulos, incluso los Doce, subordinan la misión de Jesús a un principio teológico inamovible para ellos. Por ello, la teología vale en tanto en cuanto nos acerca a Dios. Tiene mucho de razonamiento humano y, por lo tanto, discutible. Pero, busquemos a Dios, o mejor, dejemos que El nos busque. Seamos voluntarios para ayudar a los demás a que encuentren a Dios.

   Compromiso:
   ¡Quiero ser voluntario!

 
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