viernes, 8 de enero de 2016

Fiesta del Bautismo del Señor. 10-1-2016. Ciclo C. Lucas 3,15-16.21-22

     Hoy podemos decir que es el domingo del Espíritu Santo, aún cuando no es el domingo de Pentecostés. Hoy abarcamos la vida del Espíritu en nuestro interior, en nuestro espíritu, lanzándonos a darlo a conocer a los demás.

     Isaías (40,1-5.9-11), en verdad, no habla del Espíritu Santo, pero sí nos dice que preparemos el camino al Señor, pues se va a manifestar su gloria. Manda que subamos a los montes elevados y lo anunciemos, pues el Señor Dios llega. El anuncio es vital siempre, pero muy necesario en los días que nos ha tocado vivir.

     Lo que anuncia esta primera lectura se hace realidad en las dos siguientes. La carta a Tito (2,11-14.3,4-7) afirma que Jesús nos ha salvado no por las obras buenas que hayamos hecho, sino por su propia misericordia, por el baño del bautismo y la donación del Espíritu Santo, al que Dios derramó copiosamente sobre nosotros.

     Juan el Bautista nos afirma en el evangelio que Jesús nos bautizará en Espíritu Santo y fuego. En los tiempos que vivimos, el verdadero problema de la Iglesia es nuestra mediocridad espiritual. Entre los creyentes, ¿hablamos alguna vez de Dios? ¿Buscamos realmente lo que está detrás de esa palabra? En definitiva, necesitamos ser bautizados en el Espíritu Santo. Este es el bautismo con que nos bautiza Jesús. Esta es la primera tarea que se nos pide, como individuos y como Iglesia. Redescubrir y acoger en nosotros la fuerza viva del Espíritu Santo. Hay que escuchar a Dios en nuestro interior, con hondura y profundidad, enana oración recogida. No podemos vivir como cosas en medio de cosas, sin conocer las vivencias de una vida recogida interior.

     No es suficiente que se predique. Estamos acostumbrados a ello. Predicar es decir que hay que ser buenos y ahí se queda todo. Esa predicación, si no vivimos profundamente la experiencia de Dios en nosotros, sirve de muy poco. Pero si tenemos ese fuego en nosotros, si estamos anhelando transmitir esa experiencia divina, encontraremos forma de hacerlo. El fuego del Espíritu Santo que sale de nuestro interior en dulces palabras, producirá resultado cuando Dios quiera, pero lo producirá.

     El evangelio presenta a Jesús como quien viene a bautizar en Espíritu Santo. Y la misión de la Iglesia actual es ofrecer el bautismo en el Espíritu Santo a las gentes de hoy.

     Busquemos esa alegría interior que sólo Dios sabe dar.


     Compromiso:
     ¿Hago oración frecuente, hablando íntimamente con Dios, diciéndole lo que me sale del corazón?

 

 
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