miércoles, 2 de diciembre de 2009

Domingo II de Adviento. 06/12/2009. Lucas 3, 1-6

Empieza este evangelio dando a conocer quienes gobernaban en Israel, tierra de Jesús. Nos recuerda el nombre del emperador romano, el gobernador, algunos virreyes y sumos sacerdotes. En esa época, vino la palabra de Dios sobre Juan el Bautista. El historiador Josephus, de finales del siglo I, nos aporta interesantes datos sobre él.

Palabras importantes del evangelio de hoy son: bautismo, conversión, perdón de los pecados y salvación de Dios.

Entre finales del año 27 y primeros del 28, aparece en Palestina un profeta que provoca un fuerte impacto entre el pueblo. Es Juan, que practica un rito desacostumbrado en las aguas del río Jordán. Era de familia sacerdotal y rural. En un determinado momento abandona su trabajo sacerdotal y, movido sin duda por el Espíritu de Dios, se marcha a predicar su mensaje al desierto. El lugar escogido es frente a Jericó, pues aquí, en la antigüedad, el pueblo conducido por Josué cruzó el río Jordán para entrar en la tierra prometida. La elección del lugar era intencionada. Hay que situarse simbólicamente en el punto de partida, escuchar la palabra de Dios, purificarse en las aguas del Jordán y entrar renovado en el país prometido.

Lo urgente del mensaje de Juan el Bautista es convertirse y acoger el perdón de Dios, manifestándolo externamente con un gesto llamado bautismo por inmersión. Las aguas vivas, las aguas que discurren limpias por el río, tienen un significado religioso entre muchas de las gentes de aquella época. De ahí el gran significado del bautismo.

El bautismo de Juan, que se da a los adultos, exige la conversión de verdad. Es necesario pedir perdón no sólo de los propios pecados sino, también, de los pecados de la nación. El pueblo de Dios debe ser ejemplo en todo y todos deben colaborar. La conversión es absolutamente necesaria y ningún rito religioso puede sustituirla, ni siquiera el propio bautismo. Los pecados se confiesan en voz alta, los propios y los de la nación. Este bautismo incluye el perdón. Según el evangelio de hoy, es un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Esto es, sin duda, lo que conmueve a la gente: que a su conversión acompañe el perdón.

Los bautizados por Juan vuelven a sus casas para vivir de manera nueva, preparados para la llegada inminente de Dios: ¡han hecho uno buenos ejercicios espirituales!

Cuando se haya hecho lo que implica el bautismo de Juan: preparar el camino del Señor, allanar los senderos, elevar los valles, rebajar los montes, enderezar lo torcido e igualar lo escabroso; entonces veremos la salvación de Dios. Bonitas metáforas.

Práctica:
Realizar una verdadera conversión y reflexionar sobre dicha experiencia.

 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.