lunes, 23 de enero de 2017

IV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 29/01/2017. Mateo 5,1-12a

   En todas las lecturas de la misa de este día, se respira el espíritu de las bienaventuranzas. Por esta razón, me atrevo a proponer como frase para memorizar y recordar en nuestras oraciones, la tomada de 1 Corintios 1,27 que dice: "Lo necio del mundo lo escogió Dios para humillar a los sabios".

   En efecto, la lectura de Sofonías (2,3;3,12-15) nos invita a practicar la justicia, la pobreza y la humildad, confiando siempre en el nombre del Señor.

   La primera Carta a los Corintios (1,26-31) nos menciona como es la gente de las primeras reuniones cristianas en Corintio. No son personas muy sabias, más bien sencillas; no dominan los poderosos ni los de clase alta. Por ello, afirma Pablo, que Dios los ha escogido para humillar a los sabios. Lo que no son aquellos primeros cristianos de Corintio, lo es Cristo para ellos: sabiduría, justicia, santificación y redención. Y nosotros debemos saber captar esa sabiduría, esa santificación y redención. Para ello, es necesario ser personas de oración y compromiso. Compromiso para que Jesús sea conocido y amado; y compromiso para ayudar a los demás. Nunca lo uno sin lo otro.

   El evangelio nos presenta las Bienaventuranzas o comienzo del llamado Sermón de la Montaña. En él, está compendiada la máxima sabiduría de todos los tiempos. Las bienaventuranzas van en la línea de la teología de la liberación, porque los pobres, los que lloran los oprimidos son amados por Dios. Se sentirán despreciados por muchos, pero Dios los ama en todo momento. Por eso Dios los llama bienaventurados.

   Algunas bienaventuranzas se refieren hacia uno mismo, pero otras apuntan hacia el prójimo. Así los que tienen misericordia con los demás, recibirán de Dios un trato misericordioso. Y los que trabajan por la paz serán llamados hijos de  Dios. Trabajar por la paz, a menudo se hace muy difícil, pero es algo en lo que el Papa Francisco insiste. El diálogo entre las naciones es fundamental. Con un diálogo sincero entre las partes en conflicto, se evitarían muchas guerras. Eso a nivel mundial, a nivel de naciones. Y, a niveles de convivencia entre personas, entre familias, entre pequeños grupos, no cabe duda que el diálogo sincero entre las partes es sumamente eficaz. Pero, desgraciadamente, estamos muy poco acostumbrados a dialogar. Como cristianos, como creyentes, tenemos aquí una gran labor que realizar. Eduquemos a nuestros hijos o nietos en el saber dialogar. Así, al menos, pondrán en práctica una bienaventuranza. 

  Para situar las bienaventuranzas o Sermón de la Montaña, recordemos que dicha colina se encuentra cerca del lago de Galilea, también llamado mar de Teberiades. Imaginémonos a Jesús de Nazaret rodeado de gente hablando sobre las bienaventuranzas. Preciosa estampa.

   Compromiso:
   Practicar el diálogo.

 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.