miércoles, 24 de julio de 2013

XVII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 28/07/2013. Lucas 11,1-13

   En nuestra primera lectura continuamos hoy con nuestro Padre Abraham (Génesis 18,20-32). A menudo, la Biblia nos presenta a Dios con imágenes antropomórficas. Hoy, se le presenta bajando del cielo o firmamento para comprobar si en Sodoma y Gomorra hay tantos pecados como se le acusan.

   Sodoma y Gomorra, según una antigua tradición, se encuentran cubiertas por el mar Muerto. El texto es un precioso ejemplo de oración de intercesión por los demás. Los autores no se ponen de acuerdo sobre los pecados de dichas gentes pues se incluyen pecados de poca atención con el prójimo. Como dice el texto bíblico Ezequiel 16, 49-50, "Esta fue la maldad de Sodoma: soberbia, demasiado pan, y abundancia de ociosidad... y no tendió la mano al afligido y al mendigo. Y se llenaron de soberbia y abominaron de mi Ley", dice Dios.

   Con relación a la segunda lectura (Colosenses 2,12-14), Colosas era una ciudad de Asia que al producirse cambios en la rutas comerciales, perdió toda su importancia. Su población era griega aunque también eran numerosos los judíos. Epafras fue el gran evangelizador de Colosas.

   El valor teológico de esta lectura se resume o se compendia en las dos primeras líneas, que dicen: "por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo y habéis resucitado con él, porque habéis creido en la fuerza de Dios que lo resucitó".

   Lo importante es la fe en Cristo y de ella nace lo demás. Sin fe, el mismo bautismo carece de valor. De ahí, la fe de los padres en la que desean educar a sus hijos. La gratuidad de la gracia de Dios nunca mejor representada que en el bautismo de niños. Y la fe de los padres y padrinos es el mejor regalo que se les puede hacer. De ahí, la responsabilidad de educarlos en ella.

   Para los que vivimos de la fe en Cristo, vemos en ello, vivimos y experimentamos la vida que Dios nos da, perdonándonos todos nuestros pecados.

   La lectura evangélica de hoy comienza con Jesús rezando. Lucas se refiere frecuentemente a las oraciones. Jesús llama a Dios Padre. Llamarle "Padre" tiene sus raíces en el Antiguo Testamento. Pero se llama a Dios Padre, como padre del pueblo israelita. Por eso, sin duda, sorprende a los discípulos que Jesús empiece sus oraciones con la palabra "Padre". Ello manifiesta una gran familiaridad con Dios y la mayoría de los judíos se sienten incómodos con ella.

   Jesús les manda que recen por la santificación del nombre de Dios. Para los judíos, el nombre de una persona es más que una simple identificación. Hay una relación íntima entre lo que es la persona y su nombre. Una persona inteligente valora su nombre y hace lo posible por mantenerlo. Jesús nos invita a rezar para que el nombre de Dios permanezca sagrado y sea honrado y mantenido puro por la gente. A menudo, el que muchos bendigan el nombre de Dios, depende de nuestra conducta.

  Venga a nosotros tu reino. El reino de Dios es el lugar donde se santifica el nombre de Dios, donde permanece sagrado y es venerado.

   El pan nuestro de cada día, representa lo esencial en nuestra vida. Algunos de nosotros sabemos lo que significa no tener luz eléctrica, no tener agua en las casas y tener que ir a la fuente; no tener carretera ni teléfono. Hay muchas cosas que nos parecen esenciales para la vida y, sin embargo, no lo son. Y, que algunos no tengan el pan para poder vivir, depende de los hombres que no cumplimos el mandato divino.

   Pedimos que Dios perdone nuestros pecados, y será realidad si nosotros perdonamos los pecados de los demás que nos ofenden.

   Líbranos del malo. Hoy, hay cristianos perseguidos y martirizados. Oremos por ellos.
  
   Compromiso:
   Haz una redacción sobre como puedes santificar el nombre de Dios.

 
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