lunes, 26 de septiembre de 2011

Domingo XVII del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 02/10/2011. Mat. 21,33-43

   Para entender mejor el comentario, siempre es aconsejable leer previamente el evangelio del domingo. El de hoy nos habla de un propietario que planta una viña, la cierra, prepara un lagar y construye una torre para que el guarda la vigile cuando llegue el tiempo de la cosecha. Una vez preparada la viña, la arrienda a unos labradores y se marcha de viaje. Cuando llega el tiempo de la vendimia, el dueño manda a sus criados a cobrar la renta. Pero, los labradores agarran a los criados, apalean a unos, matan a otros y apedrean a los demás. Lo mismo sucede por segunda vez. Por último, envía a su propio hijo pensando que lo respetarán. Pero, no sucede así. Lo matan con la intención de quedarse con todo.

   Este evangelio se dirige, como el del domingo anterior, a las autoridades religiosas y a los llamados ancianos, que también detectaban poder. Es un toque fuerte de atención a los que son algo en la iglesia de hoy. No se dirige a los simples creyentes sino a los que tienen mando. Las autoridades religiosas judías mataron y eliminaron a profetas y terminaron matando a Jesús de Nazaret que resultó ser la piedra angular.

   Las autoridades religiosas pueden cometer muchos abusos, por lo que los cristianos debemos tener una conciencia lo mejor formada posible, pero gozando siempre de una gran libertad. Conciencia formada y, a la vez, saber disfrutar de la gran libertad que Jesús nos da. Esto sólamente es capaz de hacerlo quien sabe echarse en los brazos de Jesús y confiar en él, aún cuando la jerarquía pueda decir otra cosa. No se trata de una rebeldía contra quien tiene la responsabilidad del mando, sino de una resistencia respetuosa, pero libre, cuando llega el caso.

   Los que en la JMJ de Madrid gritaban: "¡Esta es la juventud del Papa!", no actuarían mejor gritando: "¡Esta es la juventud de Cristo!" Cristo es la piedra angular y debe llevarse el total reconocimiento, sin mezcolanzas ni posturas híbridas. No olvidemos que la marcha por Cristo en Brasil concentró a cinco millones de protestantes. Hay que aprender a reclamar una concentración en nombre de Cristo más que en nombre de un Papa. El culto a una jerarquia religiosa jamás debe eclipsar el debido a Cristo.

   Compromiso:
   Saber ser creyente de verdad en Cristo y respetuoso con la jerarquía; pero sabiendo disfrutar de la libertad que Cristo nos da.

 
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