lunes, 23 de abril de 2018

V Domingo de Pascua. Ciclo B. 29/04/2018. Juan 15,1-8

   La idea fundamental de este domingo es el fruto que podemos dar si permanecemos unidos a Cristo. Los frutos de esta unión profunda con Jesús son maravillosos, toda nuestra persona es transformada por la gracia del Espíritu Santo.

   Para memorizar se propone una frase de la segunda lectura, de su final, que dice: "Es esto conocemos que  (Dios) permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio".

   Todo lo que sea hablar del Espíritu es muy enriquecedor, pues está muy conectado con nuestra vida mística y es la base de que la religión permanezca en el futuro.

   La primera lectura nos cuenta los trabajos de Pablo actuando valientemente en el nombre de Jesús y predicando con gran libertad. La Iglesia se iba construyendo y progresaba con el consuelo del Espíritu Santo. ¿Hablas tú de Jesús resucitado a los demás? Piensa en esta obligación que tenemos los cristianos. Esta lectura se toma de los Hechos de los Apóstoles 9,26-31.

   La segunda lectura (1 Juan 3,18-24) nos presenta una forma de practicar la religión. Hoy, nuestros líderes religiosos gastan a menudo mucho más tiempo imponiendo la conformidad doctrinal que concibiendo una práctica espiritual que convierta las "creencias oficiales" en una realidad viva en la vida diaria de los fieles. Es necesario que aprendamos a tener plena confianza en Dios, aún en el caso en que nuestro corazón nos condene. Dios es mayor que nuestro corazón y lo conoce todo. Esta es la línea del documento "Amoris letitia" del Papa Francisco.

   El evangelio de hoy comienza afirmando que Jesús es la verdadera vid y su Padre es el labrador. La palabra bíblica de Dios produce siempre afecto, por eso, el evangelio de hoy nos dice que si damos fruto, él nos poda y daremos más fruto. En efecto, si producimos fruto, él nos produce ansias de dar más fruto. Y lo damos. Damos frutos maravillosos. Toda nuestra persona es transformada por la gracia del Espíritu y nos hace trabajar para que los demás vayan en esa línea.

   Dice Jesús que el que permanece en él, da fruto abundante. Pero, ¿cómo permanecemos en Jesús? Es fundamental una vida sincera de oración. Sin oración nada podemos hacer. Pero, ha de ser una oración de ponerse en la presencia de Dios, contactar con él. Con un gran espíritu de oración y llenos de amor a Dios y al prójimo nosotros, como sarmientos, recibiremos de la vid toda la fuerza que nos hará dar un fruto abundante. Y sólo si damos fruto seremos discípulos del Jesús resucitado y daremos gloria a Dios.

   Si Jesús es la vid verdadera y yo un sarmiento que recibe de él la vida, me dejaré podar por él, cortar, quemar, reforzar, para que disponiéndome de la mejor forma, mi fruto sea verdaderamente abundante.

   Compromiso:
   Reflexionar sobre cómo puedo dar verdadero fruto.

 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.