miércoles, 23 de septiembre de 2009

Domingo XXVI del Tiempo Ordinario. 27/09/2009. Marcos 9,38-43.45.47-48

En este evangelio se saltan los versículos 44 y 46 porque los críticos no los consideran propios del escritor Marcos.

Los v.v. 38, 39 y 40 tocan aspectos muy importantes para el ecumenismo, tema de gran actualidad . Juan, el autoritario, el Trueno (Marcos, 3,17), se hace aquí portavoz de los Doce. Esta vez no es Pedro el que habla en nombre de Jesús y han querido impedírselo porque no pertenecía al grupo.

Expulsar demonios, en el evangelio, significa liberar de los fanatismos violentos, de las ideologías que impiden la convivencia humana. El seguidor cristiano está vinculado a Jesús sin intermediarios, pero Juan exige la identificación con la postura de los Doce. Sin embargo, estos no están siguiendo a Jesús ya que no fueron capaces de expulsar el espíritu mudo (Marcos, 9,28). ¿Habrá algún problema de este tipo en la primitiva comunidad cristiana? Algunos opinan que sí. Los Doce intentan monopolizar a Jesús. Pero, ante Jesús, somos todos iguales. El primero ha de ser el último, sin rodeos. De la persona que expulsa demonios, Jesús ordena que no se le impida y afirma que lo hace como si fuera él mismo y que, por lo tanto, no puede hablar mal de él (vv.38-39).

El versículo 40 afirma algo muy interesante para una "teología católica" universal: "El que no está contra nosotros está a favor nuestro (v.40)". Y esto, aunque no se profese seguidor de Jesús.

Juan había interrumpido a Jesús para decirle lo del que expulsaba demonios en su nombre. Ahora, Jesús continúa la enseñanza.

Ser del Mesías, seguirlo, implica presentarse como el último y servidor de todos. los que así hacen son de verdad del Mesías, y todo aquel que los acoja y se solidarice con ellos será recompensado (v.41). Pero, ¡ay de aquel que escandalice a alguno de los que se adhieren a Jesús!. Se refiere el texto, por indicios anteriores, a los cristianos que no proceden del judaísmo, es decir, que no son del grupo de los Doce. Al constatar aquellos que no existe la igualdad predicada por Jesús y que algunos quieren ponerse por encima, y dominar a los demás, quedan escandalizados y decepcionados pensando que el mensaje de Jesús se queda en palabras bonitas, pero sin contenido práctico (v.42).

El versículo 43 afirma que más vale entrar manco en la vida que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Aquí y en los versículos 45 y 47-48 se usa un lenguaje figurado.

El evangelio de hoy nos habla del infierno, según la traducción del misal. Sería mejor hablar del quemadero. En efecto, se trata de un valle situado al oeste de Jerusalén y en el que se ofrecían sacrificios de niños a Moloc. Después, fue el lugar donde se quemaban las basuras. A partir de algo más de cien años antes de Cristo empezó a simbolizar el lugar de castigo al final del mundo. Después de la resurrección, alma y cuerpo serían aniquilados por el fuego eterno.

Vale más entrar en la vida manco o cojo o ciego que ser arrojado al quemadero, como una basura, y donde el fuego no se apaga. No describe aquí un tormento eterno, sino una destrucción total que, al impedir la resurrección se convierte en muerte definitiva.

Práctica:
Reconocer que existen obras buenas realizadas no sólo por cristianos, sean católicos, ortodoxos, anglicanos o evangélicos, sino también por personas de diferente signo.

 
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