lunes, 3 de enero de 2011

Bautismo del Señor. 09/01/2011. Ciclo A. Mateo, 3,13-17.

   Celebramos hoy el bautismo de Jesús. El bautista se resiste a bautizar a Jesús, porque le parece que los papeles debían ser al revés. Jesús debería ser quien bautizase a Juan el Bautista y, por ello, trata de negarse. Sin embargo, Jesús insiste en ser bautizado por Juan para que se cumpla lo que su padre Dios quiere.

   Juan acepta y ahora sucede lo más importante del evangelio de hoy. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vió que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía: "Este es mi Hijo el amado, mi predilecto".

   Con la fiesta de hoy termina el tiempo litúrgico de la Navidad. El Dios que se hizo carne es ahora presentado por el Padre,  como en un acto oficial, ante la historia.

   Nos dice el evangelio de hoy que se abrió el cielo, se abrió y no volvió a cerrarse. Se abrió para la presentación oficial de Jesús. Y viene el Espíritu. Se dice que "viene", no que aparece. Viene para presentar a Jesús, pero, como nos enseñará el evangelio, viene para todos. El Espíritu será como un manantial interior, que salta desde muy adentro de nosotros, para darnos vida definitiva. Los profetas judíos, como Isaías, hablaban de esa lluvia fina que da vida, la vida de Dios en nosotros. Ese el sentido de nuestro bautismo, pero hay que dejarse remojar por Dios.

   Continúa el evangelio afirmando que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre Jesús. La expresión "como una paloma" es un símbolo, una figura literaria. Se usaba para explicar el cariño que se respira en un nido. Una antigua exégesis rabínica, sobre el año 90 después de Cristo, compara el revolotear del Espíritu sobre las aguas creadas por Dios con el revolotear amoroso de la paloma sobre las crías en el nido. Así es el infinito amor que existe en el interior de Dios; en concreto, el amor entre el Padre y el Hijo. Y así es el amor con que Dios nos ama. Así termina el evangelio de hoy: "Este es mi Hijo, a quien yo quiero, mi predilecto". La frase "a quien yo quiero" alude al libro del Génesis 22,2 donde Dios pide a Abraham el sacrificio de su hijo único. Al igual que Abrahám, según la enseñanza hiperbólica de la leyenda, obedece el mandato de Dios de sacrificar a su hijo, así Dios acepta la muerte heróica de Jesús.

   Compromiso:
   Vete interiorizando la vida de Dios en tí y ayúdate de la contemplación de un nido, admirando la ternura que en él se encuentra. ¡Qué esa ternura la revivas en tí y te lleve a conocer que Dios te ama por encima de las vicisitudes de esta vida!

 
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