lunes, 16 de octubre de 2017

xxiv Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 22/10/2017. Mateo 22,15-21

      Aunque siempre es el día de Dios, hoy, en base a las lecturas, sí que podríamos decir que, efectivamente, sí lo es. Como frase muy conocida, propongo para memorizar la de "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios (Mateo 22,21)". O, si lees las lecturas, cámbiala por otra que sea de tu agrado.

   En la primera lectura (Isaías 45,1.4-6) se proclama al único Dios existente, y al que no conocemos. Dios es un misterio en el sentido de que no podemos explicar cómo es. Pero él sí nos conoce, y nos llama por nuestro nombre. No somos un cualquiera para Él. Fomentemos nuestra relación con Él. Sólo podremos llegar a una relación íntima con Dios, por medio de la oración meditativa, acordándonos de Él con frecuencia, diciéndole que lo amamos y recibiéndolo muy a menudo en la comunión.

   La segunda lectura (1 Tesalonicenses 1,1-5b), nos pone en situación de preguntarnos por la actividad de nuestra fe y el esfuerzo de nuestro amor. Es decir, nos invita a preguntarnos si trabajamos a favor de la fe y si esa actividad sale de nosotros como fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda. Nuestra fe debe ser activa, no sólo de asistencia a la iglesia, a los cultos.

   El evangelio de hoy se resume en la frase final del mismo: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". Los fariseos quisieron meter a Jesús en verdaderos apuros con las autoridades romanas. Pero Él sale airoso. Hay que dar a Dios lo que es de Dios. Sobre esta enseñanza se puede hablar tanto que tendríamos para bastante tiempo y abarcaríamos toda una diversidad de temas.

   Me parece interesante caer en la cuenta de la importancia de la fuerza que viene de Dios, es decir, de la fuerza del espíritu. Esta es la gran paradoja. Lo que nosotros damos a Dios siempre revierte en nosotros. Es premio de Dios y no un esfuerzo nuestro, aunque pueda parecerlo.

   Dios es un haz de colores que te cambia el alma si tú te dejas llevar. Dios es una canción que conmueve el fondo de tu espíritu y te lleva a experiencias nuevas. Dios te cambia la vida. Y te lleva a un nuevo "dar a Dios lo que es de Dios". Es algo que no se acierta a expresar. Es lo que llamamos "experiencias místicas", de una forma o de otra. No hacen falta experiencias de un santo de mucha altura. Pero son un regalo de Dios. Y si queremos que no desaparezca la religión hay que ir en esta línea de dar a Dios lo que es de Dios.

    El gran teólogo llamado Rahner dejó dicho que, en el siglo XXI, o la religión era mística o no habría religión.

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