martes, 16 de febrero de 2010

Domingo I de Cuaresma. 21/02/2010. Lucas, 4,1-13

Es el evangelio de las tentaciones de Jesús. Situación del relato: el evangelista Lucas sitúa las tentaciones en lo que denomina el desierto. Forma parte de una cadena montañosa central, paralela al mar y que se extiende a lo largo de Judea, Samaría y Galilea. En dicha cordillera, a orillas del mar Muerto, se encuentran las tierras yermas de Judea. Estas, aunque se les llame el desierto, no lo son verdaderamente, pues admiten una agricultura muy básica junto con la abundancia de langostas y miel silvestre. El monasterio de Qumrán (griego ortodoxo) está suspendido en la escarpada cara, casi vertical, de la montaña cercana a Jericó, conocida como el monte de la Tentación. Según la tradición es el lugar donde Jesús fue tentado por el demonio.

Las tentaciones se refieren a temas importantes para el ministerio de Jesús. Algunos ven en ellas, como un resumen del mismo. Hay un paralelismo con el número cuarenta. Estos son los años que el pueblo judío estuvo por el desierto, y los días de Jesús en el de las tentaciones. De más o menos tiempo, todos tenemos nuestros desiertos en la vida, nuestros momentos de desánimo y tentación. Pero Jesús, sufriendo tentaciones de desánimo por la falta de fruto en ocasiones y por el sufrimiento, el desprecio y la muerte cruel que vió que se le venía encima, supo tener fuerzas y afrontarlo.

A parte de toda la vida de Jesús, que ya es para maravillar, a mi me emociona de verdad, no la entereza con que llevó todos los sufrimientos de su pasión y muerte clavado en la cruz, que ya es bastante y bastante tentación para mandarlo todo a tomar vientos; me emociona y me cautiva que nunca dejó de querer a Dios. Que siguió amándolo de verdad en medio de tan pavoroso sufrimiento. Y lo amó con profunda entrega y gran serenidad. Y con una gran paz interior, era paz que proporciona una gran alegría. Es el testimonio de los mártires que, al dispararles y caer en suelo, logran sobrevivir. Los que han vivido esta experiencia manifiestan que sintieron esa gran paz interior. Iban a morir perdonando y por ser fieles a Dios.

Las tentaciones que narra el evangelio de hoy tienen muy poco valor si no son un reflejo de todas las posibles tentaciones, desánimos y desalientos que debe haber sufrido Jesús a lo largo de toda su vida. Pero, a pesar de todo ello, siempre se conservó fiel a su Padre.

Propósito:
Tratar de ser fieles a Dios, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad. ¡Todos los días de nuestra vida!

 
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