martes, 3 de septiembre de 2013

XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 08/09/2013. Lucas, 14,25-33

   ¿Quién puede conocer los designios de Dios? ¿Quién puede comprender lo que Dios quiere? La primera lectura (libro bíblico Sabiduría, capítulo 9, versículos 13-18) nos invita a reflexionar sobre la sabiduría de Dios y nos exhorta a pedirla.

   No podemos comprender muchas cosas de la actuación de Dios. No podemos explicar que Dios permita la existencia del mal y para algunos es motivo para no creer en El. Es que, cuando se trata de seres creados, la sabiduría de la cruz adquiere un gran sentido. Ante Dios, como criaturas que somos, somos muy poca cosa, somos nada. Y cuando nos sentimos nada y pecadores estamos en la verdadera sabiduría.

   Para obrar así, debemos pedir a Dios dicha sabiduría. El nos iluminará dándonos el Espíritu Santo, como dice esta primera lectura.

   La carta de Pablo a Filemón es el escrito más corto del Nuevo Testamento. Hoy comentamos los versículos 9b-10.12-17. Onésimo, esclavo del cristiano Filemón, se había escapado de su amo y había ido a refugiarse a donde Pablo. Esto constituía un delito grave y el dueño podía matar al esclavo fugitivo.

   Onésimo es convertido a Cristo por Pablo y este le entrega una carta de recomendación para que la presente a su amo Filemón. De dicha carta se toma la segunda lectura de la misa de hoy.

   Aunque la esclavitud es incompatible con el cristianismo, sin embargo, Pablo es hijo de su tiempo y no la condena. Pero, Pablo lanza unos principios subversivos que forzosamente acabarán con ella. Son los principios que emanan del evangelio: el amor y la fraternidad, pero con la circunstancia de que el esclavo Onésimo es ahora hermano en Cristo para Filemón, su dueño.

   El evangelio tiene como tema el ser discípulo de Jesús. Pero hay algo muy importante: los que desean seguir a Jesús deben saber el precio antes de decidir. Deben aborrecer a sus seres más queridos: padres, hijos, hermanos, e incluso la propia vida. Naturalmente, esto va contra la propia enseñanza de Jesús, contra el mandamiento del amor. En realidad, los judíos usan mucho la hipérbole o exageración para llamar la atención del que escucha, para lograr algún efecto. La exageración es un estilo literario muy usado por los judíos y, por lo tanto, no debe tomarse nunca al pie de la letra. Es una exageración para causar efecto, para que se recuerde más facilmente y no se quite de la memoria. El significado es que debemos a Cristo sobre todo, pero sin olvidar que el mismo Jesús nos manda amar a nuestra familia. Esta es la enseñanza de todo el Antiguo Testamento sobre Dios. (Veánse los libros bíblicos de Génesis 29,30-33; Proverbios, 13,24; Malaquías, 1,2-3).

   Jesús dijo que la señal de sus discípulos es amar a todos, incluso a nuestros enemigos y, por lo tanto, no es posible que Jesús nos mande aborrecer a nuestros familiares más queridos.

   Sigamos, pues, fielmente a Cristo hasta dar nuestra vida, si es necesario, para no renegar de él.

   Compromiso:
   Examinar mi amor a Jesús y entregarme a él de verdad.

 
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