miércoles, 9 de junio de 2021

Domingo XI del Tiempo Ordinario. 13-6-21. Marcos 4,26-34.

    La liturgia de hoy nos habla de la acción de Dios en cada uno de nosotros. Dios obra con toda libertad. A veces tiene que hacerlo para ir remodelando el mundo. Si Él no interviene a veces en el mundo, que ya de por si (lo llevamos a menudo) por muy malos caminos ¡Cómo podría acabar todo esto! Sea como sea, debemos dejar a Dios con toda la libertad que Él quiera. Él es plenamente libre y todo cuanto hace es para nuestro bien, confiémonos siempre a Él.

 

    La primera lectura es de Ezequiel 17,22-24. Dios toma una rama joven, tierna del cedro. La planta en la cumbre de un monte elevado, echa brotes y da fruto. Se hace un cedro muy alto y todas las aves anidan en él. Dios humilla al árbol alto cuando las aves no acuden a él. Pero, si acuden es bendición de Dios. El Señor ha dicho esto y lo hará. Piensa: ¿Acuden a tí en busca de Dios?¿Acude a tí como aves al árbol florido?¿Expandes el olor de Dios, de Cristo a los demás? Cuando veas un árbol florido recuerda todo esto. ¡Habla de Dios, contagia a los demás.


   Hoy se lee el salmo 91. Repite varias veces durante el día: "Es bueno darte gracias, Señor".


   La segunda lectura se toma de la 2 Corintios 5,6-10. Ahora lo que sabemos lo sabemos por la fe, por la visión; no lo vemos pero lo sabemos. Si penetras el saber de Dios al que te lleva el verdadero vivir por la fe, cada vez estarás más unido a Dios. ¡Si te pegas a Dios, no te despegarás de él! ¡Busca siempre la unión con Dios!


   Y llegamos al evangelio de Marcos 4, 26-34. Seguimos con el ejemplo de la agricultura que tanto le gusta a Jesús. Que venga el tiempo adecuado, la temperatura, el sol, el agua conveniente, los abonos orgánicos por lo menos, y sin que el agricultor se entere la tierra produce, hace nacer, salir y desarrollase todo lo que has sembrado. Para hablar del reino de Dios, Jesús, sin mencionarlo, supone en nosotros la fuerza de Dios que obra si la dejamos. Esta es la gran verdad si queremos proguesar en nuestra vida interior, de intimidad con Dios, de confianza en Él. En lo más hondo de nuestro corazón sentimos que Dios obra en nosotros. Seamos siempre fieles a Dios. Empezaremos siendo muy poca cosa, pero, como el gramo de mostaza, llegaremos a bastante más de lo que pensamos. Ante Dios, somos una perla preciosa o muy preciosa, pero nosotros jamás debemos vanagloriarnos. Somos obra de Dios que, no obstante, cuenta siempre con nosotros. Después de tantos años, si la Iglesia subsiste es por ser obra de Dios. Sólo una institución que está en manos de Dios puede subsistir tantos siglos, tanto tiempo. Hagámoslo una realidad, para que el reino de Dios crezca en nuestra Iglesia.

 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.