lunes, 9 de abril de 2012

II Domingo de Pascua. Ciclo B. 15/04/2012. Juan 20, 19-31

   En el evangelio de este domingo se presentan dos apariciones de Cristo resucitado. Pero, a veces es necesario romper con tópicos que nos van dejando la cultura y la misma predicación hecha inconscientemente. Muchísimos cuadros realizados por excelentes pintores nos presentan una Última Cena con sólo los doce apóstoles. Sin embargo, en esa cena del Señor, estaban además discípulos de Jesús, hombres y mujeres.

   En las dos apariciones del evangelio de hoy, también están no sólo los apóstoles, sino también otros hombres y mujeres, todos discípulos del Señor. Es un dato muy importante a la hora de sacar conclusiones teológicas. La primera aparición sucede, ya anochecido, el día primero de la semana. Para los judíos, un día empieza al anochecer; por lo tanto, el domingo, primer día de la semana, empieza al atardecer del sábado. Por la misma razón, los cristianos podemos cumplir con la misa de los domingos, el sábado por la tarde.

   Las puertas donde están reunidos los discípulos están no sólo cerradas como dice la lectura de la misa, sino con una tranca puesta por temor a los judíos. Es el significado de la correspondiente palabra griega. ¡Tan grande era el miedo!

   Sin duda, los discípulos están celebrando la eucaristía, pues están reunidos el primer día de la semana, es decir, el domingo. Jesús no entra por ningún sitio, sino que se hace presente en medio de los discípulos, en medio de la comunidad. Como en la presencia eucarística. Y les dice: "Paz con vosotros". Es la experiencia real de paz del que se encuentra con Jesús.

   Para quitarles el miedo, les muestra las manos y el costado, haciéndoles ver que la vida y la paz que Jesús comunica nadie puede quitarla. Él sigue vivo.

   Jesús sopla no sólo sobre los apóstoles sino sobre todos los hombres y mujeres allí presentes. Y les dice: "Recibid Espíritu Santo. A quienes dejéis libres de los pecados, quedarán libres de ellos; a quienes se los imputéis, les quedarán imputados".

   Para entender correctamente este texto, debemos partir del concepto de pecado que tiene el evangelio de Juan. El pecado, para él, consiste en integrarse voluntariamente en el orden injusto, en las injusticias. Para Juan, el pecado no es una mancha sino una actitud. Cuando el individuo cambia de actitud y se pone en favor del hombre, ya no hay pecado. Entonces la comunidad declara que su pasado ya no cuenta, sus pecados ya no existen. La comunidad media con relación a los que desean pertenecer al grupo de Jesús.

   A continuación, se relata la segunda aparición. El protagonista es Tomás. Y lo fundamental es su respuesta: "Señor mío y Dios mío". Después del prólogo del evangelio de Juan, es la primera vez que Jesús es llamado simplemente Dios.

   Compromiso:
   ¡No te abandones! Pide perdón de tus posibles pecados y no dudes en comulgar. Jesús está presente en medio de la eucaristía y de la comunidad.

 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.