miércoles, 12 de diciembre de 2012

III Domingo de Adviento. Ciclo C. 16/12/2012. Lucas, 3,10-18

   En este evangelio, como en otros, se procura dar una parte importante de instrucción porque se considera que no basta con ser buenos, sino que se necesita estar formados y preparados. Hoy día, nuestros cristianos leen una serie de libros que, partiendo  de ideas científicas y exegéticas verdaderas, llevan después el agua a su molino dando una interpretación que cientificamente no siempre es correcta. Se ven deslumbrados por ideas verdaderas, pero con las que nunca se les puso en contacto y que, presentadas de golpe, les producen perturbación.

   Hoy día, se habla ya mucho del documento o la fuente Q. Los escritores de los cuatro evangelios fueron recopilando materiales, datos, procedentes de testigos oculares. Los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas tienen además muchísimas coincidencias en el vocabulario, el orden de las palabras, el estilo y la estructura de las frases. El orden de los temas es también muy similar. A partir del siglo XVIII, empezaron los estudiosos a investigar. La posible explicación de todo ello, generalmente aceptada es que, por lo menos, existe un evangelio anterior o Documento Q, del que copiaron Mateo y Lucas y que fue la forma primitiva del evangelio de Marcos.
 
   ¿Por qué hablamos hoy del Documento Q? Porque gran parte del evangelio de hoy se encuentra en ese llamado Documento Q. Se cree que Q fue escrito en Galilea, a juzgar por el estilo y vocabulario. Se han hecho varias reconstrucciones y se fecha entre el 50 y el 70 d. de Cristo.
 
   Ya en otra línea, en el evangelio de hoy, preguntan a Juan Bautista "¿Qué tenemos que hacer?" La respuesta se resume en ayudar al prójimo y no explotarlo. Cierto, pero todo ello no se resume en dar una monedita al que pide a la entrada de una iglesia. Tenemos que reflexionar y pensar en las mil ocasiones que tenemos con los que están a nuestro alrededor.
 
   Juan anuncia que detrás de él viene uno que bautizará con Espíritu Santo y fuego. Se refiere a Jesús. Los primeros judíos cristianos con la expresión "Espíritu Santo" se referían a la presencia de Dios actuando dentro de cada uno de nosotros, llenándonos de una energía realizadora y capacitándonos para comprender el significado más profundo de la misión de Jesús. Nos hace posible vislumbrar algo de lo divino, que de otra manera nos sería inaccesible. Es como la percepción humana de Dios, que en sí mismo es inefable e incognoscible.

   Jesús hablará y con su claridad quedará automáticamente separado el trigo de la paja. A esta la quemarán como era costumbre pero aquí no se habla del infierno.

   Compromiso:
   Ir formándome, poco a poco, como creyente y practicante.

  

 
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