jueves, 31 de diciembre de 2015

II Domingo del Tiempo de Navidad. Ciclo C. 3-1-2016. Juan 1,1-18

     En las lecturas de hoy se manifiesta el misterio de Dios, visto como sabiduría divina, o como su Hijo el Cristo, o como Verbo, como Palabra.

     La primera (Eclesiástico 24, 1-4.12-16) ve a Dios bajo el prisma de la sabiduría. No se trata de la sabiduría humana, sino de la sabiduría divina. La sabiduría que se manifiesta en la persona que vive cerca de Dios. Esa sabiduría, ese algo divino, para bien o para mal se manifiesta a todo el mundo. Es admirada en la congregación plena de los santos y echa raíces en el pueblo de Dios.

     En la carta a los Efesios (1,3-6.15-18), el misterio de Dios se muestra en Cristo, en el que nos eligió para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Si Cristo es Hijo de Dios, nosotros también lo somos por pura iniciativa divina. Gracias a ello somos portadores de la sabiduría divina, de la que se habla en la lectura anterior. Los ojos de nuestro corazón se iluminan y comprendemos la esperanza a la que Dios nos llama. Todo ello produce vivencias en nuestro interior, vivencias que debemos alimentar con nuestro contacto con Dios, con nuestra oración.

     La lectura evangélica nos presenta el misterio de Dios como Palabra o Verbo y como Luz. En la Palabra de Dios está la vida, que vivida es verdadera luz para nosotros y para los que nos conocen. A los que nos dejamos invadir por esa luz, nos da poder de ser hijos de Dios, idea que ya se nos infundía en la anterior lectura. Porque, si en el aspecto natural hemos nacido del deseo de la carne, en el sobrenatural (es decir, en el de la gracia) hemos nacido de Dios, somos hijos suyos.

     Este evangelio termina haciendo una comparación entre el vivir bajo la ley y el vivir bajo la gracia. La ley se nos dio por medio de un hombre, Moisés. La verdad, la luz, la gracia se nos da por medio del Verbo, de la Palabra, de Dios. Es don de gracia, don divino, sobrenatural, gratuito.

     A Dios nadie lo ha visto jamás. Sólo es atisbado a través de esa sabiduría que no es humana, que viene del propio Dios, que la perciben las personas que humildemente la buscan.
     Las tres lecturas de la misa de este domingo van en la misma línea. Dios se manifiesta de diversas maneras a nosotros los humanos. Estemos siempre atentos a cuanto nos diga.

     Compromiso:
     Saber escuchar a Dios.


miércoles, 23 de diciembre de 2015

Octava de Navidad. Ciclo C. 27/12/2015. Lucas 2, 42-52

 
 
    Hoy se celebra la fiesta de la Sagrada Familia. Esta es la razón por la que, las lecturas de este domingo hacen todas ellas referencia, de una forma o de otra, a la vida familiar.
 
   La primera lectura (tomada del libro bíblico llamado Eclesiástico o Sirácida, 3,3-7.14-17) se refiere al entrañable respeto que los hijos deben tener hacia los padres. Relaciona el honrar al padre o a la madre con el perdón de los pecados que los hijos puedan tener. Expía los pecados, dice el texto de esta primera lectura. Debemos tomar dichas palabras como plenamente efectivas. Tratando con verdadero amor y cariño a nuestros padres - padre y madre - nuestros pecados desaparecen como la escarcha de la mañana desaparece con la llegada del sol, como afirma dicho libro, el Eclesiástico.
 
   La segunda lectura es de la carta a los Colosenses (3,12-21). Habla de las virtudes que deben adornar el uniforme de los cristianos. Y como resumen de todas ellas, afirma que la corona de todas ellas es el amor. El amor es el ceñidor de la unidad consumada. Representa, pues, la unidad de toda la familia. Por esta razón, si manda obedecer a los hijos, también dice a los padres que no los exasperen: debe reinar el verdadero amor entre todos los miembros de la  familia. Y, para ello, nada mejor que vivir todos en un ambiente de amor a Dios, dándole gracias de corazón y cantándole.
 
   El evangelio refiere la escena en que el niño Jesús, a los doce años, se queda en Jerusalén sin haber dicho nada a sus padres. Estos, desaprensivamente, se marchan sin él para Galilea. Al darse cuenta de la falta, dan la vuelta, encontrando a Jesús al tercer día sentado en medio de los doctores, escuchándolos y preguntando. A la consiguiente regañina, Jesús contesta: "¿No sabíais que yo debo ocuparme de las cosas de mi Padre?". A Jesús, todavía le quedaba mucho por crecer tanto en edad, como en sabiduría y en gracia delante de Dios y de los hombres.
 
   Lo central de este pasaje es que Jesús vive para ocuparse de las cosas de su Padre Dios. Un buen motivo de reflexión para todos nosotros. ¿Dejamos algún espacio en nuestra vida para ocuparnos de las cosas de Dios? Tiempo para ayudar a quien de verdad lo necesita, tiempo para hacer algún momento de oración, tiempo para hablar de Dios a las personas. Si tomamos en consideración todas estas cosas celebraremos de verdad el día de la Sagrada Familia.
 
   Compromiso:
   Quedarme con la idea que más me guste.
 
 
   

lunes, 14 de diciembre de 2015

IV Domingo de Adviento. Ciclo C. 20/12/2015. Lucas 1, 39-45

   Ya estamos en el último domingo antes de la Navidad. Alguien vienen a salvarnos con la fuerza del Señor Dios. Esta es la frase con la que podemos resumir las vivencias religiosas de este día. ¡Ojalá sean verdadero alimento espiritual y nos sumerjan en un auténtico espíritu de oración.

   El libro bíblico de Miqueas (5,1-4a) nos anuncia, desde la lejanía, que alguien nos pastoreará con la fuerza del Señor, es decir, con la fuerza de Dios. El será grande y será nuestra paz. Una paz que penetra los corazones, como toda paz que viene de Dios. Es necesario que comencemos a experimentar esa paz. Que vivamos cerca del hermano que realmente nos necesita y sepamos abrazar a Dios en nuestra oración. "Oh, eterno Dios, restáuranos, haz que resplandezca tu rostro y nosotros seremos salvos" (Salmo 80,20). Dios debe resplandecer en nuestro rostro.

   La segunda lectura se toma de Hebreos (10, 5-10). En ella, Cristo nos hace reconocer que Dios no nos perdona los pecados por muchos sacrificios, ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias que hagamos, aunque esté mandado por la ley. La razón es que para eso vino Cristo al mundo. Gracias a El, todos hemos sido santificados por el ofrecimiento de su cuerpo y de una vez para siempre. Ahora, sólo nos queda aplicarnos ese perdón por la fe e imitar de verdad a Cristo. Jesús ha venido a salvarnos con la fuerza de Dios, idea central para hoy.

   El evangelio es muy sencillo y, a la vez, muy idílico, muy tierno. Se trata del encuentro entre dos primas: María e Isabel. María está embarazada y corre, presurosa, a comunicárselo a su pariente.

   María es una mujer joven, una chica llena de amor a Dios, que se emociona y vibra ante lo divino. No cabe duda que sus experiencias del contacto con Dios son verdaderas experiencias místicas. Esa es una realidad en muchas personas creyentes normales. No se trata de una sugestión, sino de una vivencia real de contacto con las realidades divinas. Y María va a comunicar todas esas experiencias o vivencias a su prima Isabel. Esta siente dentro de sí, con gran fuerza, la explosión del Espíritu Santo y exclama dirigiéndose a María: "Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre". Con las palabras del ángel en la anunciación y estas de la prima Isabel, se ha formado la primera parte del avemaría. Es una oración netamente evangélica. Tengámosla con frecuencia a flor de labios, recitándola con cariño.

   Compromiso:
   ¿Se te ocurre alguno?

miércoles, 9 de diciembre de 2015

III Domingo de Adviento. Ciclo C. 13/12/2015. Lucas 3,10-18

   Cada vez está más cerca la celebración del nacimiento de Jesús. Se enciende la tercera vela en la corona colocada junto al altar. Representa el tercer domingo del Tiempo de Adviento.

   Hoy es el domingo de la alegría, una alegría que sale del fondo del alma, de lo más íntimo de nuestro espíritu, porque hemos sido bautizados en el Espíritu Santo y lo hemos cultivado en nuestro interior.

   Sofonías (3,14-18a), como primera lectura, nos invita a alegrarnos y gozarnos de todo corazón. El que vive junto a Dios, se alegra y se goza de verdad. Pero, es una alegría sencilla que sale del interior y se deja traslucir. A veces, los que nos conocen lo manifiestan, muy acertadamente cuando nos dicen: "No sé qué tenéis los creyentes, que manifestáis una alegría sencilla y especial. Algo sale de vuestro interior".

   En esta misma línea continúa la segunda lectura (Filipenses 4,4-7). Comienza animándonos a estar siempre alegres en el Señor. El está cerca, muy cerca si tenemos vida de oración. Preguntémonos ¿durante el día, cuántas veces le decimos a Dios que lo amamos? Decirle a Dios que lo amamos, es una oración muy sencilla y muy fecunda. Se hace con el pensamiento, en cualquier lugar y en cualquier momento. Y, como dice esta misma lectura, la paz de Dios custodiará nuestros corazones.

   Y llegamos al evangelio. Se nos relata la predicación de Juan el Bautista. La gente, los publicanos, los militares, todos se acercan para hacerle preguntas. La respuesta es equivalente para todos: ayudar de verdad al que no tiene y no aprovecharse de los demás, injustamente. Ante Juan el Bautista la gente llega a preguntarse si no será él el Mesías, pero su reacción es inmediata: él, Juan, bautiza sólo con agua. El Mesías, Jesús, bautizará con Espíritu Santo y fuego. El agua, en el bautismo de Jesús, es símbolo del Espíritu Santo que nos inunda, nos lava de verdad y nos purifica. Es el Espíritu Santo, a quien sentimos en nuestro interior cuando vivimos cerca de Dios por la oración. Por la fe, por el amor a Dios, el Espíritu se hace presente en nosotros, incluso antes de expresarlo públicamente por el bautismo. Pero, como creyentes, no debemos ocultar nuestra fe. Debemos confesarla públicamente. Y, para ello, hay que sentirla, vivirla.

   Sin embargo, hoy día, es muchísima la juventud que se marcha para siempre, de la Iglesia. Tienen su corazón vacío. No hay vida interior. Es un problema gravísimo que las iglesias deberían afrontar, con oración sí, pero también con imaginación. Tanto los creyentes que tienen algún ministerio como los que no, estamos obligados a ello.

   Compromiso:
   ¿Manifiesto mi vida de creyente o me avergüenzo de ello?

lunes, 30 de noviembre de 2015

II Domingo de Adviento. Ciclo C. 6/12/2015. Lucas 3,1-6

   En las lecturas de este segundo domingo de adviento se trata de llevar a cabo la obra de Dios, ya sea en su comienzo o en su culminación, pero estando siempre Dios por el medio. Hoy, el libro de Baruc (5, 1-9) nos trae la enseñanza, preciosa enseñanza, que nos ayuda a conservar la fe, hasta el final, aún con las vicisitudes que nos puedan sobrevenir por el medio. Es la respuesta a aquella pregunta: "Y después del Sumnami, ¿qué?", que equivale a "y después de las grandes desgracias, ¿qué?", ¿donde está Dios? ¿Dónde estaba Dios cuando su pueblo tenía que marchar de su casa, de su tierra, conducido por el enemigo? Pero, al final, se allanó el suelo y Dios mostró su esplendor.

   La segunda lectura (Filipenses, 1,4-6.8-11) nos indica como es la oración de Pablo por todos aquellos que le ayudan en el ministerio. El reza para que, todos los que lo ayudaron en llevar el evangelio a las gentes, crezcan cada vez más y más en el amor, les penetre cada vez más y los sensibilice para saber apreciar los valores de Cristo. Es la oración de un Pastor por todos los que le ayudan en las cosas de Dios.

   En el evangelio, Lucas el historiador comienza presentando el ministerio de Juan Bautista en su contexto histórico, por los años 26 o 29 de la era cristiana.

   Se nos dice que la palabra de Dios vino sobre Juan y este recorre toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Es un tema central en el tiempo del Adviento, en el que ya estamos. Es necesario que toda carne vea la salvación de Dios. Convertirse es cambiar la manera de pensar, es darse la vuelta del mal para el bien. Se trata de un cambio de dirección. El tema del arrepentimiento se refiere varias veces en el evangelio.

   A veces, caemos en la equivocación de hablar solamente del perdón sin hablar del pecado. El no hablar del pecado no es bíblico ni evangélico. Las personas debemos saber que somos pecadores y sentiremos alivio cuando tratamos el pecado con seriedad, reconociéndolo, pidiendo perdón y corrigiéndolo. Así conocemos que existe realmente el perdón de Dios. Necesitamos ser perdonados y sentirnos aliviados.

   De esta manera, se prepara la Navidad, se elevan los valles, descienden los montes, lo torcido se endereza y lo escabroso se iguala como nos dice el evangelio de hoy. Así, veremos la salvación de Dios.

   Compromiso:
   Recapacita sobre tu desviación del camino de Dios

miércoles, 25 de noviembre de 2015

I Domingo de Adviento. Ciclo C. 29/11/2015. Lucas 21, 25-28. 34-36

   Comenzamos hoy el nuevo año litúrgico que se desarrollará a través del ciclo C. El presente domingo, primero de Adviento, nos habla a través de Cristo Salvador con cuyos brazos acogedores nos espera al final de esta vida y de los tiempos. Las tres lecturas tienen esta perspectiva.

   La primera lectura está tomada del libro bíblico de Jeremías (capítulo 33, versículos 14-16) y nos afirma que Dios cumplirá la promesa de enviarnos un salvador, que vendrá con el mensaje de la justicia y el derecho en la tierra. De tal forma que la misma Jerusalén se llamará "El Señor es nuestra Justicia", es decir, nuestra salvación.

   La segunda lectura (1 Tesalonicenses 3, 12-4,2) expresa los deseos de Pablo para con todos nosotros los creyentes. El desea que el Señor nos haga rebosar de amor mútuo y de amor a todos. Así nos fortaleceremos internamente para presentarnos santos e irreprochables ante Dios, nuestro Padre. Todos hemos aprendido cómo agradarle. Toda nuestra vida de cercanía a Dios se reduce a ver a Dios en los demás y obrar con amor. Ver a Dios con los demás nos invita constantemente a ser personas de oración, de oración sencilla pero profunda que nos lleva, sin darnos cuenta, a decirle a Dios muchas veces que lo amamos.

  El evangelio de hoy no puede hacernos olvidar la característica principal de la predicación de Jesús. El no ponía el acento en un final rápido del mundo, sino en la fe en Dios. El mismo nos dejó dicho que nadie sabía ni el día ni la hora en que había de suceder.

   Los textos apocalípticos reflejan, a menudo, una etapa de persecución. Para los que la sufren sobre todo si es muy fuerte y atroz, es como un preludio del fin del mundo que trae la salvación de los que se conservan fieles a Dios. Por desgracia, son hoy muchos los hermanos que viven en el horror de una cruel persecución. Para ellos, como humanos, es el fin del mundo, pero se sienten llamados a dar testimonio de su fe, no renunciando jamás a Cristo, cueste lo que cueste. Para comprender verdaderamente el evangelio de hoy, es necesario mirar hacia esos hermanos y rezar para que se mantengan firmes en la fe. Pero, a la vez, deben servirnos de ejemplo y de admiración y valorar el calado y la profundidad de nuestra fe. Pero, aquí, sí que es necesario tener vida de oración. Esa vida de oración que, más que salir de nuestro pensamiento, brota de nuestro corazón, o de lo más profundo de nuestro espíritu. Es una oración que, más que cansarnos, nos tonifica. Y, nos une de verdad a Dios. De esta forma, nuestra mente no estará embotada, como nos pide este evangelio.

   Compromiso:
   Pensar un poco en la fe de esos mártires contemporáneos.

lunes, 16 de noviembre de 2015

XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 22/11/2015. Juan 18, 33b-37

   Hoy, es uno de esos domingos en que es fácil la relación entre las lecturas de la misa. Hoy es la solemnidad de Jesucristo Rey del universo y, en las tres, de una forma o de otra se menciona a Cristo como rey.

   La primera lectura (Daniel 7, 13-14) en un lenguaje figurado y apocalíptico, nos presenta a un hombre a quien Dios, el anciano, da el poder real sobre todos los pueblos y para siempre. El anciano representa a Cristo.

   La segunda lectura, tomada del Apocalípsis (1, 6-8), nos presenta dos importantes enseñanzas: que Jesucristo nos ha liberado de todos nuestros pecados y que nos ha hecho sacerdotes de Dios. Son dos ideas básicas para comprender nuestro cristianismo. No debemos tener miedo a estas enseñanzas bíblicas, pues la Biblia contiene las enseñanzas de Dios, es su palabra. La misa que celebramos los católicos no es una repetición del sacrificio de la cruz, que sucedió una sola vez y para siempre. Es el mismo Jesús de la cruz que se hace presente. Es el mismo Cristo que se hace presente cuando dos o más se reúnen en su nombre. Y, gracias a Cristo todos somos sacerdotes.

   Para adentrarnos en el evangelio de hoy, conviene darnos cuenta de cómo vive la comunidad cristiana nacida del propio Juan, cuyo evangelio comentamos. Dicha comunidad se siente ligada a Jesús porque se ha adherido a él como verdad. En Jesús resplandece la plenitud de la vida. Los sufrimientos humanos de la pasión de Cristo no pueden sobrellevarse si no es con intervención divina. En ese Jesús que padece atrozmente, resplandece la plenitud de vida. Por esta razón, la comunidad cristiana de Juan se remite a Jesús como rey. Lo recibe como rey.

   Pero Jesús, para ser rey, rehúsa al uso de la fuerza. No es rey como los otros. Es un rey que no oprime, que por amor comunica vida. Es una vida que sólo experimenta el que la vive, el que se adhiere a ella. Y, para este, Jesús es realmente Rey. Es la gran fiesta que celebramos hoy. La solemnidad de Cristo como Rey.

   Después de estas reflexiones podemos entender mucho mejor el evangelio de hoy. Jesús no necesita el uso de la fuerza para llegar a los corazones y ser plenamente convicente, hasta el punto de enamorar a las personas que no rehúsan dar su vida por no renegar de él. En la actualidad, son legión los cristianos que se ven avocados a ello. ¡Cuándo aprenderemos a convivir todos en este mundo!

   Compromiso:
   Reflexiona sobre el compromiso cristiano

martes, 10 de noviembre de 2015

XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 15/11/2015. Marcos 13, 24-32

   La primera lectura del Antiguo Testamento, Daniel (12,1-3), junto con el evangelio, nos hacen ver que después de la muerte y resurrección de Jesús, los discípulos, incluidos los apóstoles, siguen sin comprender el mesianismo verdadero de Cristo. De ahí, que nuevamente se haya elegido como segunda lectura un texto de la carta a los Hebreos. Si la primera lectura y la tercera están escritas en términos apocalípticos, esta característica no falta en la segunda. En efecto, después de mencionar el valor definitivo del sacrificio de Cristo, hace referencia al tiempo final.

   Daniel habla desde una perspectiva apocalíptica. No nos dice como será el fin del mundo, simplemente usa un lenguaje apocalíptico para expresar sus ideas y mensaje. El libro está escrito por el año 167 a.C., gobernando Antioco, y los judíos están fuertemente perseguidos. Es entonces cuando el profeta Daniel anuncia que la victoria final no será de Antioco, sino de Dios. Este profeta nos llama a perseverar en la fidelidad. Los que enseñaron la justicia brillarán como las estrellas.

   La segunda lectura (Hebreos 10, 11-14.18) hace un contraste entre los sacrificios que ofrecen los sacerdotes y el ofrecido por Cristo. Este ha sido único e irrepetible. Con una sola ofrenda ha servido para todos y para siempre. Con ella nos ha perfeccionado a todos. Donde hay perdón ya no se necesitan más ofrendas por los pecados.

   Para comprender correctamente el evangelio de hoy, debemos recordar que, en el Antiguo Testamento, los astros aparecen como objeto de culto idolátrico. Caer el sol o caer la luna es caer uno de esos ídolos. De hecho, había monedas romanas en circulación que llevaban las imágenes del dios Sol y de la diosa Luna. La catástrofe cósmica de la que se habla en este evangelio no puede tomarse en un sentido literal, sino figurado. No indica, pues, el fin del mundo. Los valores de la religión pagana dejan de brillar y entran en crisis, sufren un eclipse. Ha llegado la liberación de los valores paganos, pues los de Cristo iluminan el mundo. Con la simbología tradicional, podemos interpretar la caída de estrellas como reyes paganos que se vienen abajo. Pero, tengamos en cuenta que el liberador no viene de una vez para siempre. Son llegadas sucesivas a través de la historia.

   Dice esta lectura del evangelio que el Hijo del Hombre enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. La fuerza con que viene el Hijo del Hombre representa la fuerza de la vida que nos trae, pues él es el dador de vida en grado sumo. En Marcos, los ángeles se identifican con hombres, con los hombres que evangelizan con la fuerza que viene del Hijo del Hombre. Recordemos que en la primera lectura se nos decía que los que enseñan las cosas de Dios brillarán como las estrellas. Empecemos ya a ser apóstoles de Dios.

   Compromiso:
   ¿Te dice algo, o mejor, a qué te mueve el penúltimo párrafo de este comentario?

martes, 3 de noviembre de 2015

XXXII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 8/11/2015. Marcos 12, 38-44

   La idea clave de este día es la donación de lo necesario para vivir que realizan dos personas, dos mujeres, como figura de Cristo que dio su propia vida pensando en cada uno de nosotros.

   La lectura tomada de  1 Reyes (17, 10-16) tiene como trasfondo el hecho de que Ajab, rey de Israel, exige un altar al ídolo Baal, dios de la fecundidad, en Samaria. El profeta Elías es el gran defensor de la fe en Dios y se dirige a quien conoce como verdadera creyente, la viuda de Sarepta, que vive con su hijo. Su situación económica es extrema y se preparan los dos para la última comida y después morir de hambre. Su fe en Dios, a pesar de estas circunstancias extremas, es una fe radical. Su fe y el don de lo poco que tienen obran el milagro. Esta actitud heroica será recordada por Jesús en Lucas 4, 24-26. Ojalá nuestra fe fuese también una fe radical.

   La segunda lectura (Hebreos 9, 24-28) se refiere a la entrega de Cristo en beneficio de todos nosotros. Es el centro doctrinal de toda la carta. Cristo, desde su inmenso sufrimiento, ha entrado en el cielo y puesto ante Dios, intercede eficazmente por todos nosotros. Es el mismo Dios demostrándonos su inmenso amor. Y, si lo esperamos de verdad, él nos salvará definitivamente.

   El evangelio de hoy es un vivo ejemplo de cómo Jesús hace discurrir a la gente que lo escucha. El, en su enseñanza, hace discurrir a la gente sobre lo que tienen delante de los ojos. Jesús habla de cosas comprobables, es decir, de los letrados que pasean con amplios ropajes, que gustan que se les hagan reverencias, ocupar los asientos importantes... Así, el prestigio hará que se acepte sin crítica su doctrina. De esta forma, se va logrando que el pueblo no pueda prescindir de ellos y, así, nunca llegará a ser un pueblo adulto. Se queda en un pueblo incapaz de decidir por sí mismo.

   Esto tiene hoy una aplicación especial para nosotros, los católicos romanos. Ha sido tan fuerte la mediación del organismo vaticano, que el obispo de Roma, Francisco, se ve obligado a afirmar que, en nuestras creencias verdaderas se entremezcla mucha ideología. Jesús nos invita a enfrentarnos con lo que vemos y a juzgarlo. Debemos acostumbrarnos a tener un espíritu crítico, pero fundamentado.

   La mujer viuda de la que se habla en el evangelio expresa, con su pequenísima limosna, la actitud con la que se relaciona con Dios: lo poquísimo de la viuda vale mucho más que lo de todos los demás juntos. Démosle valor a nuestros pequeños detalles con relación a Dios, porque ello equivaldrá a muchos actos de amor a Él. Amor desinteresado que nos hará introducirnos en lo insondable.

   Compromiso:
   Extraigámoslo del comentario evangélico sobre la mujer viuda.

lunes, 26 de octubre de 2015

Solemnidad de todos los Santos. Ciclo B. 1/11/2015. Mateo 5, 1-12a

   Se celebra hoy la gran fiesta de todos los que nos precedieron. Mejor, es nuestra gran fiesta: la fiesta de todos los que estamos con Dios en esta vida, y la de los que están con Dios en la otra vida. Es la gran fiesta de todos. Sería querer muy poco a los que nos precedieron si, en nuestra mente, les cerrásemos toda posibilidad a un reencuentro. ¡Abramos nuestro espíritu y echémonos en los brazos de Dios! Este es el gran hilo conductor de la gran fiesta de hoy.

   La primera lectura tomada del Apocalipsis (7,9-10. 13-14) nos presenta a gente de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas celebrando una gran fiesta delante de Dios. Llevan vestiduras blancas y palmas en la mano. Todos, en medio de la gran alegría, cantan que la salvación viene de Dios y todos ellos han lavado sus vestiduras en la sangre del Cordero, de Jesús. Excelente metáfora, blanquear la ropa blanca en sangre. Metáfora que sólo a poetas creyentes se les ocurre.

   La segunda lectura (Juan 3,1-3) resume toda su enseñanza al afirmar que somos hijos de Dios, aunque aún no se ha manifestado lo que vamos a ser. Debemos mantener toda nuestra esperanza en Dios. La esperanza nos hace puros, pues la esperanza nace de la fe.

   El evangelio de hoy nos presenta el código de la nueva alianza. Es un código que no nos impone preceptos imperativos. Se trata de una promesas e invitaciones.

   La primera, analizado el significado de "los pobres de espíritu" nos invita a ponernos en las manos de Dios, con gran confianza en él, sin desfallecer, sin apoyarnos en nada material, y poniendo lo nuestro al servicio de los necesitados, empezando por los más cercanos.

   La segunda bienaventuranza se refiere a aquellos a quienes los poderosos han despojado de sus bienes, y no pueden ni siquiera protestar. Ellos acabarán poseyendo toda la tierra. La tierra será para todos en común. Hoy día, pensemos en los seres del tercer mundo y si hemos leído la encíclica de Francisco, Laudato si, apliquemos lo que corresponda.

   En la tercera, aparecen los que lloran, los que sufren. No se trata de un dolor cualquiera. El texto está inspirado en Isaías 61,1. Se refiere al pueblo de Dios que está fuertemente oprimido, como algunos pueblos hoy día.

   La cuarta condensa las dos bienaventuranzas anteriores. Donde hay justicia desaparecen las opresiones.

      La quinta se refiere a la misericordia como obra positiva no como sentimiento. Dios derramará su gracia sobre los que se portan así.

   La sexta bienaventuranza habla de los limpios de corazón. Son los que no abrigan malas intenciones contra su prójimo. Ellos verán a Dios, es decir, tendrán experiencia de Dios.

   La séptima condensa las dos anteriores. La paz, en el sentido semítico, es la felicidad del hombre, tanto individual como socialmente.

   La octava nos hace ver que, los que cumplen las bienaventuranzas, sufren persecución cuando su acción se opone a la clase dominadora. Sin embargo, si perseveran, de ellos es el reino de los cielos.

   Compromiso:
   Escoge la bienaventuranza que más te comprometa y practícala.

 

lunes, 19 de octubre de 2015

XXX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 25/10/2015. Marcos 10, 46-52

   Hoy es uno de esos domingos en que las tres lecturas son totalmente independientes entre sí. Pero, si la Biblia es la palabra de Dios, no podemos atrevernos a dejar sin comentario ninguna de las dos primeras para fijarnos solamente en el evangelio. Por tanto, con relación o sin ella, como viene siendo costumbre, sacaremos una adecuada enseñanza de cada lectura.

   El libro bíblico de Jeremías (31, 7-9) nos invita a gritar de alegría. Lo manda el Señor. Gritar de alegría aunque hayan sufrido lo suyo. Ciegos y cojos, preñadas y paridas: una gran multitud que vuelve del cautiverio y vuelve alegre. Se marcharon llorando y ahora regresan llenos de emoción. Van a su tierra y a los suyos. Esto ha sucedido al pueblo judío como pueblo, pero lo mismo podemos afirmar a niveles individuales. Lo importante y necesario para el hombre de fe es conservar siempre la fe en Dios, el amor a Dios suceda lo que suceda. Al final, nos llega siempre la experiencia maravillosa de Dios. Dios es siempre un misterio, pero sabe llenarnos de una gran alegría y de una gran luz.

   El tema de la segunda lectura (Hebreos 5, 1-6) es el sacerdocio a través de la historia. En un primer periodo, es el sacerdocio de Aarón, en que el sacerdote debe ofrecer sacrificios por sus pecados y los de los demás. Ahora, es el sacerdocio de Cristo. El es el sumo y eterno sacerdote, el único sacerdote. No hay más sacerdotes. El, con su sacrificio, redimió a toda la humanidad. Y nos lo aplicamos por la fe viva en Cristo.

   El evangelio tiene datos suficientes para deducir que se trata de un ejemplo ilustrativo de un problema, que sufre la iglesia de Marcos. Del mismo nombre del ciego, deducen los exégetas tres razones distintas para justificar un sentido figurado de la perícopa evangélica. A través de la lectura aparecen otras confirmaciones de dicho sentido ilustrativo, pero no podemos detenernos en ello.

   El ciego, al principio llama a Jesús de manera distinta a como le llama al final. Al principio, dice: "Hijo de David, ten compasión de mí". Al final, le llama "Maestro". En el medio de las dos formas de llamar a Jesús está, sin duda, la conversión del ciego Bartimeo, que le lleva a expresarse de diferente manera. En efecto, el mesianismo davídico cae dentro de la ideología del poder y es propio del sector nacionalista de Galilea. A él pertenece el ciego del evangelio y llama a Jesús Hijo de David, el salvador político-militar de Israel. A la vez, el evangelio presenta dos grupos de seguidores de Jesús: por un lado, una considerable multitud (v.46) y por otro lado, muchos (v.48). Estos quieren impedir que el ciego se dirija a Jesús como Hijo de David. Los muchos "conminan" al ciego usando el mismo verbo que Jesús usa para expulsar a los demonios. Los muchos siguen a Jesús sin el espíritu del judaísmo oficial. Están en sintonía con él. El ciego, aún no curado, reconoce en Jesús al Hombre-Dios, al Mesías Hijo de Dios y lo llama "Señor mío". Es un título que se usaba sólo para dirigirse a Dios, no para seres humanos. En Marcos, los Doce siguen manteniendo su ideología nacionalista y esperan la restauración del reino de Israel. Los seguidores de Jesús, no judíos, (los muchos), se oponen a la deformación del mensaje. Para algunos, este ciego es un cristiano conocido.

   Compromiso:
   Oponte a la deformación del mensaje de Cristo.

martes, 13 de octubre de 2015

XXIX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 18/10/2015. Marcos 10, 35-45

   Hay algo misterioso que une las tres lecturas de la eucaristía de este domingo. Es el valor del sufrimiento y de los aconteceres de la vida, cuando nos echamos en los brazos de Dios. Cuando no podemos evitar el dolor o las penas, sobrellevarlo con paciencia, con fe en Dios, con la tranquilidad y serenidad que él sólo sabe dar, hace nacer en nosotros una experiencia de Dios que no puede explicarse, pero que es verdadera y sublime.

   La primera lectura (Isaías 53, 10-11) nos hace ver cómo el triturado por el sufrimiento verá la luz y cómo se saciará de conocimiento. Es algo misterioso, pero real. Es real siempre que permanezcamos fieles a Dios. Es necesario estar siempre en las manos de Dios.

   La carta a los Hebreos (4, 14-16) continúa en la misma línea, pero refiriéndose a Cristo como sumo sacerdote. Un sacerdote que atravesó el cielo con los terribles sufrimientos que tuvo que soportar, por culpa de la maldad de algunos hombres. Por esta razón, dice la lectura que nos acerquemos con plena confianza al trono de la gracia, para encontrar la que nos auxilie en cada momento. De ahí la gran importancia de dejarnos estar siempre en las manos de Dios. Haremos lo que esté en nuestras manos, pero con la paz y tranquilidad que sólo Dios sabe dar.

   El evangelio nos presenta a dos apóstoles, Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, que desean ocupar los primeros puestos. Por el uso del presente histórico en el original - aunque no se refleje en la traducción al castellano - se está indicando que la problemática que refleja este relato evangélico seguía existiendo en la época de Marcos, en que ya no vivían los apóstoles. Esos dos discípulos no piden comprometerse para llevar las personas a Dios, a su reino, como quiere Cristo. Ellos quieren auténticos privilegios, quieren poder. En la actualidad, Francisco se vio obligado a desenmascarar los lobies vaticanos. Por algo él vive en una residencia con todos los demás, fuera de las dependencias para él asignadas oficialmente, en el Vaticano. Así, obtiene una mayor libertad de actuación, liberándose de muchos condicionamientos y presiones. Las ambiciones y deseos de poder se repiten en la misma iglesia de Dios, también en los obispados y en las parroquias. Para detectarlo, basta un somero análisis.

   Los dos apóstoles, Santiago y su hermano Juan, no piensan para nada en la pasión y sufrimientos de Jesús. Ellos pensaban que Jesús, al llegar a Jerusalén, hacia donde se dirigen, ocuparía el trono de Israel. Pero, Jesús iba hacia un terrible sufrimiento, cuyo anuncio les había hecho sin que lo entendieran.

  Nosotros ofrezcámonos a Jesús y colaboremos con él, seriamente y con decisión, para no avergonzarnos de ser sus discípulos y extender su reino.

   Compromiso:
   Decídete a trabajar algo por el reinado de Cristo.

martes, 6 de octubre de 2015

XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 11/10/2015. Marcos 10, 17-30

   Este domingo las dos primeras lecturas van de la mano, hablando de la sabiduría de Dios y su palabra. Las dos vienen a ser la misma realidad. Y las dos son la base para entender la enseñanza de la lectura evangélica.

   El libro de la Sabiduría (7,7-11) nos presenta a una persona que ha recibido en su corazón el espíritu de sabiduría como don, como regalo divino. Cuando te apoyas en Dios y no en tus obras, por grandes y buenas que sean; Cuando te apoyas solamente en Dios y no en tus méritos, por grandes que los consideres; Cuando tu corazón está totalmente vacío, pero amas a Dios, te abandonas en El y a la vez estás lleno de actividad, diciéndole que lo amas y trabajas por llevarlo a los demás, el espíritu de sabiduría ha entrado en ti. Eso vale más que todo el oro y su resplandor no tiene ocaso.

   La carta a los Hebreos (4, 12-13) nos habla, de frente, sobre la realidad de la palabra de Dios. El que vive las experiencias de la primera lectura se de cuenta de que la palabra de Dios es viva y eficaz, como espada de doble filo, penetrante, que llega a lo más íntimo de nuestras entrañas. La sabiduría de Dios y su palabra van íntimamente unidas.

   Meditemos sobre nuestra experiencia íntima de Dios, en las alegrías y en el dolor, e iremos descubriendo muchas cosas que nos ayudarán a vivir de la sabiduría divina y ver que nada escapa a su penetrante mirada.

   Nuestro cristianismo del siglo XXI, como nos recuerda el teólogo Rhaner, o es místico, es decir, o tiene experiencia de Dios o no será nada.

   El joven rico que se acerca a Jesús para preguntarle qué tiene que hacer para lograr la vida definitiva, lo hace porque los fariseos obligaban a todo un cúmulo de observancias y cumplimientos si se quería alcanzar la vida definitiva. Jesús se olvida de tantas observancias y lo remite a los mandamientos básicos. Expone un código de conducta que valga para todos los seres humanos, no sólo para los judíos. Así, contesta el joven: no mates, no cometas adulterio, no robes, no testimonies en falso, no defraudes, sustenta a tu padre y a tu madre. Jesús no menciona el noveno y décimo mandamientos de la ley, pero obliga a uno nuevo: "no defraudes", es decir, no prives a otro de lo que se le debe. Y además, Jesús omite los tres primeros mandamientos que se refieren a Dios. Eran característicos de Israel y fundaban su superioridad sobre los demás pueblos, mirándoles por encima del hombro. Jesús propone un código de conducta que vale para todos los hombres, basado en el respeto mutuo y en la honradez.

   Jesús ya ha contestado al rico cómo alcanzar la vida eterna. Sin embargo, para realizar en sí mismo el proyecto de Dios, para llenarse de plenitud espiritual, es necesario haberse empapado de las dos primeras lecturas. Sólo quien ha sido empapado por la sabiduría de Dios y se deja penetrar de la palabra divina como espada punzante, sólo ese es capaz de dar el paso heroico de darlo todo a los pobres.

   Compromiso:
   Debemos acostumbrarnos a ser personas con vida de oración, para ir descubriendo los misterios de la vida espiritual.

lunes, 28 de septiembre de 2015

XXVII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 4/10/2015. Marcos 10,2-16

La primera y tercera lectura de la liturgia de hoy tienen una clarísima conexión. Se refieren a la unión del hombre y la mujer como seres humanos, complementarios, y su relación en orden a la procreación y el amor.

   A primera vista, parece que la segunda lectura queda como descolgada e independiente de las otras dos. Sin embargo, para los tiempos que vivimos , tiene una preciosa razón de ser que ya veremos.

   En la primera lectura (Génesis 2, 18-24) se presenta al hombre sólo, necesitado de compañía. Es entonces cuando el Señor Dios modela con arcilla toda clase de animales, pero no hay entre ellos ninguno que pueda ser compañero del hombre. Visto ello, el Señor Dios se decide a moldear y crear la mujer. El hombre la reconoce como auténtica compañera y termina la lectura afirmando que: "abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne". Es esta una forma mítica de explicar el origen del ser humano. No estamos obligados a creer que haya sido así. Sólo debemos quedarnos con la enseñanza que se nos intenta transmitir: es decir que Dios es el creador y que el hombre y la mujer tienen un destino común.

   La carta de los Hebreos (2,9-11) se dirige a una comunidad que fue muy dinámica en otro tiempo, pero que ha caído en gran tibieza por persecución y por la proclamación de nuevas doctrinas. Es una fuerte exhortación a permanecer fieles en la fe. Las dos situaciones son de actualidad: unos cristianos son cruelmente perseguidos y por todas partes nos amenaza un verdadero paganismo y abandono de la fe. Resaltemos que Jesús, el guía de nuestra salvación, fue consagrado con grandísimos sufrimientos, y que santificador y santificados procedemos todos del mismo Dios. Por ello Jesús nos llama hermanos.

   El enlace entre primera y tercera lecturas podría ser que un verdadero paganismo nos amenaza respecto al matrimonio.

   En el evangelio, Jesús quiere actualizar la igualdad del hombre y la mujer. Y por los presentes históricos empleados, se innsiúa que alguna de las primeras comunidades cristianas de la iglesia de Marcos se resistían a aceptar la indisolubilidad del matrimonio. Jesús insiste en la igualdad de todos los seres humanos y esa es la razón de la pregunta que le hacen: "¿está permitido al marido repudiar a su mujer?". En la ley de Moisés sí estaba permitido, pero Jesús afirma que por su terquedad (la de los judíos) dio Moisés ese permiso. Por lo que deducimos que no todo lo que está escrito en la Ley bíblica tiene autoridad divina, sino que puede ser producto de la terquedad humana. Jesús afirma: "abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne" y "lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre". Para Jesús, la diversidad del hombre y la mujer, la mutua atracción y la unión sexual fueron queridos por Dios sin relación con ritos o instituciones. Las personas, no las instituciones, son el fundamento del matrimonio. Jesús no menciona la fecundidad, lo que importa es el amor de los seres humanos para la vida. Jesús no distingue entre un matrimonio natural y un matrimonio cristiano. Expone el proyecto de Dios para toda pareja humana.

   Compromiso:
   ¿Podrías enterarte de lo que significa "Iglesia de la misericordia", de la que habla Francisco, el obispo de Roma?

miércoles, 23 de septiembre de 2015

XXVI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 27/09/2015. Marcos 9,38-48

   Las tres lecturas del presente domingo nos sitúan ante la presencia del Espíritu de Dios en todos y cada uno de nosotros. Es vital que reconozcamos y vivamos el gran misterio de Dios dentro de cada uno de nosotros, y que lo veamos en todos los hermanos que nos rodean.

   En la primera lectura (libro de la Biblia llamado Números 1,25-29) se nos dice que el Espíritu se posó sobre los ancianos y se pusieron rápidamente a profetizar, es decir, a hablar de Dios, de su amor hacia nosotros y de la necesidad de cumplir su voluntad que siempre redunda en nuestro bien. Sin embargo, dos de los ancianos estaban en otro lugar distinto, no con el grupo, pero recibieron también el Espíritu y se pusieron a profetizar. Al enterarse los del grupo grande, protestan, pero Moisés contesta: "¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el Espíritu del Señor!". De verdad que todos los creyentes, por la gracia de Cristo, podemos hablar a los demás sobre Dios y Jesús de Nazaret. Es decir, todos podemos profetizar.

   En la segunda lectura (Santiago 5, 1-6), se refleja una situación contraria, totalmente contraria, al espíritu de Dios. Se trata de los grandes explotadores, que han defraudado robando del sueldo a los obreros. Es una situación similar a la gran corrupción que vemos hoy día. Los miles de millones evadidos sin justificar, porque es muy dudosa su procedencia, o por otras razones que producen injusticia, son acciones que van siempre contra el que menos tiene. Esa gente jamás puede ser profeta de Dios.

   El evangelio reúne las enseñanzas de las dos primeras lecturas. Los discípulos ven a uno que echa los demonios en nombre de Jesús, pero que no pertenece al grupo de los discípulos. Expulsar demonios significa liberar de los fanatismos violentos. Estos bloquean a la persona y dificultan la convivencia humana. Expulsar un demonio es devolver a la persona su libertad y autonomía. Sin embargo, los discípulos de Jesús, en vez de alegrarse por el bien que se hace a las personas liberándolas de fanatismos violentos, tratan de evitar que otra persona ajena al grupo realice tales acciones. Esto es un motivo de reflexión para todas las iglesias cristianas. Todos debemos alegrarnos del bien que hacen los demás y buscar la buena relación entre todos. Sin lugar a duda la gracia de Dios hace maravillas en todas las iglesias.

   En este evangelio se hace patente una vez más la polémica del evangelista Marcos contra los círculos cristianos judaizantes. Es problema varias veces repetido en la historia: cristianos de mentalidad más abierta y bíblica y cristianos más conservadores de sus tradiciones ideológicas.

   Después de la protesta porque hay quien expulsa los demonios en nombre de Jesús, pero sin ser del grupo, pasa Jesús a decir que el que escandalice a uno de los pequeños que creen en él más le valdría que le atasen al cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Los pequeños, en Marcos, son los seguidores de Jesús que no proceden del judaísmo. A estos no se les puede hacer vacilar en su fe, escandalizándolos. El escándalo es intracomunitario. El escándalo consiste en que un grupo trate de ponerse por encima de los otros.

   Compromiso: profetiza.

lunes, 14 de septiembre de 2015

XXV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 20/09/2015. Marcos 9, 30-37

   Dos son las ideas que campean en las lecturas bíblicas de este domingo: la prueba del fuego y el deseo de tener y dominar. El libro de la Sabiduría (2,12. 17-20) nos presenta cómo los impíos acechan a los que defienden la causa de Dios, poniéndoles en la prueba del fuego. A estos, se les tortura y condena a muerte, para que se vea que Dios no viene a salvarlos. No saben que la sangre de mártires es semilla de profundos creyentes. A través de la historia, han sido frecuentes las persecuciones de tipo religioso y nadie ignora las modernas y contemporáneas. Son muchos los creyentes sometidos a la prueba del fuego.

   En la segunda lectura, tomada de la carta de Santiago (3, 16-4,3), aparece el tema de acaparar y tener, todo lo contrario a la sabiduría que viene de arriba. Pregunta Santiago: "¿De dónde vienen las guerras y conflictos?" Podemos contestar: del deseo de tener y dominar. Si los grandes capitales, junto con los gobernantes, quisieran, ya no habría hambre en el mundo, ni guerras. Cuando ambicionamos algo de los demás, fácilmente surgen envidias y peleas. Esta es la enseñanza de Santiago en el día de hoy.

   Las dos enseñanzas de este domingo están manifiestas en el evangelio. Jesús sufrió en toda su crudeza una horrible prueba de fuego y la pasó con toda la fe. Al final, cuando parecía que sus enemigos tenían toda la razón, Dios, lo resucitó y lo puso como una gran luz que ilumina a todos los que creen en él. La fe no es un engaño que uno se hace a sí mismo. La fe en Cristo nos da una luz interior, sobrenatural, con la que experimentamos la presencia de Dios en nosotros. Jesús pregunta a los discípulos sobre lo que discutían por el camino, pero ellos no se atreven a contestar delante de él. Les da apuro decirle que discutían sobre cual de ellos era el más importante. Antes de ahora, Pedro se presenta como el jefe, como el que habla antes que los demás, como el que sabe lo que dice. Pero, se equivoca totalmente. El quiere ser el primero en todo, porque tiene afán de dominio y aquí ya estamos en la segunda lección del día: el deseo de tener y dominar. Jesús y los discípulos siguen dos trayectorias opuestas. Sus puntos de vista son irreconciliables. Mientra Jesús les fue explicando su muerte, ellos se revolvían en su interior, pensando el rango de cada uno y cual sería su puesto en la jerarquía.

   Hasta ahora, Jesús hablaba de los discípulos que le seguían. Ahora, cambia el nombre de "discípulos" por el de los "Doce", para darles una lección. Para ello, hemos de tener en cuenta que "los Doce" representa a todos los que damos nuestra adhesión a Cristo. Habría que explicarlo, pero esto queda para el momento oportuno. La lección que Jesús quiere darnos es que si queremos ser los primeros, debemos ser los servidores de todos.

   Compromiso:
   Acostumbrarme a ayudar a los demás, empezando por los más cercanos.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

XXIV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 13/09/2015. Marcos 8,27-35

   Las lecturas del presente domingo giran frontalmente alrededor de la aceptación del mensaje divino. La primera lectura (Isaías 50, 5-9a) presenta al que recibe el mensaje de Dios afirmando: "El Señor Dios me abrió los oídos y yo no me resistí ni me eché atrás". ¡Cuántas veces, nosotros, hemos oído claramente el mensaje de Dios en el interior de nuestros corazones y, consciente o inconscientemente, lo hemos dejado de lado! Sin embargo, Isaías ofreció su espalda, su mejilla, su rostro, pero sabía que Dios estaba junto a él. Tuvo que sufrir, pero no renunció a ser fiel, a predicar y propagar el mensaje divino. Aprendamos la lección y sigamos su ejemplo.

    La lectura de la carta de Santiago (2, 14-18) pone en relación la aceptación del mensaje de Dios por la fe, y la realización de las obras que conlleva. Toda aceptación de un mensaje divino tiene como exigencia determinadas obras. Por esta razón, afirma esta lectura que la fe sin obras es fe muerta. Los creyentes cristianos debemos aceptar a Cristo y su mensaje con obras incluidas. Obras que son el fruto de una profunda fe.

   La lectura evangélica comienza con una pregunta hecha por Jesús: "¿Quién dicen los hombres que soy yo?" Los hombres en este evangelio de Marcos, significa o se refiere a la gente que no tiene a Jesús por maestro. Para ellos, Jesús no es el Mesías, sino el que prepara la venida del Mesías. Esto es lo que piensan los hombres, la gente.

   A continuación, Jesús pregunta a los discípulos: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Pedro toma la palabra y dice: "Tú eres el Mesías". Pedro hace una afirmación equivocada. Para él, Jesús es el Mesías según lo conciben los judíos, es decir, el Mesías nacionalista. Y, una vez más se usa el presente histórico: "él contesta". Se insinúa que esa idea mesiánica sigue vigente en la Iglesia del tiempo en que se escribió el evangelio. Jesús no acepta lo dicho por Pedro. Su respuesta está en la línea de los espíritus demonios, es decir, del nacionalismo judío, y por eso les conmina a que no digan a nadie eso acerca de él. Pedro se lanzó a hablar y afirmó de Jesús una falsedad. Jesús no es un mesías nacionalista. Jesús, como Dios, tiene un amor universal. No es un mesías político, ni nacionalista propio de la mentalidad judía. Jesús no está destinado exclusivamente a Israel, sin ninguna solidaridad con los otros pueblos.

   Ante el fracaso de Jesús, éste empieza a enseñarles a ellos aparte, y lo hace con una enseñanza que contradice el elemento triunfalista del nacionalismo. Empieza a anunciarles el final doloroso antes de su exaltación, debido a la oposición de los hombres a su mensaje. Los senadores, representantes del poder económico, serán, como siempre, los que manejen los hilos contra Jesús.

martes, 1 de septiembre de 2015

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 06/09/2015. Marcos 7, 31-37

   Una idea que flota en las tres lecturas de la misa de hoy es la resistencia a escuchar lo que Dios nos dice. En la primera, se habla de ciegos, mudos y sordos. Pero, nunca en el Antiguo Testamento se habla de ellos en sentido real, pues el sentido de estas palabras es siempre figurado o metafórico. Está reconocido que el escritor del evangelio de hoy, pensó en esta primera lectura del profeta Isaías (Isaías 35, 4-7a).

   En ella se dice: "sed fuertes, no temáis" y añade, en sentido figurado: "los oídos del sordo se abrirán... la lengua del mudo cantará", pues escucharán la palabra de Dios y se abrirán a ella.

   La segunda lectura (Carta de Santiago, 2, 1-5) empieza afirmando: "No juntéis la fe en Jesucristo con la acepción de personas". Santiago se refiere a un caso concreto de la acepción de personas. Pero, podemos generalizarlo. En efecto, hoy tenemos en la cristiandad un enorme problema de acepción, no de personas sino de iglesias. A menudo, en vez de buscar la unión, cediendo por ambas partes lo que el evangelio permita, lo que hacemos es enraizarnos más en aspectos muy discutibles. Ante el mundo, la Iglesia de Cristo aparece muy dividida. Como diría esta lectura, no juntemos la fe en Jesucristo con la acepción de Iglesias. Vayamos todos al evangelio, reconociendo los católicos los primeros que, como dice Francisco, obispo de Roma, en nuestra fe se mezclan también ideologías.

   El evangelio comienza con un itinerario inverosímil. Obligaría a Jesús a dar un gran rodeo para llegar al lago. Con dicho rodeo se nos indica que la situación es la misma en toda Fenicia. Es una situación de injusticia en ese mundo pagano. Los colaboradores de Jesús le llevan un sordo y tartamudo. Como otras veces, el verbo, en el principal griego, está en presente histórico, lo que nos enseña que el problema está vigente aún en tiempos de los primeros cristianos. La sordera, junto con la ceguera, se usa siempre en los profetas para indicar la resistencia de Israel a escuchar la palabra de Dios. La incomprensión de Jesús continúa entre los primeros cristianos procedentes del judaísmo. La sordera manifiesta la resistencia a aceptar el mensaje. Jesús mete los dedos en los oídos del sordo, como si los perforara, significando que tiene que ofrecer una fuerte resistencia. Hoy día, Jesús y el Obispo de Roma, Francisco, necesitan vencer una fuerte resistencia para lograr una, convivencia fraterna entre muy conservadores (Comunión y Liberación, Opus Dei, Kicos) y progresistas (Teología de la Liberación, diversos teólogos, Comunidades de Base). Y no digamos nada de la convivencia de todos los cristianos entre sí. Examinémonos todos, sin soberbia, con el evangelio en la mano y, si es necesario, abandonemos todo lo que sea ideología, sin fundamento evangélico, Jesús tiene que meternos profundamente sus dedos en nuestras orejas, para que adoptemos, en profundidad, una nueva actitud.

   Compromiso:
   Pensar en lo que considere esencial en el mensaje del Cristo de la fe.

martes, 25 de agosto de 2015

XXII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 30-8-2015. Marcos 7, 1-8; 14-15; 21-23

     Han terminado los cinco domingos dedicados a la enseñanza doctrinal sobre la multiplicación de los panes. Hoy volvemos de nuevo al evangelio de Marcos, que es el propio del ciclo B, en el que nos encontramos. La primera y tercera lecturas se refieren a los mandatos del Señor. La segunda recapitula todo en la Palabra.

     El Deuteronomio (4, 1-2; 6,8) es el primer texto que escuchamos hoy, y nos presenta los mandatos dados por Moisés. Ellos fueron la sabiduría y la inteligencia del pueblo escogido. Para ellos, como para nosotros, Dios está siempre muy cerca. Esta gran verdad debemos tenerla siempre muy en cuenta, tanto en las alegrías como en las penas. Nuestro Dios es siempre el Dios de la cercanía, incluso cuando nos toca sufrir. Y las personas que pasan por momentos difíciles, si conservan la cercanía con Dios, descubrirán cada vez más el misterio divino y su presencia amorosa.

     La segunda lectura, tomada de la carta de Santiago (1, 17-18; 21b-22; 27), afirma que en Dios no hay fase o periodos de sombra. En Dios todo es luz y por su Palabra o Pensamiento todos hemos sido hechos para que seamos la primicia o lo primero de sus criaturas. Debemos llevar a la práctica la Palabra o deseos de Dios, que han sido plantados en cada uno de nosotros y nos salvan. No escuchemos solamente la Palabra de Dios, pongámosla en práctica.

     El evangelio de hoy nos sitúa ante la presencia de mandamientos divinos y preceptos humanos dentro de la misma Iglesia. La ideología de los que se acercan a Jesús, según se deduce del análisis del texto, es la propia del judaísmo. Además, se puede pensar que como otras veces, la cuestión que se presenta aquí tiene vigencia en algunas comunidades cristianas de la época de Marcos. Se plantea el problema de que algunos seguidores de Jesús comen sin lavarse las manos. El no cumplir este precepto les convertía en impuros y rompía su relación con Dios. Esto era lo que enseñaban los fariseos como observantes escrupulosos de la ley, dominando la sinagoga. Y Jesús hace todo lo contrario en la multiplicación de los panes. Allí, de los cinco mil, nadie cumplió con la sagrada ley de lavarse las manos. Según la tradición del pueblo escogido, todos los cinco mil quedaron impuros y fuera de la amistad con Dios. Se confundían las leyes de Dios con lo que eran puras tradiciones humanas. Comer sin lavarse las manos no pertenecía a la ley divina, era una imposición debida a los rabinos Hillel y Shammai. Los fariseos atribuían autoridad divina a las tradiciones, equiparándolas a la Ley de Dios, y los letrados eran sus guardianes.

     Es una magnífica enseñanza para los católicos. Estamos llenos de tradiciones que tomamos como dogma de fe, y no son ley de Dios. Las apariciones de María, sus mensajes, no son ningún fundamento de la fe cristiana. No le demos vueltas, nuestro único fundamento es Cristo. El escapulario es otra tradición sin fundamento, así como la Porciúncula y otras formas de ganar indulgencias. La misma confesión fue inventada por frailes irlandeses, no fue instituida por Cristo. El saber corregir estas cosas facilitaría más el camino para conducir mejor las almas de Cristo.

Compromiso: saber ir a lo fundamental: el amor a Dios y a Cristo con todas sus exigencias.



martes, 18 de agosto de 2015

XXI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 23-8-2015. Juan 6, 60-69

     La primera lectura presenta un paralelismo con el evangelio en el sentido de aceptación o no, referida bien a Dios, bien a Jesús. La segunda sigue en la línea de la aceptación, pero referida al trato de la esposa por parte del marido. Podríamos decir que hoy es el domingo de la aceptación.

     Es clave en Josué (24, 1-2a; 15-17; 18b) la hermosa afirmación de fe que realiza: "Pero yo y mi casa servimos a Dios". Con esta frase se manifiesta el corazón de un gran líder espiritual que ya se encuentra al final de su vida. Aquí estamos para servir al Señor y debemos hacer todo lo posible para que nuestra familia siga nuestro ejemplo. La decisión de seguir a Dios implica una decisión o un compromiso sincero y verdadero. No olvidemos que ésto influirá positivamente en nuestra familia.

     La carta a los Efesios (5, 21-32) comienza hoy pidiéndonos que seamos respetuosos unos con otros. Así debemos interpretar el resto de esta segunda lectura, que se refiere a las relaciones entre los esposos. La primera parte refleja la cultura de la época, y no tiene por qué ser igual en todos los tiempos. Lo que importa siempre es el amor mutuo. Según esta parte las mujeres deben estar sometidas a sus marido en todo, pero éste sería un aspecto cultural. Para la cultura de hoy, el hombre y la mujer son iguales. La lectura da un paso gigante y va mucho más allá de la cultura, cuando dice que al igual que Cristo dio la vida por su Iglesia, así los esposos deben darla por sus esposas.

     Si en la primera lectura sobresalía la decisión plena de seguir siempre a Dios de serle siempre fiel, en el evangelio de hoy esa fidelidad se representa referida a Cristo. Comer la carne de Cristo y beber su sangre es adherirse plenamente a Jesús, lo que no consiste puramente en imitarlo, sino en interiorizarlo. La unión interiorizada del discípulo con Jesús se expresa con la metáfora del comer y beber. La adhesión a Jesús es una adhesión profunda. Pero amigos, seguirle así, interiorizadamente, es insoportable para los que lo escuchan. Y Jesús les dice que las exigencias que les pide son espíritu y dan vida. Quizá se expresa aquí lo que está sucediendo entre los cristianos de la iglesia de Juan. A Jesús le espera una muerte horrible, pero afirma que esa bajada a la muerte incluye la subida a la vida. Nosotros debemos aprender a ponernos en las manos de Dios con gran fe y confianza, para cuando llegue el momento de nuestra muerte. Las exigencias de Jesús no son una doctrina o sistema teórico: son las vivencias de haberle interiorizado.

     Termina este evangelio diciendo los apóstoles, por boca de Pedro: "Tu eres el consagrado por Dios".

Compromiso: piensa cómo interiorizarías el mensaje de Cristo.



martes, 11 de agosto de 2015

XX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 16/8/2015. Juan 6,51-58

   La idea y realidad del banquete rezuma por todas las lecturas del presente domingo. Por lo mismo, son lecturas plenamente eucarísticas y esta es la idea central que preside la liturgia de este domingo. Es impresionante el resplandor de la eucaristía, que se expande a través de los textos escogidos.

   La primera lectura se toma del libro bíblico de los proverbios (9,1-6). En ella se nos presenta la Sabiduría, que es bíblicamente una personificación de Dios. Ella edifica su casa y la adorna con siete columnas. El número siete, en la cultura judía, representa la perfección y así, podemos afirmar que la casa de la sabiduría es una casa perfecta, fuerte e ideal, grande y bien construida. La Sabiduría mezcló el vino con agua siguiendo la costumbre judía, como se hace en la liturgia católica. El vino concentrado se consideraba desagradable. Así, el vino de la pascua fue mezclado con tres partes de agua. La misma Sabiduría invita a todos al banquete por ella preparado. Grita desde lo alto de la ciudad: "Venid a comer mi pan y a beber el vino que he mezclado y seguid el camino de la sabiduría, de la sensatez, de la prudencia". Es una llamada a la vida del Espíritu.

   En esta línea continúa la segunda lectura (Efesios 5,15-20). Nos pide que nos demos cuenta de lo que Dios quiere de nosotros y que nos dejemos llenar del Espíritu. Nos anima a cantar, alternando, salmos, himnos y cánticos espirituales. Así como a celebrar continuamente Acción de Gracias.

   Ya, en la lectura evangélica, nos introducimos en un ambiente plenamente eucarístico. Es la enseñanza que sigue a la multiplicación de los panes y que se desarrolla en estos domingos. Para mejor comprensión de este evangelio debemos tener en cuenta que los regalos de Dios, es decir, los dones divinos, tienen todos expresión en nuestra carne, en nuestro cuerpo, en nuestro espíritu. Es la única forma que tenemos de captarlos. Dios entra así en el campo de la experiencia humana. Aceptar a Jesús, adherirse a él, equivale a comerlo y aceptar su donación humana. El Espíritu que se recibe en la Eucaristía lleva al hombre a no temer la muerte, pues la experiencia de una vida con Dios supera todo temor.

   La adhesión a Jesús no queda en lo exterior, sino que es algo interiorizado. Profundamente interiorizado. Esta unión tan fuerte, tan íntima y tan profunda del discípulo con Jesús, se expresa con la metáfora del comer y beber. En consecuencia, la misma unión, la misma vida que existe entre el Padre y el Hijo, existe entre el Hijo, Jesús, y sus discípulos. "Quien coma de este pan (de la eucaristía), vivirá para siempre". Se dirige al individuo, no a la comunidad. Cada uno, tú y yo, hace su opción personal y libremente responsable. Este es el comentario del evangelio de hoy. Meditémoslo y reflexionemos con el texto en las manos.

   Compromiso:
   Atrévete a comulgar con frecuencia e irás viendo como te sumerges en Dios.

jueves, 6 de agosto de 2015

XIX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. Juan 6, 41-51

   De nuevo el tema del pan, que da vida y fortaleza, es el tema de unión entre primera y tercera lectura. Es muy sugerente el tema de la comida como alimento, no sólo en el plano corporal, sino también en el espiritual. Como ya se dijo, esta aplicación metafórica pertenece a la cultura judía. Muy en concreto, el pan es a la vez alimento del cuerpo y alimento del alma. Alimento que repara nuestras fuerzas y alimento que nos da fuerzas divinas.

   En la primera lectura (1Reyes 19,4-8) el profeta Elías se encuentra totalmente sin fuerzas para seguir cumpliendo con el mensaje divino y ruega a Dios que le quite la vida. Se encuentra rendido porque ha caminado todo el día por el desierto. Ya está muy cansado y no puede más. El ángel del Señor le ofrece pan y agua y le insiste en que coma. Elías come y camina cuarenta días y cuarenta noches para llegar a Horeb, el monte de Dios. Cuarenta días es un número significativo que no se toma al pie de la letra. Quiere decir que fue un trayecto muy largo. Caminó de día y de noche porque iba al monte de Dios. El deseo de estar con Dios y sentir su presencia lo apuraba.

   La segunda lectura (Efesios 4, 30- ) afirma que Dios nos ha marcado con el Espíritu Santo y, por lo mismo debemos desterrar de nosotros toda maldad para con los demás. Debemos perdonarnos unos a otros como Dios nos perdona.

   En cuanto al evangelio o tercera lectura, continuamos con la enseñanza doctrinal que sigue al hecho de la multiplicación de los panes, en el evangelio de Juan. En este domingo, se presentan dos nuevos matices: el rechazo de la gente a Jesús y la pregunta, que se hacen, de cómo puede Jesús darnos a comer su propia carne. Jesús es el hijo de José, lo conocen todos. Entonces, ¿cómo dice que ha bajado del cielo? El rechazar a Jesús tuvo sus razones. Y aún así, la gente vio algo en Jesús y lo siguió. Pero, lo siguió hasta el extremo de abandonar costumbres muy arraigadas y sagradas. Jesús supera con mucho, la ley de Moisés. Jesús, en el judaísmo, supuso una gran ruptura.

   El evangelio de hoy hace una afirmación en la que, de verdad, no profundizamos. Es una afirmación vital para nuestra propia vida interior y para extender el reinado de Cristo, para ser un apóstol. La frase es: "nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre". A menudo, encontramos a personas que no creen en Jesús, pero que tienen buena voluntad. Si les proponemos que sean constantes en hacer una oración, que todo el mundo puede hacer aunque no sea creyente, Dios les dará la fe. Se trata de que todos los días, por lo menos una vez, digan: "Dios, si existes, y me lo haces ver, yo creeré". Tardará más o será, pero, si se persevera en hacer esta oración, con sencillez, la luz llegará y nos vendrá la fe. La frase que comentamos de Jesús se hará realidad.

   Compromiso:
   Todos nos tropezamos con gente que no cree. Hagámosle la propuesta anterior. Aprendamos a entablar una conversación de tipo religioso.

lunes, 27 de julio de 2015

XVIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 2/8/2015. Juan 6, 24-35

   Nuevamente, la primera y tercera lecturas nos transmiten la enseñanza a través de la comida. En la cultura judía esta correlación se da con frecuencia y debemos discernir cuándo realmente se trata de un hecho puramente humano, material, y cuándo hay un significado espiritual y religioso que la trasciende profundamente. Somos humanos y es muy lógico que la enseñanza de Dios se nos transmita a través de experiencias humanas, a menudo experiencias profundas que nos marcan el espíritu y nos hacen ver que allí está la mano de Dios.

   En la primera lectura (libro del Exodo 16,2-4.12-15) a su comienzo se encuentra una expresión muy propia de una persona de fe: "morir en las manos del Señor". Es fundamental saber ponerse en manos de Dios para morir. Hay personas que se echan en los brazos de Dios cuando se aproxima tan trascendental momento. Y, sin duda, sienten una paz y una felicidad grande. Eso es morir en la paz de Dios. ¡Qué todos podamos experimentar así la muerte, que es nacer para una vida con Dios! En la misma lectura, aparece Dios dando de comer carne de codornices y pan. Y de esta pan afirma Moisés: "Es el pan que el Señor os da de comer". El significado espiritual de este pan lo veremos en el evangelio de hoy.

   La segunda lectura (Efesios 4, 17.20-24) nos habla de la necesidad de aprender bien a Cristo para no caer en la vaciedad de criterios o para librarse de esa vaciedad. Nuestra fe no depende de unas cartas de la Virgen ni de unos milagros, como dice Francisco, el obispo de Roma. Nuestra fe está basada en un contacto personal con Cristo. Debemos permitir que el Espíritu de Dios remueve nuestra mente y espíritu. Es aquí donde obran los signos de Dios. Y aquí conectamos con la tercera lectura o evangelio.

   En el evangelio dice Jesús: "Me buscáis no porque habéis visto signos sino porque comisteis". Lo fundamental no son los milagros, sino los signos. Estos se perciben en el interior del alma. Nunca desechéis esa semilla que estaba en vuestros corazones. Desarrolladla. No la adormezcais. Volved a ella. Es un alimento que perdura y que da vida eterna. Es el que lleva a saber echarse en los brazos de Dios y, a la vez, ser de una vida activa para trabajar por el reino de Cristo. El verdadero pan del cielo no lo dio Moisés; lo da el Padre, lo da Dios. Este pan es el verdadero pan que da vida al mundo.

   Alguna vez se ha oído decir, a no creyentes, que admiran la felicidad y paz que ven en los que sí creen y practican. Jesús es el pan de vida. El dice: "El que viene a mí no pasará hambre ni tendrá sed". Estas verdades, si uno no quiere acercarse a Jesús, no se comprenden.

   Compromiso:
   Basándote en tu experiencia cristiana interior, ¿sabrías ver la diferencia entre signo y milagro?

jueves, 23 de julio de 2015

XVII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 26/7/2015. Juan 6,1-15

   Como sucede a menudo, la primera y tercera lectura tienen una relación temática, mientras que la segunda nos presenta algo referente al Señor Jesús y su relación con los cristianos. Así, hoy, las lecturas inicial y última nos presentan una multiplicación de panes.

   En la primera (2 Reyes 4,42-44), se menciona una multiplicación de panes. Elías había multiplicado harina y aceite. Eliseo, ahora, multiplica 20 panes y algunos peces. En los evangelios, esta multiplicación se relata seis veces. Como se ve, el hecho de multiplicaciones es muy bíblico y sin duda tiene un profundo significado como trasfondo. Moisés provocó varios días la repetición del pan bajado del cielo para alimento de los israelitas. La multiplicación de alimentos tiene fuertes signos mesiánicos, proféticos y litúrgicos. Algo se verá en el comentario evangélico.

   La segunda lectura (Efesios 4, 1-6) tienen dos enseñanzas entrañables y fundamentales. Todos los creyentes tenemos alguna experiencia espiritual, pues si vivimos la fe debemos recordar que la fe está basada en un contacto personal con Cristo. Por eso, mantenemos entre todos la unidad del Espiritu con el vínculo de la paz sobrellevándonos mutuamente.

   Ya en la multiplicación evangélica de los panes y de los peces, enlazamos con la primera lectura. Jesús multiplica cinco panes de cebada y alimenta a 5000 personas, sobrando 12 canastas. Eliseo con 20 panes de cebada sólo había alimentado a 100 personas. Es una gran diferencia que nos deja un mensaje muy claro. Jesús, sólo hablando como profeta, que es lo que se presenta a la vista de las gentes, es un profeta superior a Elías y Eliseo.

   ¿Y, con relación a Moisés? El número simbólico que se asocia con Moisés es el 5. En efecto, se atribuyen 5 libros a Moisés, que son los cinco primeros libros de la Biblia: Génesis, Exodo, Levítico, Numeros y Deuteronomio. Son los libros de la Ley o Pentateuco. Los cinco panes de cebada representan esos cinco libros. Jesús con la multiplicación de los cinco panes, número simbólico que se asocia a Moisés, está enseñando que transforma la ley mosaica en algo superior, más grande y nutritivo. Moisés predijo que enviaría un profeta como él (Deuteronomio 18,18). El pueblo entendió el mensaje y Jesús tuvo que escabullirse para evitar que quisieran proclamarlo rey (Juan 6,14-15). Este relato de la multiplicación es un preludio de la Eucaristía.

   Compromiso:
   Haz en la iglesia, con recogimiento, algo de oración, y piensa en la felicidad que da el vivir junto a Dios. Es la superioridad del amor sobre la ley.

lunes, 13 de julio de 2015

XVI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 19/7/2015. Marcos 6,30-34

   Nuevamente, el esquema de las lecturas de hoy es idéntico al de domingos anteriores. La primera y la tercera se refieren a la predicación bajo la imagen del pastor. La segunda nos presenta una temática sobre Cristo Jesús, que nos trajo la unión de los dos pueblos: el de Dios, de siempre, y el que oficialmente no lo era. Es el modelo del ecumenismo que practica Francisco, obispo de Roma. Ecumenismo criticado por una parte de la Iglesia.

   La primera lectura (Jeremías 23,1-6) nos presenta al profeta Jeremías hablando de los pastores que echan a perder a las ovejas por la maldad de sus acciones o por la falta de pastoreo. Todos tenemos nuestra responsabilidad, pues todos somos pastores los unos de los otros, respetando la libertad a que cada uno tiene derecho.

   La segunda lectura (Efesios 2, 13-18) da por hecho la existencia de dos pueblos. Actualmente, la gran división entre los cristianos es abrumadora. Además, el mundo no cristiano o el realmente alejado de Cristo, es muy numeroso. Sin embargo, todos somos de Dios. A todos nos ama Dios. Esto no debemos perderlo de vista jamás. Cristo ha llegado a abolir la Ley con sus mandamientos y reglas para eliminar condicionamientos, dejando como norma suprema el mandamiento del amor: Amor de verdad a Dios y a los hermanos. Eso sí, nunca lo uno sin lo otro.

   El evangelio continúa usando en el texto original el presente histórico, es decir, los problemas que tuvo Jesús para formar a los Doce continúan presentándose entre los primeros cristianos. Era un problema de formación. Jesús envía a los Doce de dos en dos para que se vayan formando en comprender las mentalidades distintas a la judía, es decir, las diferentes formas de pensar de los paganos. Que comprendan que los paganos tienen cosas buenas, aceptables y que no todo es malo como creían los judíos.

   Hoy día, también los cristianos necesitamos aprender que entre lo que no es cristiano hay también cosas buenas o, por lo menos, indiferentes. Es fundamental comprenderlo. No hay que dar importancia a cosas que en sí, no la tienen. Rezar como los cristianos o como los indios o como los musulmanes no importa. Lo fundamental es relacionarse con el único Dios, adorarlo, amarlo y saber que nos ama. Eso es lo importante y necesario. Las posturas del cuerpo no son esenciales y pueden ser variadas. No tienen que causarnos risas los gestos religiosos de otras culturas. Por ejemplo, los de religión musulmana adoptan posturas distintas a las de los cristianos. Lo mismo podemos afirmar de las formas de vestir. Dentro de una vestimenta hay una persona a la que ama Dios. Con burka o sin él. Con maxifalda o con una falda más corta. Sepamos separar lo fundamental de lo accesorio.

   Compromiso:
   Siendo cristiano, qué otras reflexiones añadirías a este comentario bíblico.

martes, 7 de julio de 2015

XV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 12/07/2015. Marcos 6, 7-13

   En este domingo, como en algún otro, también aparecen dos envíos a predicar el mensaje divino, uno en la primera lectura y otro en la tercera o evangelio. La segunda hace de puente, presentando las bendiciones que nos ha dado el Padre, con Cristo y el Espíritu Santo, y que es la esencia de la predicación evangélica.

   Sobre la primera lectura, (Amós 7, 12-15) decir que el profeta Amós nació hacia el año 750 antes de Cristo. Amós no es un profeta oficial y lo que predica puede ser molesto, aunque es un enviado de Dios. Algunas veces, lo que dice un cristiano creyente de verdad, puede molestar a determinada parte de la Iglesia, como le sucedió al mismo Jesús, en sus tiempos, ante las autoridades religiosas. Esta primera lectura nos enseña como el mensaje de Dios puede llegar a través de un vaquero pastor y cultivador de higos, frente a la religión oficial. Así lo recoge la Biblia o Palabra de Dios. La Iglesia debe repensar sus posturas oficiales y saber contactar con la vida actual. El ejemplo nos lo está dando Francisco, el obispo de Roma.

   Hoy empezamos la lectura de la carta a los Efesios (1, 3-14). Dice cosas maravillosas de Cristo. Por su medio recibimos toda clase de bienes espirituales y celestiales y nos concede el perdón de los pecados. Cristo nos ha marcado con el Espíritu Santo que es la prenda de nuestra herencia.

   Para entender el evangelio de hoy, debemos saber que los Doce, al afrontar la misión entre los paganos, seguían aferrados a la idea de superioridad judía, no aceptaban la universidad del reinado de Dios. Por ello, Jesús les propone un duro entrenamiento en territorio pagano, sin encargarles que proclamen el evangelio. Los va enviando de dos en dos a tierras paganas y no a todos a la vez. Lo que le interesa a Jesús no es que prediquen el reino de Dios, sino que los Doce aprendan a ver valores y cosas buenas entre los paganos, algo que necesitamos los cristianos de hoy. De nuevo, en este evangelio aparece el presente histórico lo que nos indica que el mismo problema existe en la época que se escribe el evangelio. Los cristianos debemos estar por encima de las diferencias de cultura o religión, de ideologías, creencias o ritos. Los Doce deben aprender a derribar barreras religiosas. El conocimiento del verdadero Dios no está tanto en las creencias, sino en el modo de actuar. Debemos reflejar en nuestra conducta el amor universal de Dios.

   Compromiso:
   Examina tu vida a la luz de los comentarios.

martes, 30 de junio de 2015

XIV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 5/7/2015. Marcos 6,1-6

   Este domingo se presenta en sus lecturas como el día de los que predican el mensaje divino.

   La primera lectura (Exodo 2,2-5) nos presenta la llamada de un enviado a predicar el mensaje de Dios. El espíritu de Dios entra en él y le dice: Te envío a un pueblo rebelde. Sin duda, todos somos llamados a hablar las cosas de Dios. No hace falta una llamada especial, pues todos debemos velar por las cosas de Dios. Como termina la lectura: "Todos deben saber que hubo un profeta en medio de ellos".

   En 2 Coríntios (12,7b-10) se nos expone la segunda lectura. El que desea trabajar para extender el reinado de Cristo no tiene disculpas, si quiere hacerlo, el Señor está con él, eso nos dice la lectura. La fuerza se realiza en la debilidad. Los cristianos deberíamos volver al uso de un vocabulario religioso, como sucedió en otra época. "Hasta mañana, si Dios quiere; gracias a Dios; ¡Bendito sea Dios! (expresión de admiración, alegría...); ¡Jesús, María, José! (también como expresión)... y otras que sin duda, podemos recordar. Hay muchos que se quedan extrañados al oírlo, pero son expresión de una fe.

   Reúnete con amigos creyentes para pensar cómo puedes trabajar para extender el reinado de Cristo. Irás descubriendo, como le sucedió a Pablo, que la fuerza de Cristo reside en ti. 


   El evangelio de este domingo se desarrolla en la tierra de Jesús, es decir, en Galilea. Como el domingo anterior, el evangelista sigue usando el presente histórico, con lo cual, el fracaso de Jesús ante los seguidores de la institución religiosa judía, se sigue dando en tiempos del evangelista Marcos. Es la segunda vez que Jesús habla en una sinagoga. La primera vez fue un éxito, pero esta vez la reacción de los que escuchan va a ser muy diferente. Los que escuchan a Jesús se pregunta ¿no es este el hijo del carpintero? Así tratan de desacreditarlo. Un carpintero, en la época de Jesús, trabajaba además, de artesano, albañil, herrador. Siendo así, trabajando de estas cosas, ¿qué garantía puede ofrecer lo que predica? Ante este desprecio, Jesús queda desarmado.

   En otros lugares, Jesús había, entre otras cosas, expulsado muchos demonios, lo que en expresión judía equivale a decir que había librado a muchos de la adhesión fanática a ciertas ideologías de odio, poder y violencia sustentadas por el judaísmo radical. Pero, ahora, en su tierra, a Jesús le resulta difícil desideologizar a las gentes y liberarlas de ideas avasalladoras que las autoridades religiosas han ido cultivando en su corazón. Es decir, Jesús no podía expulsar demonios en su propia tierra. Esto demuestra hasta el extremo, la gran influencia del legalismo fariseo. Y, en efecto, la gran fuerza de muchas ideologías que hoy día tratan de meternos por la cabeza y que nos alejan de Dios.

   Compromiso:
   Reflexiona sobre qué ideologías pueden alejarte de Dios.

lunes, 22 de junio de 2015

XIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 28/06/2015. Marcos 5,21-43

   El tema de la muerte, real o metafórica, está muy presente en las lecturas de este domingo.

   La primera lectura (Sabiduría 1, 13-15;2,23-25) nos hace ver como Dios hizo a la criatura humana, inmortal. Nos hizo inmortales porque nos hizo a imagen de su propio ser, y Dios es inmortal. Pero, no obstante, la muerte, dice el pasaje bíblico, entró en el mundo y los del partido del diablo pasarán por ella. Tras su muerte hay la perdición eterna. Ya estamos viendo que nuestra muerte corporal no es igual para todos. Hay una muerte para perdición y otra que realmente no es muerte sino que es tránsito, es pasar de una vida a otra.

   La segunda lectura (2 Corintios 8, 7-9. 13-15) tiene una frase central que la resume: "Nuestro Señor Jesucristo siendo rico se hizo pobre por vosotros para que vosotros, con su pobreza, os hagáis ricos". Y la pobreza total de Jesús se consumó en la muerte. Muerte que nos dio la vida por amor. Quedamos así nivelados que es el tema de la lectura: él se abajó y a nosotros nos subió. Así también, con los bienes de este mundo debemos ayudarnos unos a otros.

   En el evangelio, a primera vista, parece tratarse de una muerte física real. Sin embargo, la muerte de que se trata es una muerte metafórica. En el relato se describe una situación que es general en Galilea. Debe recordarse que Jesús ha sido excomulgado por las autoridades religiosas judías, cuando afirmaron que las obras milagrosas las realizaba gracias al demonio. Pero, la multitud no hace caso de tal afirmación y le sigue. Jairo, jefe de la sinagoga, no se atreve a romper con ella y no recurre a Jesús hasta que ve que su hija muere irremisiblemente. Acude al excomulgado Jesús, saltándose los condicionamientos religiosos y sociales con tal de conseguir su salvación. Conforme al original, Marcos utiliza aquí presentes históricos (llega, cae a sus pies, le ruega). Esto, junto con que no se pone el nombre de la ciudad, hace ver que Jairo y su hija no significan tanto individuos concretos, sino situaciones que se dan con frecuencia.

   Llegan con el mensaje de que la hija de Jairo se ha muerto y, entonces, para qué molestar a Jesús. Sin embargo, Jesús manda no tener miedo y conservar la fe. El mensaje de Jesús es un mensaje de vida; el de la institución lo es de muerte. La fe consiste en la adhesión a Jesús y tener en él una confianza total. Jesús coge a la niña muerta, de la mano, contra la severa prohibición de la Ley. En Jesús, el único criterio para juzgar de lo bueno y lo malo es el bien del hombre. El nombre de la niña se va cambiando: mi hijita, tu hija, la chiquilla, la muchacha. Se va eliminando la idea de posesión y dependencia hasta hacerla núbil e independiente. La niña tiene doce años y es la edad de los esponsales. Este evangelio tiene un profundo simbolismo nupcial que no podemos desarrollar. La muchacha empezó a andar a la edad núbil. El número doce alude al pueblo de Israel.

   Compromiso:
   Adhesión verdadera a Jesús. Decídete.

lunes, 15 de junio de 2015

XII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 21/06/2015. Marcos 4,35-40

   Este domingo nos presenta la segunda lectura haciendo de verdadero puente entre la primera y la tercera. En efecto, en la primera lectura (Job38,1.8-11) el Señor Dios habla desde la tormenta, como lo hará después en la tercera. Dios está presente continuamente en el universo. Se presenta como tal, cuando al final de la lectura dice al mar: "Hasta aquí llegarás y no pasarás, aquí se romperá la arrogancia de tus olas". Se lo dice a Job, el hombre que tuvo los mayores sufrimientos en esta vida, y que supo conservar la fe en Dios; conservar la fe en medio de los sufrimientos y de una teología totalmente caduca como la de hoy, pero que lo acosaba por todas partes. Conservar la fe en Dios, sobrevenga lo que sobrevenga, es un tesoro que jamás debemos perder.

   La segunda lectura, centrada totalmente en Cristo, (2 Corintios 5,14-17), comienza afirmando que nos apremia su amor. Ya no tenemos que vivir para cada uno de nosotros, sino para Cristo. Para desarrollar en nosotros la vida que nos da el mismo Cristo y llevarla a los demás. Porque el que vive con Cristo y llevarla a los demás. Porque el que vive con Cristo es una criatura nueva. No es el mismo que era. No es la misma mujer o el mismo hombre. En su interior hay de verdad una nueva vida. No creemos, como dice el obispo de Roma, Francisco, por cartas-revelación de María, sino por la fe que nos viene de Cristo. Y eso nos basta. Debemos ver a Cristo no con criterios humanos, sino como portador de una nueva vida. Ahora sí que lo viejo ha pasado y lo nuevo ha comenzado. El cristiano que vive su fe habla de estas cosas por la riqueza de su corazón.


El evangelio, en su texto original, no menciona el nombre de Jesús ni de sus discípulos, por lo que es muy probable que se refiera a la predicación de los primeros cristianos en tiempos del evangelista. Los cristianos encuentran dificultades para la predicación debidas a su incomprensión de Cristo. Lo juzgan con criterios humanos como nos dice la segunda lectura. Se presenta a los cristianos como una nueva tormenta. El atardecer, en Marcos tiene siempre connotaciones negativas. Y el pasar a la otra orilla se refiere a la misión entre los paganos. Es decir, el mundo entero en que ha de realizarse la predicación. En este evangelio aparecen dos grupos acompañando a Jesús. El de los discípulos, y por lo tanto judíos, y el de otros acompañantes. Todos están en barcas y estas, según la literatura antigua, son comunidades. Tenemos pues, una comunidad claramente judía y otras de las que se dice que estaban con él, que lo acompañaban. Y el trasfondo de este relato es el de Jonás en la nave (Jonás 1). Hay señales en el texto de que se trata de un relato ejemplar. En el original del texto no figura el nombre de Jesús y por primera vez se le llama Maestro. Además, no se presentan como discípulos a los que hablan con Jesús. Quizá no aceptan el mensaje universalista de Jesús y tratan de quedarse con una ideología judía, sin esperar la salvación que viene del mismo Jesús. Cuando se le deja obrar a Jesús la tormenta se calma. Hoy tenemos miedo y el peso de la institución eclesial pesa muy por encima del valor supremo del hombre creyente en Jesús. Amando a Jesús, debemos saber tener un sentido profético y obrar con gran libertad, no sintiéndonos presa del poder institucional. Busquemos siempre el reino de Dios y la tormenta se desvanecerá, a la vez que aumenta el fruto conseguido.

   Compromiso:
   ¡Qué tu fe no sienta el peso de la institución, sino la alegría de servir a Cristo!

lunes, 8 de junio de 2015

XI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 14/6/2015. Marcos 4,26-34

   El tema central de este domingo es cómo la obra de Dios crece y,  como habiendo nacido pequeña, se hace de grandes proporciones. Pero las lecturas nos hacen ver que, al lado de la acción divina, debe estar el trabajo real de nuestro esfuerzo hecho con fe, con profunda fe en Dios.

   La primera lectura (Ezequiel 17,22-24), por medio de un ejemplo de árboles, trata de hacernos ver cómo el Señor humilla a los altos, a los lozanos y hace florecer a los secos. Termina diciendo: "Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré". El Señor plantará su ramita pequeña en lo más alto de un monte elevado. Y como Dios habita en la cima de los montes, esa ramita crecerá junto a Dios y se hará un gran árbol que no estará solo, pues en él anidarán las aves del cielo. Todo un encanto de felicidad y bellezas. Así es la obra de Dios.

   Pero, como nos afirma la segunda lectura (2 Corintios 5,6-10), nosotros debemos esforzarnos en agradar al Señor, guiados siempre por la fe. Recibiremos premio o castigo por lo que hayamos hecho mientras teníamos cuerpo. Con relación a la pequeña ramita o al grano de mostaza del evangelio, diremos que son obra de la mano del Señor. Pero, cuando comparezcamos ante el tribunal de Cristo recibiremos el premio correspondiente según lo que hayamos hecho cuando teníamos cuerpo. Es decir, según lo que hayamos colaborado para que la ramita se haya convertido en un gran árbol, o el grano de mostaza en una verdadera hortaliza. Pero, nuestra participación humana ha de ser guiada por la fe. Al fin y al cabo es todo obra de Dios.

   Con lo dicho hasta ahora, tenemos la base para la comprensión del evangelio de hoy. Pero debemos tener bien claro que el grano de mostaza no se refiere a la Iglesia, sino al reino de Dios. Así empieza la lectura evangélica. El reino de Dios es mucho más que la Iglesia. El reino de Dios lo forman todos los que aman a Dios de verdad, no de pico y, en consecuencia, aman al prójimo practicando la justicia en su grado máximo, es decir, como vivencia del amor. Los que así hacen constituyen el reino de Dios y pueden no ser cristianos.

   Pues ese reino de Dios, como el grano de mostaza, va creciendo poco a poco, hasta convertirse en una gran hortaliza. Como en la primera lectura, también en ella anidan las aves del cielo. Pero, como ya queda reflejado, es muy necesario nuestro trabajo, nuestra acción. Es totalmente necesario que sembremos con nuestra palabra, con nuestras acciones, con la oración, con el amor vivo a Dios. Todo junto, no con una sola cosa. No solo con la oración, porque estaríamos haciendo la burla a Dios. Ni sólo con la acción, porque nuestras obras no serían obras de Dios, no tendrían savia divina y no perdurarían.

   Compromiso:
   Cuando veas un árbol, acuérdate de las lecturas de hoy y recréalas en tu mente.

 
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