viernes, 7 de marzo de 2008

Juan, 11, 3-45. Resurección de Lázaro. Domingo IV de Cuaresma.

En el evangelio de la resurrección de Lázaro de nuevo se ve claramente el género literario llamado evangelio. En efecto, en el relato de hoy, algunos trazos de la vida de Jesús se entremezclan con los sucesos de la vida de la primera comunidad cristiana. Lo uno sirve de apoyatura para lo otro. Clave de lo que se afirma es no dirigirse a Jesús con este, su nombre, sino llamarlo "Señor", pues así se le llama después de resucitado. Es decir, cuando la comunidad cristiana empieza a existir. En este evangelio, las varias veces que se dirigen a Jesús, siempre le llaman "Señor" reconociéndole así como ya resucitado, situándolo posteriormente a su vida en este mundo.
Por otra parte, el evangelio de Lucas, no menciona ni el nombre de la ciudad, Betania, ni al hermano de Marta y María, es decir, Lázaro.
Tanto Juan como otros evangelistas, reprimen y a la vez incluyen la lucha de las mujeres del cristianismo de fines del siglo I contra las restricciones machistas a su liderazgo y ministerio. Para entenderlo, recurramos a la imagen del iceberg, donde lo que aparece, por poco que sea, hace sospechar lo mucho que se oculta.
Que Marta y María eran figuras apostólicas bien conocidas en las iglesias primitivas aparece bien claro en el evangelio de hoy. Marta, María y Lázaro se presentan como verdaderos amigos de Jesús (Juan 11,15). Después de expresar su Fe en las palabras de Jesús, Marta se va y llama a María (11,20) como es costumbre entre los apóstoles: Andrés llamó a Pedro, Felipe llamó a Natanael. Según el evangelio de Juan, la predicación de Jesús culmina con la revelación de que Él es la resurrección y la vida (véase 11,1-54). Aquí lo principal no es contar la resurrección de Lázaro sino que el clímax lo constituyen la proclamación y el diálogo cristológico de Marta y Jesús. Leamos reposadamente este evangelio en nuestra casa. Dejemos a un lado la resurrección de Lázaro y leamos el resto. Ahí encontramos el sentido completo de la perícopa. Este sentido se engarza con la resurrección de Lázaro, porque el género literario "evangelio" es así. Hechos de la vida de Jesús sirven para explicar la vida de la primera comunidad cristiana.
Como "discípula amada" de Jesús, Marta se convierte en la portavoz de la fe mesiánica de su comunidad cristiana. Marta representa la plena fe apostólica de la comunidad de Juan, al igual que Pedro representa la comunidad de Mateo. A su vez, María como apóstol tiene muchos seguidores entre su gente que llegó a creer en Jesús (11,45). Aquí no hay oposicion entre las dos hermanas como sucede en el evangelio de Lucas.
En el evangelio de hoy, la resurrección de Lázaro, hay un versículo a tener en cuenta, el 44, donde se afirma que el muerto salió con las piernas y brazos atados con vendas y que su cara estaba envuelta en un sudario. Se añade que Jesús les dijo; "desatadlo ydejadlo que se marche". Aquí se ve una paradoja: el que sale está muerto y sale por él mismo, aunque está amarrado de pies y manos. Pero aunque está muerto, está vivo. Jesús no devuelve a Lázaro a la comunidad, sino que lo manda marcharse ya libre. Todo esto tiene un magnífico significado que se pasa por alto. Se trata de un cambio de mentalidad que han de tener aquellos judíos cristianos ante la muerte. Deben abandonar la mentalidad judía y entrar en la cristana, aunque un cambio de mentalidad siempre se hace muy difícil. A los judíos les paralizaba el miedo a la muerte. Al desatar a Lázaro se desatan ellos de tal miedo. Al no devolverlo a la comunidad y dejarlo marchar es que Lázaro está vivo y se va con el Padre. La narración escenifica el cambio de mentalidad ante la muerte. Los judíos, con su ideología, ataron mentalmente a Lázaro de pies y manos; por eso se les pide que lo desaten para que pueda marchar a donde debe ir, al Padre. Ellos deben comprender que Lázaro está vivo en la esfera de Dios, en vez de retenerlo mentalmente como un difunto sin vida, según la concepción judía. Es la gran enseñanza para los judíos cristianos.
También queda claro en este evangelio lo necesaria que es la adhesión a Cristo. Es lo que se nos pide. Y esta adhesión no tiene que ver con multitud de preceptos y obligaciones que nos impone la jerarquía. Es la adhesión a Cristo, nada más y nada menos.

 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.