martes, 16 de julio de 2019

XVI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 21/06/2019. Lucas 10, 38-42

   El encuentro con Dios es fundamental en este domingo, así como en toda nuestra vida. Aún cuando no seamos personas de fe conviene, no obstante, buscarlo con toda humildad algunas veces en la vida. Con humildad, podemos aprender a escuchar.

   Como frase para recordar se propone: "María la hermana de Marta, a los pies del Señor, escuchaba su palabra".

   La primera lectura se toma del Génesis 18, 1-10a. Nos relata un encuentro de Abrahán con Dios al que representan tres hombres. La lección fundamental es que Abrahán ha tenido una experiencia de Dios y no quiere dejarla pasar de lado. Desea corresponder y lo hace con abundancia y rapidez. En correspondencia y sin pedirlo, Dios lo agradece concediendo un hijo a la estéril esposa Sara.

   Colosenses 1, 24-28 comprende la segunda lectura. Dios para salvarnos no necesitaba la muerte de Jesucristo. Con su perdón bastaba. Jesús murió, porque lo mataron, no por necesidad. Pero, Jesús nos amó siempre. Y lo que falta a ese amor es que, en correspondencia, nosotros llevemos su mensaje al mundo entero. Y para eso, hay que hablar de Dios a los demás. Hagámoslo.

   Suponiendo que ya se ha leído el evangelio, pasamos a su comentario. María, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. ¿Sabemos escuchar a Jesús, a Dios que nos habla? Orar no es lo mismo que rezar. Para orar no usamos oraciones hechas. Hablamos a Dios con amor, con cariño. No nos hacen falta palabras. Hablamos con el pensamiento, con el corazón. Escuchamos como María y grabamos todo cuanto nos dice en nuestro interior. Esto es orar. Y con esta presencia de Dios en nosotros, nos hemos preparado para la vida activa. Entonces sí, podemos ponernos a trabajar como Marta. Y viviendo de esa forma, el recuerdo de nuestra vida de oración, de nuestra vida interior, nos permite incluso, según las necesidades, variar el orden según las necesidades: empezar por la vida activa y después vida interior. Pero, aún así sentiremos la necesidad de tener con el pensamiento un recuerdo para Dios. Aunque sólo sea para decirle que lo amamos, que lo queremos. No hay otra forma de entender el evangelio de hoy.

   Compromiso:
   Como tantas veces te he dicho, el mejor es el cosechado por ti, después de la lectura.

 
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