jueves, 7 de enero de 2010

Bautismo del Señor. 10/01/2010. Lucas 3, 15-16 y 21-22

El bautismo de Jesús es un dato muy seguro de la vida de Jesús y sucede en torno al año 28. Este bautismo plantea, sobre todo, dos problemas. Si Jesús acepta ser bautizado ¿no es Jesús inferior a quién lo bautiza? Y, si los que van a bautizarse al Jordán lo hacen para pedir perdón de sus pecados, ¿no es también Jesús un pecador? En este sentido, se debe aclarar que en el bautismo proclamado por Juan se pedía también perdón por los pecados del pueblo, como tal pueblo. La gente se comprometía a procurar en todo un cambio radical. Se pedía una conversión de todo el pueblo como colectividad y en el bautismo había un compromiso para ello. Esta es la razón por la que Jesús, que crecía en edad, y sabiduría, va perfilando en el río Jordán las grandes líneas de su misión. Jesús asume este bautismo como signo y compromiso de un cambio radical. De sus noches de oración en el desierto del Jordán, Jesús guarda probablemente el recuerdo en la costubre que tenía de retirarse de noche a un lugar solitario para comunicarse con Dios. Es un hecho histórico.

Hoy se reconoce que su bautismo es la ocasión en que el propio Jesús se hace consciente de su misión.

Sin embargo, el propio Bautista reconoce su inferioridad frente a Jesús cuando declara que no es digno de desatarle la correa de sus sandalias. Desatar las sandalias significaba que el desatado perdía todos sus derechos y los recibía el que desataba. Aquí, el Bautista no se juzga digno de recibir la misión propia de Jesús.

Jesús va a bautizar en Espíritu y fuego. Esto es un dato de primera categoría para los que nos hemos adherido a Jesús y mantenemos un contacto personal con él. Vivimos del Espíritu. No en vano el teólogo Danielon afirmaba que la fe está basada en un contacto personal con Cristo. Y, esto es una realidad, fruto del Espíritu. El Espíritu nos da una vida propia de los creyentes. Sólo estos la sienten, la comprenden y la viven. Y, por esta razón, podemos conocer esta vida en los demás. Si no tenemos estas vivencias, se nos escapa lo que es la vida del Espíritu y no podemos comprender a los que la tienen aunque, a veces, los envidiemos.

Cuando Jesús se bautiza y está orando se abre el cielo, baja el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma y viene una voz del cielo que dice: "Tú eres mi Hijo, el amado, el pedilecto". La paloma es un símbolo cristiano que representa al Espíritu. Jesús es proclamado el Hijo de Dios.

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