martes, 14 de agosto de 2018

XXV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 19/08/2018. Juan 6,51-58

 
   La relación entre las tres lecturas del día es fácil de conseguir. Tanto en la primera como en la tercera se habla de comer el pan. El pan como alimento divino, y el vino como expresión de alegría, son dos elementos que dan contenido a las lecturas.
 
   Se propone como texto a memorizar: "Dad siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de Nuestro Señor Jesucristo". A esta frase podemos sacarle mucho provecho para nuestra vida espiritual. Se toma de la segunda lectura.
 
   La lectura del libro de los (9,1-6) presenta a la verdadera sabiduría bajo la figura de  un banquete donde se sirve el pan y el vino en representación metafórica. Nos invita a dejar la inexperiencia y seguir el camino de la prudencia.
 
   La segunda lectura es de Efesios 5,15-20. Propone que nos demos cuenta de lo que el Señor quiere de nosotros en cada situación de la vida. Dejando las borracheras, cantemos al Señor salmos bíblicos y cánticos espirituales. Demos siempre gracias a Dios por todo. Una bonita costumbre que nos ayudará a recordarnos de él varias veces al día y así, vivir la presencia de Dios.
 
   En el evangelio, se continúa con la presentación de Jesús como pan bajado del cielo, en clara alusión a su presencia en la eucaristía. El discurso de la multiplicación de los panes propuesto en el evangelio de Juan se construye con una serie de pasos que van caminando hacia la presencia de Jesús en la eucaristía. El evangelista Juan comenzó hablando de El como pan vivo que da vida para siempre. Metafóricamente, pan era usado como doctrina y esto, entre los judíos, sólo había dado lugar a críticas. Pero, Jesús da un paso más al afirmar que el pan que él dará es su propia carne. Entonces, lo que empezó siendo una simple crítica se transforma en  una verdadera pelea entre los mismos judíos, cristianos y no cristianos. Se ve que el autor del evangelio está hablando desde la perspectiva de su comunidad cristiana, teniendo presente la celebración y el significado de la eucaristía. Mientras Jesús estuvo simplemente con la metáfora del pan, podía ser comprendido. Pero, ahora, las cosas son muy distintas. Ya no parece posible un entendimiento entre las partes judías.

   Jesús va dando pasos para que no quede lugar a dudas. Ahora, añade sangre:"Si no coméis la carne de este Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros". La separación de la carne y la sangre expresa la muerte. Cuando esto suceda aparecerá la vida que hay en El. Es en su carne y en su sangre donde se manifestará el Espíritu y se comunicará. Jesús es una realidad que interiorizamos al comulgar. La verdadera unión activa del creyente con Jesús se expresa con una metáfora: comer y beber. Por eso, no se trata de imitar a Jesús, sino de interiorizarlo. La comunión es la realidad de Jesús interiorizado. De ahí viene el carácter sanativo de la eucaristía de lo que prácticamente no se habla en nuestra Iglesia Católica. Mientras en nuestra Iglesia se mantenga la confesión como necesaria para los pecados mortales, antes de comulgar, el carácter sanativo de la eucaristía quedará profundamente lesionado. Menos mal que en algunos ambientes parece comenzar a aclararse.

   Compromiso:
   Examina tu relación con la Eucaristía.


 
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