miércoles, 12 de julio de 2017

XV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 16/07/2017. Mateo 13,1-23

   La primera y tercera lecturas manifiestan la idea central de la misa de hoy: la siembra. El sembrador es Dios y la semilla es su palabra. Como trozo bíblico para recordar y vivir puede ser muy productivo el último versículo del evangelio de hoy: Mateo 13,23, y que dice "Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende. Ese da fruto y produce ciento o sesenta o treinta por uno".

   La primera lectura tomada del libro bíblico de Isaías, 55,10-11 se limita a poner un bonito ejemplo sobre la palabra de Dios. Afirma que la lluvia que cae del cielo no vuelve a él sin primero empapar la tierra, hacerla germinar y dar semillas y pan. Así es la palabra de Dios.

    Romanos 8,18-23 nos ofrece la segunda lectura. Seguimos con Pablo. Se nos propone una antítesis de lo que es la vida del cristiano en este mundo y lo que será en el mundo futuro, junto a Dios. Termina afirmando que, "también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos dentro de nosotros mismos aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo".

   El evangelio está dedicado por completo a la parábola del sembrador. Su verdadero protagonista es precisamente la semilla o palabra de Dios que viene a nosotros que somos el terreno donde dicha semilla es sembrada. Siendo así, podemos plantearnos la pregunta: ¿cómo es nuestro corazón? ¿a qué terreno se parece: al de un camino, a un pedregal, a una zarza o será tierra buena?

   De la parábola propuesta por Jesús se deduce que es fundamental escuchar la palabra que viene de Dios, entenderla, profundizarla y enraizarla fuertemente en cada uno de nosotros y en el tiempo en que vivimos. Por algo afirmó el Concilio Vaticano II que la Iglesia debe estar siempre reformándose. No vale aquella expresión que muchos tienen en su mente: yo creo todo lo que aprendí o me enseñó mi madre y de ahí no me cambia nadie. Cierto, esta expresión tiene un fondo de verdad, de gran verdad. Pero, las verdades se van profundizando para entenderlas mejor. A veces, obligados por los avances en los estudios de la misma Biblia. Otras veces, la misma humanidad va modulando nuevas formas de vivir y nos replantea nuevas preguntas y nuevas respuestas. Hoy día ya no nos valen al completo, ni el catecismo del Padre Astete y, en algunos aspectos, ni siquiera el de la Iglesia actual. Y, no es que la verdad cambie, pero, cuanto más se profundiza, más brilla y sus reflejos son admirables. En este sentido, la Iglesia debe estar en continua reforma y así, la palabra de Dios sembrada en nuestros corazones se purificará de ideologías, ganando en brillo y aceptación. En esto, la "Amoris laetitia" de Francisco nos da ejemplo.

   Compromiso:
   ¿Cómo lo ves? Hazte la pregunta.

 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.