miércoles, 2 de julio de 2008

Domingo XIV del Tiempo Ordinario. 07/07/2008. Mateo, 11, 25-30

El tema básico del evangelio de este domingo es la respuesta favorable que da a Jesús la gente sencilla. Ante la predicación y las obras del Señor, unos lo verán como expresión y manifestación divina y otros como una señal de satanás. Dios ha querido que la aceptación de su mensaje dependiese de la disposición interna del hombre, y no de una manifestación deslumbradora. Es la limpieza de corazón, la sencillez ante Dios, lo que permite discernir la mano de Dios en las obras que realiza Jesús.
Lo racional en el hombre es no sólo su inteligencia, son también sus sentimientos, sus aspiraciones de culminar su ser en una eternidad feliz, a pesar de la muerte. Estos sentimientos y aspiraciones son tan racionales como tantas cosas que propone nuestra inteligencia, siempre que se propongan con el más sano humanismo. Por esta razón, los sabios y entendidos del tiempo de Jesús, que sólo usaban su razón y se encerraban en ella, no podían captar el sentido de las palabras y obras de Jesús porque, tanto servirse de la razón, no sabían captar las cosas del espíritu. Es necesario servirse de la razón, pero a esta pertenecen también las cosas razonables del espíritu. Es por ello, que Jesús dice al Padre: "Has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has manifestado a la gente sencilla".
El hecho de que Dios "ha escondido" esas cosas no se debe a que Dios quiera ocultarlo a los sabios, sino al obstáculo que ellos ponen; se atribuye a Dios lo que es culpa del hombre. Es una forma de expresarse propia de la Biblia.
Dice Jesús: " Nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".
El conocimiento de Dios no se adquiere a través del estudio de la Ley, aunque los sabios y entendidos del tiempo de Jesús pensaban que sí. A Dios hay que conocerlo como Padre y experimentar su amor en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad. Es decir, todos los días de nuestra vida. Si dejamos que nuestro espíritu se eche en los brazos de Dios en todo momento, nuestro espíritu se llenará de la felicidad del Padre y sentiremos su amor porque entonces el Hijo nos lo manifiesta.
Los sabios y entendidos de aquel tiempo y a los que se refiere Jesús, cargan a la gente con duros y difíciles preceptos religiosos. Son interpretaciones que hacen la vida muy dura para los fieles, impidiéndoles experimentar el amor que Dios nos tiene. Es el resultado de una jerarquía, sea de aquellos tiempos o de los nuestros, que con la disculpa de interpretar y perfeccionar los mandamientos a su modo, trata de imponer un duro yugo a los que quisieran ser fieles a Dios. Hoy día, es manifiesto que siendo todos la Iglesia de Dios (realidad que todos admitimos), sin embargo, la jerarquía gobierna como única detectora del poder, sin contar con los laicos par a nada.
Pero a nosotros nos dice Jesús: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados (por los duros preceptos religiosos) y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera".
Propuesta: sin ser derrotista y sin tirarlo todo por la borda, reflexiona y piensa en aplicaciones prácticas sobre el evangelio de hoy. Hazlo con gran libertad.

 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.