lunes, 11 de enero de 2016

II Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 17/01/2016. Juan 2,1-11

   La idea central de las lecturas del presente domingo es que Dios nos  ama y nos comunica su Espíritu. Es esta una realidad suprema que los cristianos debemos acostumbrarnos a vivir. Como ha dicho un teólogo católico moderno, Rahner, la fe está basada en un contacto personal con Cristo. Es un contacto personal real, es una manifestación de Dios en nosotros, no es ninguna ilusión.

   En la primera lectura (Isaías 62,1-5), se afirma que seremos corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de Dios. Así expresa Isaías el amor que Dios nos tiene. Y termina la lectura afirmando que la alegría que encuentra el marido con la esposa, la encontrará Dios contigo. La salvación que Dios nos trae llamará como una antorcha. Tomemos esas expresiones como reales y expresivas del amor que Dios nos tiene. Te invitamos a que, como agradecimiento a Dios, reces en casa el salmo 95 que se propone en esta misa.

   La segunda lectura nos la brinda 1 Corintios (12,4-11). Habla de la diversidad de servicios que podemos prestar a Dios y al hermano. Si hacemos un buen examen de conciencia, todos los creyentes en Cristo podemos, movidos por el Espíritu, hacer algo o algo mucho, para el bien común. En efecto, todos podemos hablar de Dios a los demás. Todos podemos hablar de la riqueza de nuestra fe. No perdamos la oportunidad de hacerlo. En esta lectura, siete veces se nos menciona el Espíritu que actúa en nosotros según la diversidad de dones.

   El evangelio de hoy es el de las bodas de Caná de Galilea. No tienen por qué haber sido unas bodas reales. Son, sin lugar a duda, unas bodas simbólicas. Se trataría de una figura literaria llamada alegoría, con la que se expresan verdades muy profundas. El vino, según el libro bíblico "Cantar de los cantares", es símbolo del amor entre el esposo y la esposa. En esta boda, que representa la antigua alianza, no existe relación de amor entre Dios y el pueblo, pues no hay vino. La parte central de la alegoría la ocupan las tinajas de piedra empleadas para la purificación. Son seis y tienen unos cien litros de capacidad. La purificación era una idea que dominaba la antigua Ley. A través de ella no puede percibirse el amor de Dios. Tenía tantos preceptos que era imposible cumplirlos todos. El número de seis tinajas significa lo incompleto por oposición al siete que indica lo perfecto. Seis tinaja indican lo ineficaz de esa purificación para unir al hombre con Dios. Hay un detalle muy significativo, y es que el agua se convierte en vino fuera de las tinajas. Y ese vino que significa el amor establece una relación personal e inmediata con Dios. La madre de Jesús se contrapone al maestresala pues ella reconoce al Mesías, el otro, no. El amor de Dios produce la plenitud de la vida. A nosotros nos toca corresponder.

   Compromiso: aprender a relacionarme con ese Dios que me ama.

 
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