miércoles, 16 de octubre de 2019

XXIX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. 20/10/2019. Lucas 18, 1-8

   En este domingo se nos habla del gran poder de la oración, incluso de una oración llena de imperfecciones como todo lo humano. De nuevo proponemos, como frase para recordar, repetir y meditar durante la semana, una tomada de la segunda lectura: "Las Sagradas Escrituras (o Biblia) pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús (2 Timoteo3)". (Fíjate que el domingo anterior era 2Timoteo2 y ahora 2Timoteo3).

   Primera lectura se toma del libro bíblico Éxodo 17,8-13. Nos da una idea muy buena de que nuestra oración, a veces, necesita de la ayuda de otro. Para que Moisés pueda mantener una postura de oración, necesita ayuda. No sabía que Dios penetra nuestros más íntimos pensamientos y oraciones. Por ello le ponen una piedra para que pueda sentarse y, además, le sujetan los brazos para que pueda tenerlos en alto.Necesita de la colaboración de otros que le ayudan a tener la postura adecuada para la oración. Si Moisés mantiene la postura alzada de los brazos en oración, su ejército avanza, de lo contrario retrocede. Moisés ganó la batalla gracias a los que le ayudaron a hacer oración. Tu, acostúmbrate a rezar desde lo más íntimo de tu corazón. Es lo que Dios te pide.

     La segunda lectura se toma de 2 Timoteo 3,14-4,2. Hace pocos días, el papa francisco estableció un domingo para difundir la lectura de la Biblia. Esto va en consonancia con la frase que hoy se propone. Coge cariño a la Biblia. Hoy te pide Timoteo que proclames la palabra, que insistas a tiempo y a destiempo... con toda magnanimidad y doctrina. Hazlo. Trabaja por el reino de Dios.

     La tercera lectura o evangelio vuelve sobre el tema de la primera: el gran valor de la oración. La insistencia es valiosa a nivel humano y a nivel divino. Pero, lo es a niveles muy distintos. A nivel divino, la oración debe dirigirse a Dios con un corazón humilde, sencillo, confiando en que lo mejor es que se cumpla su voluntad. Nuestra oración debe siempre ser de entrega a Dios, incluso siendo oración de petición. Debe terminar siempre con un... pero "hágase tu voluntad, que yo, sea lo que sea, seguiré echado en tus brazos".

   Dios no es como el juez del evangelio de hoy que atiende a la viuda para que, de una vez, lo deje en paz y no lo moleste. Al contrario, lo que parece un quedarse inactivo, un no hacer nada, un simple dejarse en los brazos de Dios, con cercanía a Dios, provoca una gran erupción de actos de amos a El. Aparece como un inmenso volcán lanzando amores divinos. Pero, se debe aclarar que el echarse en brazos de Dios  no nos exime de hacer por nuestra parte, lo que humanamente se pueda hacer. Lo demás es lo que ponemos en manos de Dios, y cúmplase su voluntad, con la que estamos plenamente conformes. El sabe lo que hace. Como se dice popularmente, Dios escribe derecho con renglones torcidos. A esto le llamamos la providencia de Dios.

   Compromiso:
   Lleva a la práctica el echarse en los brazos de  Dios.

 
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