miércoles, 19 de mayo de 2010

Pascua de Pentecostés. 23/05/2010. Juan, 14,15-16, 23b-26

   Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Así comienza el evangelio de hoy. Lo primero es amar de verdad a Jesús, pero ello tiene un efecto de ida y vuelta. Como se dice hoy hay un efecto de feed-back. Amar a Jesús es condición para cumplir sus mandamientos y, viceversa, cumplirlos es la prueba de amor a él. Los mandamientos de Jesús no se imponen, son fruto del amor. No se trata de la obediencia a normas externas; se trata de sintonizar con Jesús y expandir externamente dicha sintonía.

   Los mandamientos de Jesús son todo lo que tiene que ver con el mandamiento del amor. No son los mandamientos de la Ley de Moisés, que llamamos los mandamientos de la Ley de Dios. Los mandamientos de Jesús son la respuesta del amor a la necesidad de las personas en cada circunstancia.

   El que ama a Jesús cumple su palabra, su mensaje, y, entonces, el Padre Dios demuestra su amor. Si cumplimos el mensaje de Jesús, el Padre y él vienen y se quedan en nosotros. Esta presencia de Dios en nosotros se experimenta como una cercanía. Esta experiencia tiene una gran importancia para permanecer siempre fieles a la enseñanza de Jesús. Esa experiencia se traduce en amor. Dice el evangelio de hoy: "Mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él". El Padre y Jesús vienen a vivir en el discípulo y esa condición se expresa en términos de amor. Dios nos ama. Y esto es palabra de Dios según nos dice Jesús. Hay un contacto personal entre el Padre, Jesús y cada discípulo. Es la experiencia comunitaria. Es el efecto del don del Espíritu, que nos identifica con Jesús e imprime al hombre su dinamismo para la acción. Pero, es necesario seguir la enseñanza de Jesús y ese dinamismo vendrá a nosotros para darnos nuevos impulsos. Es el efecto de feed-back que decíamos al principio.

   El Espíritu que nos envía el Padre nos irá enseñando todo. Pero no se trata de que nos irá enseñando cosas nuevas, sino que nos recordará todo lo que Jesús ya nos ha expuesto. Y es suficiente.

   La experiencia de Dios Padre y de Jesús es sumamente necesaria en la pastoral. Con una experiencia fuerte de Jesús no se daría un abandono tan grande de las vivencias de la fe después de la confirmación, o, incluso ya, una vez hecha la primera comunión. Como dijo un buen teólogo: "La fe está basada en un contacto personal con Cristo" (Danielou).

   Práctica:
   Es necesario descubrir y revivir la experiencia de Jesús en nosotros.

 
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