viernes, 2 de mayo de 2008

Ascensión del Señor. 04-05-08. Evangelio de Mateo 28, 16-20

Se recomienda leer el evangelio por cuenta propia.
En el versículo 16 de Mateo 28, subrayamos lo siguiente: " Los once discípulos fueron a Galilea al monte donde Jesús los había citado". Como vemos, este evangelio no dice "los once" ni "los once apóstoles", ni los "apóstoles". Los "doce" representaba a las doce tribus de Israel. Este significado ha perdido importancia porque, aparte de la traición de Judas, Israel ha rechazado al Mesías y ahora la primera misión va fuertemente dirigida a los paganos. Por esta razón, se escoge Galilea como punto de partida. Ella es la terra limítrofe con las naciones paganas. Para los judíos, el monte representa la presencia de Dios; en él se vive el contacto con la divinidad, se siente el misterio. Cuando suben al monte, porque Jesús los había citado allí, palpan la fuerza de Dios, se postran, pero sienten miedo y dudan. La divinidad de Jesús, llevada al extremo de la experiencia, les sobrecoge y temen no ser capaces de cumplir la misión que les va a ser encomendada. Es lo que nos dice el v. 17.
Por tener gran importancia, copiamos el mandato de Jesús: "Se me ha dado plena autoridad en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todas las naciones, bautizadlos para consagrárselos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo y enseñadles a guardar todo lo que os he mandado; mirad que yo estoy con vosotros cada día, hasta el fin de esta edad".
La misión que Jesús les encomienda es hacer discípulos, proclamar su mensaje para que lo aprendan, lo sigan y lo practiquen. Para ello, debe empezarse por el bautismo. En el ámbito judío, o mejor, en el bautismo de Juan, el bautismo conferido con agua es signo público de arrepentimiento. Quien se bautiza rompe públicamente con su adhesión al pecado, para vivir una nueva vida. Además, el bautismo de Jesús es una entrega del bautizado al Padre, a Jesús y, con ellos, al Espíritu Santo. Por esta razón, se denomina "bautismo en agua y en el Espíritu". En total, no basta nuestro arrepentimiento, es necesario darse personalmente a Dios, al Espíritu.
Una vez más, la mediocre traducción del misal nos hace perder matices muy clarificadores del Nuevo Testamento. Jesús no dijo: "bautizadlos en el nombre del Padre y del Hijo..." sino más bien "bautizadlos para que queden vinculados al Padre y al Hijo...". Mateo no confunde el significado de dos preposiciones griegas (eis y en), nosotros parece que sí.
Una vez cumplido el bautismo, Jesús encarga a sus discípulos la práctica del mensaje. No encarga enseñar doctrina, sino practicar todo lo que ha mandado. ¿Y qué es lo que Jesús ha mandado?, ¿cuáles son sus mandamientos?. La única vez que aparece la palabra "mandamiento", sin referirse a los del Antiguo Testamento, es con relación a las bienaventuranzas. Estas son los mandamientos de Jesús que sustituyen a los de Moisés. Son el código de la nueva alianza y esto es lo que hay que enseñar a guardar a los que desean ser discípulos de Jesús. Bautizarse, con todo lo que esto significa, y cumplir las bienaventuranzas. Ni nada más, ni nada menos.

 
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