lunes, 26 de mayo de 2014
VII Domingo de Pascua. Ciclo A. 01/06/2014. Mateo 28, 16-20
miércoles, 21 de mayo de 2014
VI DOMINGO DE PASCUA, CICLO A. 25 – 5 – 2014 JUAN 14, 15 – 21
La primera lectura (Hechos 8,5 – 8. 14 – 17) puede dar lugar a una equivocación y conviene estar atentos. En primer lugar, el diácono Felipe parece que hace de todo menos de diácono: él predica u bautiza y no sirve a las mesas de las viudas griegas para lo que había sido elegido en la lectura del domingo anterior. Felipe marcha de Jerusalén para convertir la ciudad de Somaría. De hecho, los diáconos terminan siendo unos predicadores de la fe fuera de Jerusalén realizando una magnífica obra.
Felipe predica, realiza grandes prodigios y bautiza al gentío, llenándose de alegría la ciudad. Al enterarse de todo esto los Apóstoles en Jerusalén, mandan a Pedro y Juan para que les impongan las manos y reciban el Espíritu Santo pues, según dicen, sólo estaban bautizados. Y aquí estaba el problema. El bautismo según la doctrina del Nuevo Testamento, comunica el Espíritu Santo. Sería además, un contrasentido tener la fe, ser de Cristo y carecer del Espíritu, de su Espíritu. Los exégetas analizan el texto y comprueban un desajuste en el proceso de redacción del mismo.
La segunda lectura (Pedro 3,15 – 18) comienza recordándonos la obligación de dar razón de nuestra esperanza en Cristo que como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Hoy día, son muchos los que sin decírnoslo, sin pedírnoslo, están esperando que les demos razón de nuestra fe. Que les hablemos, de una u otra forma, de Dios.
En las tres lecturas se menciona al Espíritu. El Espíritu que se nos dio en el bautismo, el Espíritu que devolvió a Jesús a la vida y el Defensor que nos da el Padre, es decir, el Espíritu de la verdad. El Espíritu vive con nosotros desde el día del bautismo y está con nosotros siempre. Estas cosas el mundo no las comprende. El mundo no las ve pero nosotros tenemos siempre experiencia de ellas.
Son muchas las personas que tienen o han tenido experiencias de Dios. Son experiencias que nos hacen más personas, llegan a lo más intimo de nuestro ser. No son puros sentimentalismos. Afectan al misterio insondable que llevamos dentro.
Por eso dice Jesús: “Al que me ama lo amará mi Padre y yo también lo amaré y me manifestaré a él”. Es verdad, Dios, Jesús, se harán ver en la comunicación, en la experiencia religiosa.
En una encuesta celebrada en España hace muchos años, casi el 100% se declaraba creyente en Dios pero casi nadie había tenido una experiencia religiosa. Mala señal. Así no puede mantenerse la fe. Vendrá el abandono religioso. En el momento que tienes un encuentro con Jesús ya no eres el mismo. Él transforma nuestra vida.
Palabras clave: Espíritu, experiencia.
Compromiso: Crear tú mismo tu compromiso.
miércoles, 14 de mayo de 2014
V DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA. CICLO A.18-5-2014. JUAN 14,1-12
En Jerusalén, como en Galilea, además del arameo, se hablaba también el griego y es muy fácil, por no decir seguro, que Jesús lo hablaba y le servía para su oficio de carpintero y trabajos de albañilería y construcción, pues todo lo incluía el trabajo de carpintería. Abundaban los griegos y su lengua estaba muy extendida. Esta es la razón por la que en Jerusalén había cristianos de lengua griega.
Se producen quejas de que no se atendía a las viudas griegas y los apóstoles mandan escoger a siete griegos para que cuiden de este asunto. Son los siete primeros diáconos, aunque la traducción del texto litúrgico no lo da a entender. Desconozco las razones. Dice la lectura que Esteban era un hombre lleno de fe y de Espíritu Santo. Se dice de él, en el Nuevo Testamento, cuando estaba para ser el primer mártir cristiano que fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios. Fue, sin duda, una estupenda experiencia religiosa. Somos muchos los que como esteban, tenemos durante la vida alguna experiencia de Dios. Recordémosla y no la desperdiciemos.
La segunda lectura (1 Pedro, 2, 4-9) menciona 5 veces la palabra piedra y 2 el sacerdocio. El Señor, es decir, Jesús resucitado, es la piedra viva, la piedra angular, que junto con otras piedras vivas que somos nosotros somos el material de construcción del templo del Espíritu. Somos pues un pueblo sacerdotal para proclamar las hazañas de Dios en nuestro espíritu, o sea, las experiencias que El mismo produce en nosotros. Son las experiencias de Dios.
La lectura evangélica tiene como base argumental una Teología ascendente, es decir, parte de abajo, de Cristo que está en este mundo y se presenta como un hombre. Según vamos comprendiendo a Jesús vamos conociendo más profundamente su misterio y vamos viendo en él algo más que un hombre.
Dice Jesús a sus discípulos – No solo a los apóstoles – “Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre”. Pero, Felipe se atreve a decir a Jesús: “Muéstranos al Padre y nos basta”, y podría añadir: “No hace falta conocerte a ti”. Sin embargo, Jesús insiste en una teología ascendente: “Quién me ha visto a mí ha visto al Padre”. Y es que hemos penetrado muy poco en el misterio de Jesús. Los momentos de oración de Jesús de noche o de amanecer, deberían ser de un éxtasis maravilloso. Dios padre debía transparente en él. Se ve muy bien en el éxtasis de la Transfiguración, símbolo de todos los que ha tenido Jesús en su vida.
Hay un hilo conductor de las 3 lecturas de este domingo. Todos, si somos cristianos cultivados espiritualmente sentimos la experiencia de Dios en nosotros. No se trata de un sentimentalismo, pues la experiencia de Dios hace que nos comprendamos mejor. Y que comprendamos mejor el misterio que hay en nosotros.
Palabras clave: Mística
Compromiso: Uno que ya hicimos alguna que otra vez: Recuerda las experiencias de Dios que has tenido y trata de revivirlas.
miércoles, 7 de mayo de 2014
IV DOMINGO DE PASCUA. CICLO A. 11 – 5 – 2014. JUAN 10,1 – 10
En esta misma lectura, se afirma que por el bautismo se perdonan todos los pecados y se nos da el Espíritu Santo, sin necesidad de esperar a la Confirmación.
La segunda lectura es de la primera carta de Pedro (2, 20b – 25). En ella se alaba a los cristianos por que obran el bien a pesar de que les cuesta seguimiento. Es necesario seguir las huellas de Jesús que cargado con nuestros pecados subió al leño de la cruz.
En el evangelio, Jesús se presenta como pastor y como puerta. Además, se resalta la voz de Jesús como pastor. Es una voz que conocen perfectamente las ovejas, los discípulos, los creyentes. La voz de Jesús se reconoce interiormente por cada uno de nosotros, forma parte del cúmulo de experiencias religiosas que hay en cada uno de nosotros. Es maravilloso reconocer a Jesús como Pastor. Las ovejas lo reconocen por la voz. Los cristianos también lo reconocemos por la voz, por la voz interior que resuena dentro de nosotros. Todos tenemos la experiencia religiosa que nos viene de la vida, del aliento, o mejor del Viento que viene de Dios. Eso es el Espíritu de Dios, la fuerza de Dios. Recordemos siempre nuestras experiencias religiosas, son nuestros mejor sostén. No las olvidemos. Y los predicadores deben hablar con frecuencia de ellas, para que los fieles reconozcan siempre el sonido de la voz de Jesús. En la experiencia cristiana es fundamental la recepción eucarísticas, el encuentro con Jesús. Él abre nuestros corazones a Dios y a los hermanos, para que el viento de Dios sople en nosotros. Jesús ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. En este evangelio se presenta a Jesús no sólo como pastor, si no también como puerta por la que debemos entrar.
Palabras clave: pastor
Compromiso: recibir a Jesús en la eucaristía, recordando este evangelio