martes, 28 de agosto de 2012

XXII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 02/09/2012. Marcos 7, 1-8, 14-15, 21-23

   En este domingo, se presenta una disputa de gente preparada judía y Jesús. En efecto, se acerca a Jesús un grupo de fariseos con algunos letrados de Jerusalén. El original griego dice: "Se congregaron alrededor de él". El verbo "congregarse" hace referencia a las reuniones en la sinagoga y por lo tanto, algo importante y oficial. Se presenta una ideología propia del judaísmo. Los fariseos dominan la sinagoga y los letrados son los maestros oficialmente reconocidos. Los jefes religiosos están alarmados con la gran actividad de Jesús. Ven que algunos discípulos comen el pan de la multiplicación de los panes sin haberse lavado primero las manos, cosa rigurosamente prohibida por la ley. El pan, para los judíos, representa la comida en general. Como dice la Biblia: "Ganarás el pan con el sudor de tu frente".

  El lavado ritual de las manos antes de comer era de grave obligación religiosa y daba seguridad de pertenecer al pueblo consagrado por Dios. No lavar las manos impedía el acceso a Dios.
   Los fariseos y letrados preguntan a Jesús: "¿Por qué tus discípulos comen con las manos impuras (sin haberlas lavado)?". Los discípulos no admiten que el acercamiento de la gente a Dios necesite de esas observancias, requisitos y precauciones. Están de vuelta de tantas cosas desde que siguen a Jesús, que van a lo esencial: el mandamiento del amor y la adhesión a Jesús expresada en lo fundamental.
   Los exégetas siguen encontrando en este evangelio, indicios de que unos cuarenta años después de la muerte de Jesús, algunas comunidades cristianas procedentes del judaísmo habían roto con la tradición judía. Sin embargo, otras seguían con dicha tradición y, por lo tanto, debían lavarse las manos para purificarse religiosamente antes de comer. Marcos trata de aclarar las cosas y pone en boca de Jesús la afirmación de que, muchas veces, se enseñan como verdadera doctrina lo que son simples preceptos humanos.
   Así, en el catolicismo, afirmar que hay obligación de confesar los pecados mortales a un sacerdote, es un precepto humano que no se encuentra en el Nuevo Testamento, ni siempre fue así en la práctica de la Iglesia. Afirmar que cualquier hecho contra el sexto mandamiento es grave, es un precepto humano no divino. Así, también lo es afirmar que una comunidad cristiana no tiene derecho a intervenir en la elección de sus sacerdotes. Y otras cosas más. Todo esto se prueba con Nuevo Testamento en la mano y el manejo correcto de la historia. Estas afirmaciones pueden hacerse siendo sinceramente católico.

   Termina Jesús afirmando que nada que entre de fuera nos hace impuros. Lo que nos hace impuros es lo que puede salir de dentro, como el libertinaje, robos, homicidios, adulterios, codicias, maldades, engaño...

   Compromiso:
   Dentro de un serio comportamiento cristiano, reflexiona sobre lo puede ser pecado.

miércoles, 22 de agosto de 2012

XXI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 26/08/2012. Juan 6,60-69

   Se cierra la escena de la disputa de Jesús con los dirigentes judíos, ya comentada en el evangelio del domingo pasado, y se vuelve a las dificultades con los discípulos.

   Como sucede a menudo, en el evangelio se reflejan los problemas existentes en la comunidad cristiana, en este caso, en la comunidad cristiana de Juan. No todos los cristianos se creen con fuerzas de cumplir todo el programa de Jesús, sobre todo de ayudar al prójimo, y algunas veces piensan en abandonarlo. Asimilarse a Jesús es, a veces, demasiado duro y no se entiende el fruto que ello puede dar.

   Dice Jesús: "El Espíritu es quien da vida, la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida". A menudo, los cristianos -consciente o inconscientemente- queremos imponerle a Jesús nuestra visión del cristianismo. Los discípulos de Jesús deseaban proclamarlo rey después de la multiplicación de los panes. Pero, no era esta la intención de Jesús. Aquellos discípulos entienden las señales del poder y no las del amor. Esa es la razón por la que, "desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él".

   Se origina una fuerte crisis en el grupo. Muchos lo abandonan definitivamente. No es quizá por las mismas razones, pero también hoy son muchos los que abandonan la práctica religiosa. Esta es la razón por la que el Papa anterior llamó a la nueva evangelización. Oficialmente, nadie se atrevió a decir en qué puede consistir. Sin embargo, las fuerzas conservadoras de la iglesia se apresuran a hacer una oposición muy frontal y, a la vez, muy disimulada al concilio Vaticano II.

   En efecto, aumenta el número de personas que vuelve a comulgar en la boca, con el consiguiente peligro de transmisión de enfermedades. Se quiere volver al latín en la misa para que la única Iglesia de Cristo sea más patente. ¡Cómo si la Iglesia de Cristo no se hiciera más patente por el Espíritu que por la carne! No se quiere modernizar la teología situándola más en la línea evangélica que en las derivaciones históricas. Y se sigue enseñando, en muchos seminarios y universidades, la teología oficial de antes del Concilio. Teología de aspectos trasnochados por los estudios del Nuevo Testamento.

   Y, al final, los católicos más progresistas no se irán por lo del evangelio de hoy: "Señor, ¿a quién vamos a acudir?". Pero, los demás, que no saben adaptarse a una Iglesia conservadora y ansían los signos positivos de la historia, se irán. Y las iglesias se quedarán vacías por mucho que resurjan las fuerzas conservadoras. Se quiere re-evangelizar sin tener los pies en el mundo y en el evangleio a la vez. Pero, eso no es la "nueva evangelización".

   Compromiso:
   Piensa: ¿Cómo te gustaría que fuese la Iglesia hoy?

miércoles, 15 de agosto de 2012

XX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 19/08/2012. Juan, 6, 51-58

   En el evangelio de hoy se continua con el tema de la necesidad de alimentarse espiritualmente de Jesús, como pan vivo bajado del cielo. Continuamente se habla de vida para el que come de ese pan. Se dice que vivirá para siempre, que es la vida del mundo, que tendrá vida eterna, que vivirá con la vida de Jesús. Con Jesús todo es vida en medio de las calamidades de este mundo. Vida que seguirá en el otro.

   Mientras parecía que Jesús hablaba metafóricamente, los jefes religiosos judíos no tenían mayor problema en entenderlo. Pero, Jesús ha dicho muy claro que ese pan es su misma realidad humana, no una doctrina. Por eso, los judíos peleaban unos con otros y se preguntaban ¿cómo puede Jesús darnos a comer su propia carne?

   Sin duda, como sucede a menudo, Juan, autor supuesto de este evangelio, tiene presente su propia comunidad cristiana. Esta celebra la eucaristía y Juan hace sus reflexiones sobre la misma. El primer párrafo de este comentario es un resumen perfecto del evangelio de hoy y de lo que es la eucaristía.

   Jesús es la plenitud del amor al entregarnos su carne y su sangre en la cruz, como cordero pascual, y continuar alimentándonos en la eucaristía.

   El hombre se realiza en plenitud cuanso se asimila a Jesús resucitado. Debemos comer su carne y beber su sangre si deseamos tener vida en nosotros. De esta forma nos asimilamos a Jesús gracias al Espíritu que de él recibimos. Ese Espíritu nos lleva a la misma entrega a la que llevó Jesús, que no se detuvo ni ante una muerte de cruz. La vida de Jesús, es vida de plenitud de amor y de un amor que se nos transmite.

   "El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él" dice Jesús. Se da una mutua y fuerte adhesión del uno hacia el otro. Esa adhesión a Jesús no queda en lo externo, sino que es una realidad que fluye internamente, en la interioridad. Es una adhesión viva, transformadora, que remueve las entrañas más íntimas. Es la inhabitación del Espíritu en nosotros.

   La misma vida que existe entre Jesús y el Padre es la que existe entre los discípulos y Jesús.

   Al final de esta escena evangélica, queda como difuminada la disputa de los judíos con Jesús y no hay reacción ninguna por parte de los que lo habían criticado tan fuertemente. Tanto discutir para nada. Al evangelista sólo le interesó subrayar la incomprensión de los judíos y no el final de la disputa. Los judíos no entienden lo que los cristianos afirman de la eucaristía. Nosotros comemos el cuerpo de Cristo en la Eucaristía y ellos no lo comprenden. Esa es la polémica.

   Compromiso:
   Se insiste en que comulgues con frecuencia. Crece en el amor a Jesús. Arrepiéntete ante Dios de los pecados que puedas tener y comulga con plena confianza.

lunes, 6 de agosto de 2012

XIX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 12/08/2012. Juan, 6,41-51

   En este evangelio, como en anteriores domingos, se sigue presentando a Jesús como el pan vivo bajado del cielo y que nos sirve de verdadero alimento espiritual.

   Los adictos a la institución religiosa judía critican a Jesús porque sólo ven en Jesús la parte humana, el lugar de nacimiento, su padre y su madre. No comprenden que pueda decir que ha bajado del cielo. Siendo un hombre de carne y hueso es inadmisible que pueda decir esas cosas. Así piensan aquellos hombres.

   Los hombres, muchas veces, no sabemos abrirnos al Espíritu, a la vida que Dios comunica a los hombres. Jesús nos da una vida del Espíritu, que sólo puede captarse con la mirada del espíritu, con la mirada del alma. Para eso hay que creer en el inmenso amor que Dios nos tiene.

   Aquellos dirigentes judíos estaban atrincherados en su teología, que les impedía ser dóciles a Dios y aceptar a Jesús. Ese mismo peligro lo tenemos hoy día nosotros. El concilio Vaticano II desea que sepamos captar los signos de los tiempos y aceptar los que sean compatibles con el evangelio. El concilio nos hace ver que Dios también nos habla a través de la historia, a través de los signos de los tiempos. Sin embargo, el estar anclados en una teología desfasada, propia de las últimas centurias y que desconoce los últimos estudios sobre el Nuevo Testamento, estudios que son irrebatibles y que nos trasladan a la realidad de la primera Iglesia. Realidad en la que muchas o algunas cosas se hacían de manera distinta a la de hoy, y que podrían ser aceptadas por los signos de los tiempos actuales.

   Volviendo a la idea anterior de abrirnos al Espíritu, se debe afirmar que la enseñanza de Jesús se ofrece a todos y a todos es posible aceptarla. Debemos conocer la enseñanza y dejarnos empujar sin oponer resistencia. Al final encontraremos un paraíso de luz y felicidad, en medio de las dificultades y penas de esta vida.

   Jesús nos dice en este evangelio que si vamos a él, si lo aceptamos, si nos adherimos a él, él nos resucitará en el último día. Entre los judíos, sólo los fariseos admitían y defendían la resurrección, pero como premio a guardar los mandamientos y toda la Ley. Sin embargo, para Jesús, no depende de la observancia de la Ley sino de la adhesión a él. Y el que se adhiere a él está obligado a amar de verdad al prójimo. Con Jesús, Dios no es ya Dios de Israel, sino el Padre universal.

   A Dios nunca lo vió nadie, pero con Jesús podemos tener una experiencia divina.

   Jesús es el pan de vida. La Ley era llamada pan, pan de vida. Ahora, el pan de vida es Jesús, no es la ley. La observancia de la ley, según los rabinos judíos, aseguraba la vida futura. Ahora es la adhesión a Jesús quien la asegura.

   El pan que nos da Jesús es su propia carne para vida del mundo. Jesús deja la comparación con el maná y pasa a la del cordero que era comido en la Pascua. Como maná o como cordero Jesús nos da vida con tal que le demos nuestra adhesión.

   Compromiso:
   Proponte recibir más veces en la eucaristía el pan vivo bajado del cielo.

 
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