martes, 13 de octubre de 2009

Domingo XXX del Tiempo Ordinario. 25/10/2009. Marcos 10, 46b-52

Este evangelio se desarrolla en las proximidades de Jericó. Es una ciudad con palmeras en un oasis a 250 metros bajo el nivel del mar, que se forma en la hondanada del Jordán. La ciudad de Jericó del Nuevo Testamento, a la que nos referimos, está al suroeste de la antigua Jericó del Antiguo Testamento.




Herodes mantiene allí una gran actividad constructora y edifica su lujosa residencia para el invierno. En torno a ella se edifica la nueva Jericó. Tenía un hipódromo, un anfiteatro y un acuartelamiento de las fuerzas romanas de ocupación.



Jesús atraviesa la ciudad sin detenerse en ella y, al abondonar Jericó, la muchedumbre que lo seguía se encuentra con un ciego mendigo llamado Bartimeo. Al enterarse, comienza a gritar y a decir: "¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí! (v.47)". El análisis del relato evangélico de hoy nos hace ver que no se trata propiamente de un milagro, aunque lo parezca, sino de un relato de fe, de la fe de Bartimeo. En la redacción de los milagros, se describen elementos específicos como son la fatalidad del deficiente o enfermo y el gesto de curación o palabras de sanación. Aquí, Jesús no realiza nada para curarlo. Simplemente, hay una confirmación de la fe de Bartimeo: "¡Vete, tu fe te ha salvado! (v. 52)". Volvió, sin más, a ver de nuevo y lo seguía. Pero Jesús ya va hacia Jerusalén, donde padecerá y morirá. Por esta razón, el seguimiento de Bartimeo tiene un significado especial.



Este hombre, que empieza a gritar y a dar voces llamando a Jesús, no hace caso cuando tratan de imponerle silencio. Tratan de impedirle el camino de la fe, pero el ciego supera el obstáculo. No se olvide que estamos ante un relato de fe, no ante un milagro propiamente, ya que Jesús no hace nada para curar a Bartimeo, aunque éste empiece a ver. Jesús no realiza un solo gesto para curarlo.



La historia del cristianismo ha dado siempre gran importancia a este relato para la catequesis. Por algo es un relato de fe. El tema del seguimiento es un tema querido por Marcos. Debemos darnos cuenta que Bartimeo es ejemplar por dos motivos: por su fe inquebrantable y por su disposición a seguir a Jesús en su camino a Jerusalén.



Práctica:

Los que tenemos fe en Jesús captamos que él está con nosotros. Captamos que esta fe no proviene de nosotros, sino que es algo que Jesús ha depositado en nuestros corazones. No es una sugestión, es una realidad que nos da vida interior grande y, dándonos testimonio, nos da fuerza para dar también nosotros testimonio. Démoslo, pues, y no nos avergoncemos nunca de hacerlo.

 
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