martes, 11 de agosto de 2015

XX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 16/8/2015. Juan 6,51-58

   La idea y realidad del banquete rezuma por todas las lecturas del presente domingo. Por lo mismo, son lecturas plenamente eucarísticas y esta es la idea central que preside la liturgia de este domingo. Es impresionante el resplandor de la eucaristía, que se expande a través de los textos escogidos.

   La primera lectura se toma del libro bíblico de los proverbios (9,1-6). En ella se nos presenta la Sabiduría, que es bíblicamente una personificación de Dios. Ella edifica su casa y la adorna con siete columnas. El número siete, en la cultura judía, representa la perfección y así, podemos afirmar que la casa de la sabiduría es una casa perfecta, fuerte e ideal, grande y bien construida. La Sabiduría mezcló el vino con agua siguiendo la costumbre judía, como se hace en la liturgia católica. El vino concentrado se consideraba desagradable. Así, el vino de la pascua fue mezclado con tres partes de agua. La misma Sabiduría invita a todos al banquete por ella preparado. Grita desde lo alto de la ciudad: "Venid a comer mi pan y a beber el vino que he mezclado y seguid el camino de la sabiduría, de la sensatez, de la prudencia". Es una llamada a la vida del Espíritu.

   En esta línea continúa la segunda lectura (Efesios 5,15-20). Nos pide que nos demos cuenta de lo que Dios quiere de nosotros y que nos dejemos llenar del Espíritu. Nos anima a cantar, alternando, salmos, himnos y cánticos espirituales. Así como a celebrar continuamente Acción de Gracias.

   Ya, en la lectura evangélica, nos introducimos en un ambiente plenamente eucarístico. Es la enseñanza que sigue a la multiplicación de los panes y que se desarrolla en estos domingos. Para mejor comprensión de este evangelio debemos tener en cuenta que los regalos de Dios, es decir, los dones divinos, tienen todos expresión en nuestra carne, en nuestro cuerpo, en nuestro espíritu. Es la única forma que tenemos de captarlos. Dios entra así en el campo de la experiencia humana. Aceptar a Jesús, adherirse a él, equivale a comerlo y aceptar su donación humana. El Espíritu que se recibe en la Eucaristía lleva al hombre a no temer la muerte, pues la experiencia de una vida con Dios supera todo temor.

   La adhesión a Jesús no queda en lo exterior, sino que es algo interiorizado. Profundamente interiorizado. Esta unión tan fuerte, tan íntima y tan profunda del discípulo con Jesús, se expresa con la metáfora del comer y beber. En consecuencia, la misma unión, la misma vida que existe entre el Padre y el Hijo, existe entre el Hijo, Jesús, y sus discípulos. "Quien coma de este pan (de la eucaristía), vivirá para siempre". Se dirige al individuo, no a la comunidad. Cada uno, tú y yo, hace su opción personal y libremente responsable. Este es el comentario del evangelio de hoy. Meditémoslo y reflexionemos con el texto en las manos.

   Compromiso:
   Atrévete a comulgar con frecuencia e irás viendo como te sumerges en Dios.

 
Licencia de Creative Commons
Teología Ovetense by longoria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.