lunes, 12 de junio de 2017

Solemnidad del Corpus Cristi. Ciclo A. 18/06/2017. Juan 6, 51-58

   La Iglesia ha dedicado un día en el año para celebrar la Sagrada Eucaristía, no en el sentido de celebrar una misa, sin más, sino en el de alegrarnos efusivamente por este gran recuerdo que nos ha dejado el Señor.

   Es muy importante, importantísimo, recordar que la comunión tiene un carácter sanativo espiritualmente.

   Como frase para memorizar se propone: "Dice Jesús: yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre" (Juan 6,51).

Deuteronomio (8,2-3. 14b-16a) corresponde a la primera lectura. Nos presenta esta vida con sus caras y sus cruces, pero viene a decirnos que siempre debemos considerarnos en las manos de Dios. No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

   La segunda lectura (1 Corintios 10,16-17) nos recuerda que los que comulgamos, los que recibimos el cuerpo de Cristo quedamos todos unidos en ese mismo cuerpo. Es necesario pensarlo seriamente. ¿Nos unimos para extender el reino de Cristo? ¿O andamos solos de un lado para otro? ¿No sabemos organizarnos para ello? ¡Son más listos los hijos de las tinieblas que los hijos de la luz! Ellos saben organizarse.

   El evangelio de hoy es toda una enseñanza sobre la vida eucarística. Empieza y termina de la misma forma: "El que coma de este pan vivirá para siempre".

   No sería la primera persona que ve el reflejo de Dios en el rostro de las personas que vienen de comulgar. Ello ha servido a más de uno como punto de reflexión. Es maravilloso y extremecedor saber que el pan que Cristo nos da es su propia carne, para nuestra vida. No cabe duda que su realidad es la de un cuerpo resucitado, la de un cuerpo espiritual. No sabemos explicarlo de otra manera, pero ahí está Cristo. Y por esa razón, si no comemos la carne del Hijo del hombre y no bebemos su sangre no tendremos vida en nosotros. Es maravillosa la vida de Dios en nosotros. Para comulgar no hace falta confesarse. Basta una buena disposición. Querer amar a Dios. Que el recuerdo de Jesús y sus palabras nos animen a querer recibirlo en nuestra alma, en nuestro interior.

   Existe una encíclica en la que se afirma que si has escuchado la homilia y te mueve a comulgar, puedes hacerlo. El Papa Francisco ha recordado recientemente que la eucaristía tiene un carácter sanativo. No despreciemos esta sana doctrina, que es puro evangelio. Lo contrario es ideología. El evangelio de hoy nos recuerda que el que come la carne de Jesús y bebe su sangre, él mismo nos resucitará en el último día. ¡Qué nuestra vida de fe sea profundamente eucarística!

   Compromiso:
   Leer despacio este comentario y sacar alguna conclusión práctica.

 
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