miércoles, 26 de septiembre de 2012

XXVI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 30/09/2012. Marcos 9,38-48

   El evangelio que vamos a comentar tiene una fuerte vertiente ecuménica. Realmente, es una exigencia de  respeto mutuo y colaboración entre las diversas iglesias cristianas, pues en todas actúa el Espíritu de Cristo y en todas hay frutos de santidad, como dice el concilio Vaticano II. Dichos frutos de santidad se dan en nombre de Jesús de Nazaret, aunque sea en una iglesia distinta a la nuestra.

   Por otro lado, en este evangelio se reflejan, sin duda, conflictos entre los cristianos del tiempo en que se escribió el evangelio de Marcos. Este evangelista se manifiesta contra los grupos de cristianos judaizantes.

   La primera lectura de este domingo manifiesta la libertad con la que Dios reparte sus dones. Es del libro bíblico llamado "Números" (11,25-29). En él, se afirma que el Señor derramó su espíritu sobre setenta ancianos y se pusieron a enseñar. Lo derramó también sobre otros dos que empezaron a profetizar en el campamento. Josué pide a Moisés que se lo prohiba. Moisés contesta que ojalá todos fueran profetas y recibiesen el espíritu del Señor.

   En el evangelio, vemos que Juan, como portavoz de los Doce (esta vez no es Pedro), habla a Jesús de un hombre que, no siendo del grupo de ellos, expulsa los demonios invocando el mismo nombre de Jesús. Juan, al identificar a Jesús con el grupo, está excluyendo todo seguimiento de Jesús que no conlleve la pertenencia al grupo. Ignora que cada seguidor está vinculado a Jesús sin intermediarios.

   Hoy día, todavía son muchos los que consideran que el único sitio donde se sirve a Jesús es dentro de la Iglesia Católica. Quizá, por aquello que se decía de que fuera de la Iglesia no hay salvación. Los que todavía siguen con esa mentalidad, se sitúan fuera del Vaticano II. En general, es propio de una mentalidad integrista, conservadora. El Vaticano II demanda la colaboración de todos los creyentes en Jesús, sean de la denominación que sean, colaboración que se ha de traducir tanto en lo material como en lo espiritual y apostólico.

   Los Doce siguen apegados a las categorías del judaísmo. De ahí, que desean impedir la acción de los que piensan de otra manera. Jesús trata de instruirlos, pero tiene muy difícil cambiarles la mentalidad judaizante que los domina. Los exégetas están de acuerdo en que aquí se refleja la polémica entre cristianos judaizantes y cristianos procedentes del paganismo. De hecho, los "pequeñuelos" son los seguidores de Jesús que no proceden del judaismo.

   Para entender lo que sigue, diré que ser tirado al mar supone una muerte sin sepultura, algo que causaba horror a los judíos. El fuego que no se apaga alude al lugar donde se quemaban las basuras. En él, el alma y el cuerpo serían aniquilados por el fuego eterno. No se habla aquí del infierno. Se trata de que se urge a los cristianos judaizantes para que fraternicen y acojan a los cristianos provenientes del paganismo. Todos tienen a Jesús por el Señor.

   Compromiso:
   Saber confraternizar con los cristianos de otras iglesias.

 
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